6 de abril 2025 - 00:00

Fernando Landa, de la cámara de exportadores: “Estados Unidos no tiene déficit con Argentina, para Trump no somos un problema”

El presidente de CERA advierte por un escenario internacional incierto y los pronósticos “no son buenos”. Alerta también por la relocalización de la oferta asiática en América Latina. Qué le pide Trump a Milei para un acuerdo comercial con Argentina.

Fernando Landa: “Devaluar no significa que necesariamente va a solucionar el problema”.

Fernando Landa: “Devaluar no significa que necesariamente va a solucionar el problema”.

Fernando Landa, presidente de la Cámara de Exportadores de la República Argentina (CERA), entiende la decisión de la suba de aranceles por parte del mandatario estadounidense Donald Trump, como una ruptura de la lógica del comercio internacional. El principio de nación más favorecida, impulsado por la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 1843, Trump “lo está derrumbando”.

“El comercio internacional creció con este esquema. Los pronósticos no son buenos”, advierte el titular de CERA. A su vez, entiende que Argentina podría optar por un acuerdo comercial con Estados Unidos, pero el país del Norte no pide al país modificaciones desde el punto de vista arancelario. Para insertarse con mayor fortaleza en el mercado internacional, asegura que deberá mejorar la competitividad, pero devaluar “no necesariamente resolverá el problema”.

Periodista.: ¿Qué está buscando Trump con esta suba agresiva de aranceles?

Fernando Landa.: Trump tiene la creencia de que, a través de los aranceles, él puede lograr una repatriación de producción hacia los Estados Unidos y lograr un reposicionamiento en términos de una mejora de su balanza comercial.

P.: ¿Le parece viable esta relocalización, o suena algo utópico?

F.L.: Es muy difícil de saber a dónde conduce. En el fondo, lo que Trump dice es “no estoy de acuerdo con el concepto de equidad o de no diferenciación de la OMC y del GATT.

Entonces, lo que acá destruyó son los principios que rigieron desde el desde el fin de la posguerra, los mismos que establecieron Estados Unidos y el Reino Unido para crear el GATT. Desde ahora, el principio de nación más favorecida, que significa que no hay discriminación entre los países, si yo le doy una concesión a uno se lo tengo que dar a los demás, lo está derrumbando. El comercio internacional creció con este esquema. Los pronósticos no son buenos.

P.: ¿Qué riesgos corre Argentina en este contexto?

F.L.: Uno de los temas a pensar puede ser qué va a pasar con los precios en Estados Unidos. ¿Esto es inflacionario? ¿Es recesivo?

En cualquiera de los dos casos, es malo para nosotros. Primero, porque supone una suba de tasas y una caída de los precios de los commodities. Esto, además le imprime mucha incertidumbre al sistema norteamericano. O sea, digamos, acá ha tirado por la borda acuerdos de libre comercio, ¿no? Ahí se ve, por ejemplo, el caso de Centroamérica, de Israel o Jordania.

P.: ¿Cómo podría afectar a la región latinoamericana la posible relocalización de esa oferta que quedaría, por ejemplo, de Asia?

F.L.: Yo creo que es un tema sin dudas preocupante. No es solamente la oferta de China la que queda restringida, ¿no?, también Canadá, la Unión Europea. Esto genera una volatilidad ocupante.

Obviamente, esto va a generar presión en los mercados que no eran los que estaban regularmente ocupados por los proveedores.

P.: China respondió con el mismo concepto de reciprocidad y también aplicará aranceles del 34%. ¿Era esperable esa respuesta o se especulaba con que propusiera una negociación?

F.L.: A Trump le gusta negociar desde una posición de fortaleza, pero hay que entender que China depende cada vez menos de las exportaciones. China es menos sensible al cierre de mercados. En el fondo dice: "Estoy dispuesto a empardar."

P.: En el documento de CERA pertinente a este tema se resalta que el petróleo, oro y carbonatos de litio quedaron excluídos de los aranceles “recíprocos”. ¿Cuál es la razón estratégica de esto?

