12 de octubre 2024 - 15:00

Terrorismo y fútbol: celebraban la semifinal de un campeonato pero dos atentados cambiaron esta fiesta en tragedia

Cuando el terror se hace presente, paraliza a los futbolistas ante su pasión por dar una alegría a un pueblo asediado por la guerra.

La tragedia de los atentados terroristas empaña la alegría del fútbol.

La tragedia de los atentados terroristas empaña la alegría del fútbol.

Freepik

Los eventos de fútbol fueron escenario de celebraciones masivas, pero también de tragedias. A lo largo de la historia, diversos atentados empañaron momentos que suelen unir a la sociedad, mostrando cómo la violencia puede alterar la alegría del deporte más popular del mundo. Este tipo de actos terroristas deja una huella imborrable, como ocurrió en la Copa Asia 2007.

atentado irak 2007 copa asia.jpg
El fútbol presenció gran cantidad de atentados a lo largo de la historia.

El fútbol presenció gran cantidad de atentados a lo largo de la historia.

Copa Asia 2007: los atentados que se cobraron la vida de más de 50 personas

El 25 de julio de 2007, la alegría de los aficionados iraquíes por el triunfo de su selección en la Copa de Asia se transformó en tragedia. En pleno festejo por el pase a la final tras vencer a Corea del Sur en la semifinal en Kuala Lumpur, dos atentados suicidas en Bagdad acabaron con la vida de al menos 50 personas y dejaron más de 100 heridos.

El primer ataque ocurrió en el barrio de Al Mansur, al oeste de Bagdad, cuando un coche bomba conducido por un suicida explotó en una zona repleta de personas celebrando el avance de Irak. La detonación provocó la muerte de 30 personas y dejó alrededor de 75 heridos, además de causar graves daños en las construcciones cercanas.

Minutos más tarde, un segundo coche bomba fue estrellado contra un puesto de control del Ejército en el barrio de Al Gadir, al sureste de la capital. Este segundo atentado mató a 20 personas y dejó heridas a otras 60, extendiendo el caos a otra área de la ciudad. Las explosiones paralizaron los festejos y hundieron a los fanáticos en un pánico atroz.

El contexto en el que se dieron estos atentados era complejo: Irak estaba inmerso en un conflicto bélico que afectaba a la vida cotidiana de su población. A pesar de eso, el fútbol parecía un refugio, y el triunfo de la selección ofrecía un rayo de esperanza. Sin embargo, estos atentados demostraron lo vulnerables que eran incluso los momentos de alegría.

El técnico de la selección iraquí, Jorvan Vieira, comentó que el equipo quedó impactado por lo ocurrido. Según él, la tragedia los llevó a cuestionarse si valía la pena seguir luchando por la copa. “Si ganamos, la gente muere; si perdemos, la gente muere”, relató, reflejando el dolor y la incertidumbre que vivían. Pero una madre que perdió a su hijo en los atentados expresó que él habría querido que Irak ganara, lo que motivó al equipo a continuar.

A pesar de la tragedia, el equipo de Irak decidió honrar la memoria de las víctimas y dedicó su esfuerzo a la final, que terminarían ganando, brindando un poco de alegría en medio del dolor. La Copa de Asia 2007, que podría haber sido una celebración de unidad y esperanza, se convirtió en un recordatorio de la capacidad destructiva del odio, pero también de la resiliencia del pueblo iraquí.

Dejá tu comentario

Te puede interesar