El sector agropecuario argentino experimentó este año una recuperación en términos de producción, especialmente tras la sequía que afectó al país en 2023. Sin embargo, esta mejora productiva estuvo acompañada por los desafíos económicos propios de la política local y las tensiones que se generaron en la rentabilidad de las empresas del sector primario e industrial.
El campo cierra un año con altibajos y renovadas expectativas para el 2025
Culmina un año en el que los cambios fueron protagonistas, no sólo por las cuestiones económicas y políticas, sino porque además se dejó atrás un extenso período de sequía.
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La llegada de Javier Milei al poder y su impulso a las políticas de austeridad contribuyeron a reducir la inflación y a estabilizar las finanzas estatales, pero impactaron negativamente en varios sectores económicos donde probablemente lo más visible sea la caída del mercado interno.
Las lluvias fueron grandes protagonistas este año y le quitaron al productor la mayor preocupación, la de la necesidad de agua para el desarrollo de los cultivos. Cuando esto ocurre, en el agro todas las miradas se centran en la rentabilidad esperada, donde los costos y los precios de venta son determinantes. Sólo una de estas dos variables se puede trabajar, la de los costos internos. Sin embargo, el rumbo definido por Milei -que no incluye ni devaluación ni reducción de retenciones por el momento- permite suponer que habrá que ser un gran estratega para encontrar rentabilidad en esta campaña.
Para el agro, el 2024 fue un año de contrastes, porque si bien se evidenció una recuperación en la producción agrícola, las empresas del sector enfrentan desafíos económicos significativos que se generaron a partir del inicio de una etapa de corrección de los desequilibrios económicos. Esto, sumado a la baja de los precios internacionales de las materias primas, obligó a poner el ojo en la rentabilidad de las empresas agropecuarias.
Para dar mayor claridad acerca de los desequilibrios, vale la pena mencionar por ejemplo lo que ocurrió a fines de 2023, cuando se sabía que el dólar iba a pasar de $ 300 a $ 1.000, entonces todos llenaron sus depósitos con insumos. Por eso este año fue muy duro en cuanto a ventas, no sólo por la falta de lluvias -principal incentivo para aplicar tecnología y buscar altos rendimientos- sino porque además todos quedaron con stocks “caros” porque los precios internacionales de los químicos cayeron fuerte durante este año. Muchos se calzaron en diciembre del 2023 con pesos para mitigar el aumento del dólar, pero quedaron con producto caro. Del lado de las empresas, se sufre la recomposición de stocks con un dólar mucho más caro y vendiendo menos. Esta “herencia” sí que complicó el panorama para las empresas del sector, especialmente de los insumos químicos.
El fin de la especulación financiera
Eduardo Pérez, director comercial de Biotrop en Argentina y un referente de enorme trayectoria en el sector de los insumos aseguró en diálogo con Ámbito que "para el sector agropecuario fue un año muy difícil”. Lo que pasó fue que la dinámica a la que los gobiernos anteriores habían obligado y acostumbrado al productor agropecuario, se terminó.
Según afirmó Perez, “se acabó el tema financiero, se acabó el especular con la inflación, se acabaron un montón de cosas y eso es muy bueno, pero desde el punto de vista económico el campo está llegando a un límite. El Gobierno lo ve claramente y creo que esta trabajando para encontrar una solución. Hay problemas, pero tengo una visión muy optimista hacia adelante. Si esto lo hablábamos hace dos años te decía que no sabía dónde íbamos a terminar, pero hoy creemos que sabemos dónde va a terminar y va a terminar bien”.
Salir de lo financiero obliga a los productores a ser muy eficientes en lo productivo y agronómico. “Ahora la cabeza del productor, como ya no tiene la herramienta financiera, está puesta en producir más: el que antes producía 3.000 kilos de soja, va a tener que producir 3.500 para vivir, el que producía, 4.000 kilos de trigo, va a tener que producir 5.000 y eso es lo que va a pasar. El Gobierno tendrá que avanzar en la reducción de las retenciones para que haya mas rentabilidad y además tiene que aparecer el crédito bancario, que es fundamental, porque hasta ahora en gran medida todo esto se financiaba desde el productor o desde las propias empresas”.
Otro sector donde el crédito es protagonista es el de la maquinaria agrícola. Para profundizar en este rubro, Ámbito consultó a Eduardo Borri, presidente de Metalfor y extitular de la Cámara Argentina de Fabricantes de Maquinaria Agrícola (CAFMA), quien aseguró que “el 2024 superó sus expectativas. Si bien comenzó con incertidumbre por el nuevo escenario político y económico, llegaron las lluvias, se cortó la sequía más extensa en décadas y empezaron a activarse significativamente las ventas. En el primer trimestre con un fuerte financiamiento propio y a partir del segundo trimestre con la oferta crediticia de los bancos. Así, las ventas cierran un 50 % por encima de las del 2023.
Tal como mencionamos, fue un año de contrastes. Según Borri, este año se consolidó, al igual que en el año anterior, una marcada diferencia entre las empresas líderes y el resto: cuando las primeras sostenían sus ventas y como nosotros mostraban gran recuperación, las segundas seguían sufriendo las consecuencias de un mercado signado por la sequía y falta de crédito. Probablemente, el hecho de tener el tamaño necesario como compañía y la robustez de poder financiar a los clientes marcó una diferencia sustancial. Para el año próximo, entendemos que las condiciones climáticas serán óptimas, que los préstamos bancarios a largo plazo con tasas razonables seguirán y esperamos que el último empujón lo de el Gobierno con alguna señal favorable al sector.
La esperanza es lo último que se pierde
Los reclamos al Gobierno por una baja de retenciones llegan desde todos los sectores: gremiales, empresariales y por supuesto desde los propios productores. Es que muchos cierran el año con una fuerte encrucijada, ya que deben definir inversiones que se sustentan a partir de la rentabilidad. Esa falta de rentabilidad es la que hasta ahora provocó que la Argentina siga estancada en cuanto a productividad (superada ampliamente por el resto de los países de la región) pero ahora podría condenar a los productores que sobrevivieron a un largo período de sequías y ejercicios económicos ajustados.
Esto podría mejorar si el Gobierno logra avanzar en la reducción de los derechos de exportación. Por ahora, el campo sigue confiando, según lo indica el último informe titulado Ag Barometer, elaborado por el Centro de Agronegocios y Alimentos de la Universidad Austral. Del estudio surge que un 60% de los productores piensa que, a un año de su asunción, cumplió con las expectativas depositadas en su gestión. Pero el contraste sigue latente: el 36% opina que no las cubrió y reclama, especialmente, que no bajaron los derechos de exportación.
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