Adriano fue una de las grandes figuras del fútbol mundial e integró planteles exitosos y campeones de la Selección brasileña, cuando la Verdeamarela era realmente imbatible.
Desgarrador testimonio de Adriano sobre el alcoholismo, los traumas familiares y su historia de vida en la favela
Alejado del fútbol hace tiempo, y radicado en su lugar de nacimiento, Villa Cruzeiro, el Emperador contó en primera persona la infelicidad que acompañó su vida profesional.
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Flamengo, Inter de Milán, Roma, Fiorentina, San Pablo, Corinthians, Parma, entre otros equipos, fueron algunos de los clubes en los que se destacó el Emperador que, varios años después, vive una realidad totalmente diferente a la que atravesó en su época dorada como futbolista.
Radicado en su lugar natal, Villa Cruzeiro, en plena favela brasileña, Adriano publicó un artículo en The Players Tribune, en vísperas al lanzamiento de su biografía Meu Medo Maior. Contó cómo vive su vida actual, si infelicidad en el deporte, su relación con el alcoholismo, los traumas familiares y la imperiosa necesidad de volver una y otra vez al lugar que lo vio nacer. Desgarrador.
Desgarrador testimonio de Adriano sobre el alcoholismo y su historia de vida en la favela
“¿Sabés lo que se siente ser una promesa? Lo sé. Incluyendo una promesa incumplida. El mayor desperdicio del fútbol: yo. Me gusta esa palabra, desperdicio. No solo por cómo suena, sino porque estoy obsesionado con desperdiciar mi vida. Disfruto de este estigma. No tomo drogas, como intentan demostrar. No me gusta el crimen, pero, por supuesto, podría haberlo hecho. No me gusta ir a discotecas. Siempre voy al mismo lugar de mi barrio, el kiosco de Naná", inició el exdelantero.
Y continuó respecto a su pasado familiar y su vinculación con el alcohol: "Tenía 14 años y en nuestra comunidad todos estábamos de fiesta. Había mucha gente, samba, gente yendo y viniendo. En aquella época, yo no era bebedor. Pero cuando vi a todos los chicos haciendo sus cosas, riéndose, dije ‘aaaahhhh’. No había manera. Tomé un vaso de plástico y lo llené de cerveza. Aquella espuma amarga y fina que bajaba por mi garganta por primera vez tenía un sabor especial. Un nuevo mundo de ‘diversión’ se abrió ante mí. Mi madre estaba en la fiesta y vio la escena. Se quedó callada, ¿no? Mi padre… Mierda”.
"Pará ahí mismo‘, gritó. Mis tías y mi madre se dieron cuenta rápidamente y trataron de calmar los ánimos antes de que la situación empeorara. ‘Vamos, Mirinho, está con sus amiguitos, no va a hacer ninguna locura. Sólo está ahí riéndose, divirtiéndose, déjalo tranquilo, Adriano está creciendo’, dijo mi madre. Pero no hubo conversación. El viejo se volvió loco. Me arrancó la taza de la mano y la arrojó a la zanja. ‘Yo no te enseñé eso, hijo’, dijo”, recordando que su abuelo había fallecido a causa del alcohol.
Sobre la muerte de su padre, Adriano recordó: “Le dispararon en la cabeza en una fiesta en Cruzeiro. Una bala perdida. La bala entró por su frente y se alojó en la parte posterior de su cabeza. Los médicos no tenían forma de sacarla. Después de eso, la vida de mi familia nunca fue la misma, mi padre comenzó a tener convulsiones frecuentes. ¿Alguna vez has visto a una persona sufriendo un ataque epiléptico frente a ti? No quieres verlo, hermano. Da miedo”.
“La muerte de mi padre cambió mi vida para siempre. Hasta el día de hoy, es un problema que aún no he podido resolver”, admitió el exfutbolista.
Su desembarco en Europa no fue el esperado, extrañaba mucho a Marinho, su papá. Incluso recordó que pasó Navidad en la casa de Clarence Seedorf y llamó a su mamá: "‘¡Hijo mío! Te extraño. Feliz Navidad. Todos están aquí, el único que falta sos vos’. "Me puse a llorar de inmediato”, subrayó.
“Estaba destrozado. Agarré una botella de vodka. No exagero, hermano. Bebí toda esa mierda solo. Me llené el culo de vodka. Lloré toda la noche. Me desmayé en el sofá porque bebí mucho y lloré. Pero eso fue todo, ¿verdad, hombre? ¿Qué podía hacer? Estaba en Milán por una razón. Era lo que había soñado toda mi vida: convertirme en un jugador de fútbol en Europa. Pero eso no me impidió estar triste”, continuó.
Asentado en el fútbol italiano, Adriano escapó, volvió a Brasil y se refugió en su lugar de nacimiento: “Estuve tres días recorriendo todo el complejo. Nadie me encontró. No hay manera. Regla número uno de la favela: mantené la boca cerrada. La prensa italiana se volvió loca. La policía de Río incluso llevó a cabo una operación para ’rescatarme‘. Dijeron que me habían secuestrado. Estás bromeando, ¿verdad? Imaginate que alguien me va a hacer algún daño aquí… a mí, un niño de la favela".
"No pude hacer lo que me pidieron (por Roberto Mancini, José Mourinho o el presidente Massimo Moratti, que intentaron enderezarlo) . Me mantuve bien durante unas semanas, evité el alcohol, me entrené como un caballo, pero siempre había una recaída. Una y otra vez. Todo el mundo me criticaba, no podía soportarlo más. La gente decía muchas estupideces. ‘Vaya, Adriano dejó de ganar siete millones de euros. ¿Lo dejó todo por esta mierda?’. Eso es lo que más he oído. Pero no saben por qué lo hice. Lo hice porque no me encontraba bien. Necesitaba mi espacio para hacer lo que quería hacer”, se sinceró.
"Bebo cada dos días, sí. (Y los otros días también). ¿Cómo llega una persona como yo al punto de beber casi todos los días? No me gusta dar explicaciones a los demás, pero aquí va una: bebo porque no es fácil ser una promesa que sigue en deuda. Y a mi edad, esto es aún peor”, afirmó.
Y completó, mencionando a Villa Cruzeiro: “Es un lugar muy peligroso. La vida es dura. La gente sufre. Si me detengo a contar todas las personas que conozco que han fallecido de forma violenta, estaríamos aquí hablando días y días... Aquí camino descalzo y sin camiseta, solo con pantalones cortos. Juego al dominó, me siento en la acera, recuerdo mis historias de infancia, escucho música, bailo con mis amigos y duermo en el suelo. Veo a mi padre en cada uno de estos callejones".
"¿Qué más quiero? Ni siquiera traigo mujeres aquí, mucho menos me meto con niñas que son de mi comunidad, porque solo quiero estar en paz y recordar mi esencia. Por eso sigo volviendo aquí. Aquí me respetan verdaderamente. Aquí está mi historia. Vila Cruzeiro no es el mejor lugar del mundo. Vila Cruzeiro es mi lugar”...
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