El Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Gobierno argentino acordaron, a nivel técnico, un nuevo programa financiero por u$s20.000 millones bajo la Facilidad Extendida. Este monto, que se desembolsará en Derechos Especiales de Giro (DEG), llega con un propósito explícito: apuntalar las reservas del Banco Central (BCRA), hoy en u$s24.657 millones.
Argentina y el FMI: el dato secreto del préstamo que vaticina cuáles serán las restricciones con el dólar
El Gobierno obtuvo el aval de la burocracia del FMI para un préstamo de u$s20.000 millones pero ahora falta el directorio del organismo.
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Tras el acuerdo a nivel técnico, le toca hablar al Directorio Ejecutivo del FMI.
Sin embargo, fuentes del FMI señalaron a este periodista que, hasta que el directorio no defina la aprobación del acuerdo, no se conocerá con precisión el monto del primer desembolso, estimado preliminarmente por el ministro de Economía, Luis Caputo, en más de u$s8.000 millones. En paralelo, un análisis de los vencimientos de deuda entre 2025 y 2028 revela que el préstamo total equivale, casi con exactitud, a lo que el país debe devolver al propio Fondo en ese período.
De ahí puede derivarse algo central: las condiciones del FMI para avanzar con los desembolsos estarán atadas a una serie de filtros que van desde la autorización para convertir los DEG en dólares contantes y sonantes, hasta la eventual banda cambiaria que seguramente implementará, en los hechos, una devaluación de arranque.
¿Cómo es el paquete del FMI?
El programa, valuado en aproximadamente 15.037 millones de DEG (al tipo de cambio actual de 1 DEG = u$s1,33), busca fortalecer las arcas del BCRA y facilitar la eventual eliminación de las restricciones cambiarias vigentes desde 2019. No obstante, al contrastar esta cifra con las obligaciones financieras del país en los próximos cuatro años, surge una evidencia contundente:
- 2025: DEG 1.420.049.832 (u$s1.888 millones).
- 2026: DEG 2.724.065.254 (u$s3.623 millones).
- 2027: DEG 5.040.310.879 (u$s6.703 millones).
- 2028: DEG 6.383.506.953 (u$s8.489 millones).
El total asciende a DEG 15.567.932.918, equivalentes a u$s20.705 millones. En términos prácticos, los u$s20.000 millones del nuevo préstamo –o 15.037 millones de DEG– cubren con precisión quirúrgica los vencimientos del programa anterior con el FMI, firmado en 2018 y refinanciado en 2022. Dicho de otro modo, el Fondo presta al país, a cuatro años, una suma que replica lo que el país ya está comprometido a devolverle en ese lapso, sin dejar, en principio, margen significativo para otros fines.
¿Qué impacto puede tener en el dólar financiero?
Este diseño financiero plantea interrogantes sobre su alcance real. El BCRA vende para estabilizar el mercado cambiario y acumula una pérdida de reservas de u$s1.800 millones desde mediados de marzo. Las reservas líquidas, estimadas en u$s7.111 millones tras descontar el swap con China y otros pasivos, contrastan con encajes en dólares por u$s12.133 millones, evidenciando una fragilidad estructural.
Si bien el ingreso de DEG incrementará las reservas brutas –potencialmente a u$s32.000-33.000 millones con el desembolso inicial, una vez definido–, su conversión a dólares depende de negociaciones con países miembros del FMI, un proceso que no siempre es inmediato ni garantizado.
La transformación de los DEG en dinero efectivo, como dólares utilizables, está sujeta a condiciones específicas establecidas por el FMI. Los DEG no son una moneda de curso legal, sino un activo de reserva que Argentina debe intercambiar con otros países miembros del Fondo dispuestos a aceptarlos a cambio de divisas líquidas.
Este mecanismo, gestionado a través del Departamento de DEG del FMI, requiere que economías con posiciones de reserva sólidas –como Estados Unidos, Japón o miembros de la zona euro– participen en la operación, ya sea por acuerdos voluntarios o por designación del Fondo en casos de necesidad. En el programa de 2018, por ejemplo, este proceso permitió al BCRA convertir DEG en dólares sin mayores obstáculos, pero la disponibilidad de contrapartes depende del contexto global y de la percepción de riesgo sobre Argentina.
Dicha conversión no está exenta de limitaciones. El FMI impone un límite trimestral al uso de DEG –generalmente un 25% del monto asignado, salvo excepciones–, y el intercambio puede implicar costos adicionales si las tasas de interés de los países oferentes superan la del DEG (hoy en 4,5% anual).
Además, en un escenario de tensión financiera internacional, la demanda de DEG podría disminuir, retrasando la obtención de liquidez. Para el BCRA, que enfrenta una presión constante sobre los depósitos en dólares y el tipo de cambio, esta dependencia externa añade un grado de incertidumbre: el monto inicial del desembolso, aún pendiente de confirmación, podría no traducirse en efectivo inmediato si las condiciones del mercado no acompañan.
La relevancia de Trump en todo el esquema
En este contexto, Argentina dependerá en gran medida de la voluntad de Estados Unidos, principal accionista del FMI con un 16,5% de los votos en el directorio y una influencia decisiva en las políticas del organismo. Dado que el dólar estadounidense constituye el 43,38% de la canasta de los DEG y que el Tesoro de EEUU suele ser un actor clave en las conversiones de DEG a moneda dura, la disposición de Washington será crucial para que el BCRA transforme los 15.037 millones de DEG en liquidez efectiva. Esta dependencia no es solo técnica, sino también política: la aprobación del programa y la facilidad de acceso a dólares dependerán del alineamiento del Gobierno de Javier Milei con los intereses estratégicos de EEUU, en un momento en que las relaciones bilaterales están bajo escrutinio tras recientes gestos diplomáticos.
El Gobierno sostiene que este respaldo permitirá una transición hacia una economía más abierta. Sin embargo, los u$s20.705 millones que vencen con el FMI hasta 2028 no incluyen otras obligaciones: ni los u$s7.619 millones a tenedores privados entre 2025 y 2028 ni los pagos del swap chino, que comenzarán a exigirse desde 2026. Además, el nuevo préstamo devengará una tasa de interés aproximada del 4,5% anual en DEG, lo que añadirá presión a las finanzas públicas a mediano plazo.
Los depósitos en dólares del sistema bancario, que registraron una caída de u$s1.046 millones en marzo, podrían estabilizarse con esta señal de respaldo externo. No obstante, la confianza de los ahorristas dependerá de la capacidad del BCRA para transformar los DEG en liquidez efectiva, una tarea que en el pasado –como durante el programa de 2018– requirió la intervención del FMI y países como Estados Unidos, sin que los detalles de dichas operaciones fueran plenamente transparentes.
En síntesis, el acuerdo con el FMI ofrece a Argentina un instrumento para cumplir con sus compromisos inmediatos con el propio Fondo, pero no resuelve las tensiones subyacentes de su economía. Los u$s20.000 millones prestados a cuatro años igualan los u$s20.705 millones que vencen en ese período, dejando poco espacio para atender otras deudas o financiar una recuperación sostenida. El éxito de esta estrategia recaerá en la gestión del BCRA y en la credibilidad que el Gobierno pueda proyectar ante los mercados y la sociedad.
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