No todo lo que brilla es oro. Mientras desde las altas esferas gubernamentales de la Argentina la toman como modelo a seguir, la Premier League inglesa tiene sus serios problemas.
Copiar el modelo inglés no garantiza ni el éxito deportivo ni financiero de los clubes
El presidente de la Nación Javier Milei y el es titular del Poder Ejecutivo y de Boca, Maurido Macri, arrían la bandera de las Sociedades Anónimas alabando al Manchester City. Sin embargo, Los Citizen selo acusa de 115 irregularidades financieras y elestá siendo investigado por la liga por fichajes fraudulentos durante la etapa de Romand Abramovich.
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Copiar modelos cuando las idiosincrasias y culturas son muy disímiles no es conveniente y hasta puede resultar contraproducente.
Aunque está claro que en Argentina los reglamentos deportivos cambian permanentemente, incluso en plena competencia y también cuando están finalizando los torneos, las reglas económicas en el fútbol inglés y en el europeo tampoco son claras.
El fair play financiero mermó las inversiones de los traspasos invernales en la Premier League. Las amenazas de la propia competición, con denuncias a los clubes si superan el gasto permitido, y el revuelo de Arabia Saudí están jugando un papel clave.
En el anterior mercado de invierno los clubes ingleses desembolsaron £800 millones (€ 932,3 millones), mientras que, en el actual, la principal liga de fútbol de Reino Unido apenas invirtió £ 31 millones (€ 36,1 millones) en fichajes. Sin embargo, en esta ocasión, más del 80% de la inversión total hasta el momento es de Tottenham con la compra de Radu Dragusín, procedente de Génova por £25,7 millones (€30 millones).
En el pasado mercado invernal, en conjunto, los veinte clubes de la Premier League desembolsaron 800 millones. Un 37,5% de esta inversión derivó de Chelsea, que pagó 300 millones para incorporar a jugadores como Mykhailo Mudryck (88 millones), Enzo Fernández (108 millones), Benoit Budiashile (35 millones) y Noni Madueke (29 millones). En esa ventana le siguieron Southampton con 63 millones; Arsenal con sesenta millones y Bournemouth con 56 millones.
El periodo de fichajes en invierno no cierra hasta el próximo 31 de enero, pero la sanción de diez puntos a Everton en noviembre pasado y las recientes acusaciones de la Premier League a los toffees y Nottingham Forest por superar el límite de pérdidas establecido por la competición de £105 millones (€122,4 millones) a tres años, está suponiendo una base para las instituciones de fútbol inglés.
Todo ello, en una situación delicada para Chelsea que está siendo investigado por la liga por fichajes fraudulentos durante la etapa de Romand Abramovich y también para el actual defensor del título el Manchester City –club al que puso como ejemplo el presidente Javier Milei- al que se lo acusa de 115 irregularidades financieras.
Por su parte, Arabia Saudí mermó el desembolso multimillonario de las pasadas temporadas y la relajada situación en la parte baja de la clasificación inglesa, con Shefield United y Burnley prácticamente descendidos a la Championship, contribuyen a la situación de este mercado desacelerado y austero.
En la actualidad, 20 clubes de la Premier League pertenecen a capitales privados, la mayoría perteneciente a Estados Unidos, aunque también hay influencia de capitales de empresarios, jeques y magnates del mundo árabe, de Irán, Serbia, República Checa, Grecia y hasta de China.
Esta apertura del fútbol inglés a las SA se produjo luego de “la tragedia de Hillsborough”, en 1989, cuando en una semifinal por la FA Cup ante Nottingham Forest, murieron 96 hinchas de Manchester United, la mayoría aplastados contra los alambrados.
La sobreventa de entradas en un estadio ya viejo y un pésimo control policial fueron las causantes de la tragedia, que hizo que la conservadora Margaret Thatcher (en aquél entonces Primera Ministra Británica) tomara cartas en el asunto concediendo créditos a los clubes para remodelar sus estadios y para refinanciar sus deudas, abrió el fútbol a la TV y autorizó el aumento del precio de las entradas.
Especialmente, estas dos últimas medidas hicieron que los hooligans (gente de bajos recursos que se emborrachaban y provocaban incidentes en las canchas) dejaran de asistir a ver los partidos.
Sin embargo, llevar el modelo inglés al fútbol argentino no representa una solución. De hecho, muchos clubes remodelaron sus estadios, las entradas ya resultan prohibitivas (costará desde este campeonato entre un mínimo de $ 8.000 y un máximo de $9.900) y sin embargo los barras bravas seguirán entrando a los estadios por la alfombra roja, mientras el socio deberá someterse a los interminables cacheos policiales.
La diferencia es que en Inglaterra se quiso combatir a los hooligans, mientras que en la Argentina, los barras bravas son los dueños del negocio del fútbol y lo seguirán siendo, hasta tanto no exista una férrea y mancomunada voluntad entre el Estado, los dirigentes del fútbol argentino y la Policía para combatirlos.
Tampoco es una garantía para mejorar el fútbol argentino copiar el modelo inglés de las Sociedades Anónimas, ya que no se puede garantizar el éxito como en el caso del Manchester City.
En Argentina, todas las experiencias fueron negativas: Deportivo Mandiyú, Argentinos Juniors (que en 1994, se mudó a Mendoza), Racing, que volvió a manos de los socios….
Actualmente, Talleres de Córdoba es uno de los clubes que prácticamente se maneja como una empresa y su presidente Andrés Fassi es el más optimista sobre las SAD, aunque aseguró que respetará la decisión de los socios.
