10 de abril 2025 - 00:00

Diálogos de Wall Street: la pausa de Donald Trump, ¿otra exageración en la breve pero punzante saga arancelaria?

Trump concede una pausa en la suba de aranceles y los mercados estallaron de algarabía. ¿Se arregló todo, Gekko? ¿O es otra exageración más de las muchas que ya vimos en la breve pero punzante saga arancelaria?

La saga arancelaria de Trump según Gordon Gekko. Un nuevo capítulo.

La saga arancelaria de Trump según Gordon Gekko. Un nuevo capítulo.

Periodista: Wall Street, y los mercados del mundo, son una montaña rusa que se cae a plomo, o se eleva vertiginosamente, según dicta el humor del presidente Trump.

Gordon Gekko: Hasta que eso deje de importar. Pero por ahora es así. Trump maneja el joystick. Y la realidad se parece mucho a las peripecias de un videojuego.

P.: Y además el presidente se divierte.

G.G.: Este es un juego que lo pone a Trump en el centro del universo. Y lo muestra casi como una fuerza de la naturaleza. Destruye o crea valor a voluntad. Pero yo diría que la procesión va por dentro. En dos días, la presión se hizo difícil de sostener. Todos contra todos. Elon Musk contra Peter Navarro, el asesor que le da letra al presidente en materia de comercio. Navarro contra Musk. El negocio de equity (acciones) de Wall Street versus el negocio de renta fija (bonos), ambos con llegada al gobierno.

P.: Bill Ackman de Pershing vs Howard Lutnick de Cantor Fitzgerald y además secretario de Comercio.

G.G.: Es raro ver un pase de facturas así, en público, con nombre y apellido. Claramente es la punta del iceberg.

P.: Lo que debe ser la pelea bajo la superficie, lo que no se ve.

G.G.: Es mucha plata como para conservar la parsimonia. Son billones de dólares que Trump destruye caprichosamente. Pero el problema es que nadie está a salvo en una dinámica así, que derriba las piezas como un dominó. Ackman le echó en cara a Lutnick que él sabía de esta estrategia arancelaria, que tiene un negocio de bonos que se benefició generosamente después de la suba que impuso el Día de la Liberación y que lo suyo era un conflicto de intereses inadmisible.

P.: Es difícil decir que no es así.

G.G.: De acuerdo. El lunes, sí. Pero el martes a la tarde los bonos ya estaban en la hoguera, siguiendo el derrotero abierto por la debacle de las acciones. De repente, todos estaban arrastrados por el mismo naufragio.

P.: Usted se preguntaba quién le podía sacar el joystick a Trump. ¿Quién fue? ¿O qué lo hizo cambiar de opinión y alumbrar esta pausa de 90 días en la aplicación de los aranceles recíprocos a la mayoría de los países?

G.G.: La gente se puso muy nerviosa, dijo Trump.

P.: Eso es cierto.

G.G.: El mejor termómetro es el volumen de las discusiones entre aquellos que apoyaron, con mayor o menor entusiasmo, el regreso triunfal del presidente. Tanto empresarios billonarios como políticos oficialistas, que no tienen un mal pasar. La incomodidad de los legisladores republicanos ejerció mucha presión. No se olvide que la facultad de fijar aranceles pertenece al Congreso. Trump la ejerce bajo la invocación de sendas emergencias (por el fentanilo y el déficit comercial). Bastaría un puñado de republicanos disidentes, temerosos de perder su banca, acompañados por una legión de opositores siempre dispuestos, para revocarle esa potestad.

P.: Y sacarle el joystick.

G.G.: Así es. De hecho, ya hay una propuesta bipartidaria de Elizabeth Warren y Roy Warden que postula esa necesidad. “Trump no es un rey, y el Congreso no está indefenso”. Y hay otra similar liderada por el senador republicano Chuck Grassley. Y el fin de semana, una compañía de Florida -Simplified- planteó la inconstitucionalidad de estas medidas. Digamos que la situación se fue complicando pari passu con la destrucción de valor.

P.: Trump se curó en salud. Dicen que tomó la decisión después de escucharlo a Jamie Dimon, el CEO de J.P. Morgan. “Hay que hacer algo con los aranceles”, sostuvo.

G.G.: No es que Trump no haga nada. Pero pidió algo sensato. En mi opinión, la suba de las tasas largas tiene que haber sido la gota que rebalsó el vaso. Estoy seguro que el secretario del Tesoro, Scott Bessent, debe haber pegado el grito en el cielo.

P.: Entre la gente que se asustó tiene que haber estado el propio Trump, ¿o no?

G.G.: Tres veces negó la posibilidad de una pausa o de dar marcha atrás. Pero lo hizo, y bastante rápido, asustado o no.

P.: Bessent señaló que este paso formaba parte de la estrategia.

G.G.: Estamos ganando, dice también Trump. Ok. Pero, me imagino que la Fed, que hasta ahora miraba los hechos desde el palco y a mucha distancia, se tiene que haber comenzado a preocupar. Y Bessent conoce el oficio como para no ver el peligro creciente. Ya no estábamos discutiendo el mercado bear o no, o la amenaza de una recesión, sino acrecentando la posibilidad de una crisis crediticia. Y ese es otro animal, mucho más difícil de domesticar.

P.: La reacción alcista de Wall Street es espectacular. El S&P500, +9,50%. El Nasdaq, 12%. ¿Qué significa? ¿Que se arregló todo? Parece algo tirado de los pelos. Una pausa de 90 días no asegura una solución, pero sí la posibilidad de estirar esta agonía. ¿O me equivoco?

G.G.: Si Trump disfruta ser el centro de atención, por qué va a dar vuelta la página y dedicarse a los temas aburridos. El rebote lo que sí señala es que hay un problema serio. Y que ese problema es el presidente. Si él se corre, si se hace a un lado, aun si resta una discrepancia seria con China, los precios son otros. Sustancialmente superiores.

P.: Más parecidos a los que dejó Biden.

G.G.: Tal cual. Trump mueve el joystick, y prende y apaga la luz en los mercados. Quiere decir que el daño es relativo. Todavía es reversible. Seguramente nos hundiremos en un mercado bear y en una recesión si no suelta los controles. Pero si algo importante se rompe, si tenemos un crac crediticio, el joystick dejará de funcionar. Y la discusión comercial pasará a un segundo plano. Eso es lo que hay que evitar: un accidente de crédito. Ojalá Trump lo deje a Bessent pilotear la situación a partir de ahora. Ya se divirtió bastante con Navarro y su troupe.

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