A Andrés Fassi lo llaman “El Profesor” en México, donde hizo su carrera profesional desde preparador físico hasta vicepresidente del poderoso Grupo Pachuca.
Desde que asumió la presidencia (noviembre de 2014) llevó a Talleres de disputar el Torneo Federal A -un campeonato de la tercera categoría- a ubicarse entre los mejores equipos de la Argentina.
Precisamente, ese modelo del Pachuca, una institución modesta convertida en una gran empresa, es el que el presidente de Talleres quiere imponer en Argentina. Fassi está convencido en convertir a los clubes en Sociedades Anónimas, un proyecto con el que coincide con el ex presidente de la Nación y de Boca, Mauricio Macri, y con el actual presidente argentino, Javier Milei.
“En Argentina seguimos con la demagogia de clubes sin fines de lucro, pero cuántos somos los que decimos a cuánto vendemos un jugador. Yo no vivo de Talleres, yo me doy el lujo de poner el recurso que nadie puso y los resultados se ven después de estos años”, sentenció en su momento el titular “tallarín”.
Sin embargo, en casi 10 años de su gestión como empresa, la “T” coqueteó entre los mejores estuvo a punto de festejar tres título (llegó a las finales de la Copa Argentina en 2021 y 2022 y las perdió ante Boca y Patronato, respectivamente, fue subcampeón del fútbol argentino en 2023 que ganó River y clasificó a cuartos en la Libertadores 2022), pero nunca salió campeón. De hecho, la única copa internacional que obtuvo fue la Conmebol, en 1999, cuando era 100% un club sin fines de lucro.
Aunque no solo ocurre en Argentina –también en Ecuador y Paraguay-, las asociaciones civiles sin fines de lucro son un caso que van a contramano de la enorme mayoría de los clubes del resto de América y del mundo, que cada vez reciben más capitales privados.
Las raíces históricas y vigencia actual de la selección argentina campeona del mundo en Qatar, más las inferiores de los clubes que siguen sacando cracks, hacen que desde el comando de la AFA, encabezado por Claudio “Chiqui” Tapia hasta el último de los presidentes de los clubes de Primera División (excepto Talleres) se nieguen a abrirle las puertas de ingreso a las SAD.
El fútbol argentino sigue vigente a nivel mundial y continental, a pesar que las últimas cinco ediciones de la Copa Libertadores la ganaron equipos brasileños (Flamengo -2019 y 2022-; Palmeiras -2020 y 2021- y Fluminense -2023-).
En Brasil hay cada vez más equipos convertidos en SAD, aunque no son los principales. De los 20 clubes que compiten en el Brasileirao son 6 los que tienen capitales privados: Botafogo, Cuiabá, Vasco da Gama, Bahía, Cruzeiro y Coritiba.
Otro claro ejemplo que las SAD no garantizan el éxito deportivo y financiero se da en el fútbol español, donde de los últimos 9 campeonatos de LaLiga, Real Madrid y Barcelona ganaron 8, los dos equipos más grandes de la península ibérica que se contraponen a las SAD. El otro se lo quedó el Atletico de Madrid en la temporada 2020-2021, transformado en sociedad anónima el 30 de junio de 1992.
En Uruguay, de los 16 clubes de Primera División, seis responden a una SA: Boston River, Deportivo Maldonado, La Luz, Racing, City Torque y Plaza Colonia, el único de capitales uruguayos.
Sin embargo, los últimos 10 campeonato fueron ganados por clubes que son propiedad de los socios, teniendo la hegemonía Nacional y Peñarol, en tanto los otros dos los ganaron Liverpool y Plaza Colonia.
En Perú, para la temporada de Primera División 2024, cuatro equipos de los 18 participantes son SAD, Sporting Cristal, Unión Comercio, César Vallejo y Los Chankas FC.
También en Ecuador, los clubes profesionales siguen siendo sociedades civiles sin fines de lucro. Aunque en 2021 se publicó un acuerdo para que los equipos que quieran puedan convertirse en empresas, aún no hubo transferencias concretadas. En Paraguay, en tanto, la ley lo prohíbe.
La contracara es Chile, que representa claramente el modelo de las SAD. De los 16 equipos que participan en Primera, solo Cobresal y Curicó Unidos son asociaciones civiles sin fines de lucro o corporaciones, como se los llaman del otro lado de la cordillera. De los otros 14 participantes, 12 son Sociedades Anónimas Deportivas Profesionales y dos, Blanco y Negro –en Colo Colo- y Azul Azul –en la Universidad de Chile- son administrados bajo la lógica de una conversión. Sólo “el Cacique” está en condiciones de revertir su actual modelo de administración: en 2035 finalizarán los treinta años de su contrato de concesión. En cambio, la U deberá esperar hasta 2052.
Un caso parecido es el de Colombia. De los 20 clubes de Primera División, sólo dos son clubes: Deportivo Cali y Deportivo Pasto. El resto –entre ellos los más grandes del país, como Atlético Nacional, Millonarios o América de Cali- tienen propietarios.
Las SAD no garantizan absolutamente ningún tipo de éxito. Lo que en el fútbol inglés puede llegar a ser un éxito, una copia de modelo en la Argentina puede fracasar -por ser una cultura diferente, por tener una idiosincrasia distinta-, como ya fracasó en algunas instituciones que lo intentaron.
Nuestro fútbol, con errores, irregularidades y desprolijidades, sigue siendo emocionante hasta la última fecha, y competitivo a nivel Sudamericano y mundial.
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