Son provisiones estratégicas de Estados Unidos, obviamente no le conviene imponer un costo adicional. Lo mismo con el T-MEC (Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá), que sigue igual, quiere decir que también hay ciertas cuestiones estructurales que que prefiere mantener, ¿no?

P.: ¿Se puede hacer una estimación respecto de cuánto podría perder la Argentina en términos de de exportaciones a los Estados Unidos con esta medida?

F.L.: Solo se pueden hacer estimaciones muy groseras en algunos aspectos. Tenés 500 millones de dólares, que es el 8%, más o menos, de lo que se importó en 2024 en aluminio. Por ahí en el sector vitivinícola podés ganar, pero después tenés algunos desafíos. En maní tenés una competencia directa con México y Canadá que son proveedores.

Es difícil hacer la cuenta, porque además hay que pensar si es que el consumidor americano va a seguir consumiendo lo mismo, o sea, cuando le suba el precio del vino 15%, ¿va a comprar vino californiano o va a comprar vino importado? No lo sabemos. Entonces, no sabemos si habrá un achicamiento de mercado producto de la recesión.

Lo que sí es cierto es que tenés complejos que están amenazados, concretamente el aluminio y el acero. Pero después existen amenazas en el sector forestal, farmacéutico y semiconductores, aunque nosotros no estamos en ese juego.

P.: Se conoció que la modificación arancelaria se hizo a partir de una fórmula matemática en base al déficit comercial con cada país. Sin embargo, la Argentina, a excepción del año pasado, producto de la recesión, históricamente tuvo una relación deficitaria con Estados Unidos. ¿No podría haber jugado la política para aplicar un arancel menor?

Mira, yo creo que somos argentinos y nos preocupamos de nuestra economía, pero somos muy chicos en el comercio internacional. Entonces, no está centrada en nosotros la decisión. Hay que entender que la fórmula matemática es lo que trató de manifestar Trump, pero la verdad es que no pareciera tan clara. Sería difícil saber cómo se construyeron esos números. ¿Por qué?

Porque al principio se habló de compensar el hecho de que un país tenga un arancel y EEUU tenga otro, pero después dice que hay que considerar otras cuestiones, si hay impuestos injustos que se cobran en la importación, si hay barreras no arancelarias, si hay dificultades en la inversión de los americanos en ese país, entre otras cosas. Todas esas cuestiones pasarlas al número arancelario es muy difícil.

Trump lo que quiere solucionar es su déficit comercial. Entonces, ¿qué va a priorizar? Aquellos países con los que tengan mayor déficit comercial. Con Argentina no tiene déficit comercial. Entonces, no somos un problema.

De hecho, podemos decir que, en realidad, nos fue mucho mejor que a otros países latinoamericanos y centroamericanos que tienen un acuerdo de libre comercio y le puso 10%.

P.: ¿Qué expectativas mantiene sobre la posiblidad de un acuerdo comercial con Estados Unidos?

F.L.: Hay que ver en qué términos se realiza. En algún momento se habló de un tratado de libre comercio. Esto tiene que ser con acuerdo del Mercosur, porque romper el Mercosur no nos conviene, tenemos en Brasil un mercado estable, integrado, estamos en calma con eso. Si no lo tuvieramos, estaríamos más nerviosos.

El gobierno evolucionó a ese razonamiento. Hemos escuchado cuestiones relativas a bajar algunos aranceles. Primero no sabemos contra qué, pero uno podría decir que desde el punto de vista arancelario no nos han pedido nada. Los elementos dolientes están en el informe de la USTR (Oficina del Representante Comercial de los Estados Unidos), que el propio Trump mostró. Y de ahí algunas cosas podemos solucionar y otras que no.

Por ejemplo, el tiempo de pago de las importaciones es un problema del cepo. También hay temas de propiedad intelectual, la piratería, la economía informal. Pero no nos han pedido aranceles, en todo caso, hay que pensar primero que si nosotros cedieramos aranceles sería violatorio del Mercosur, del principio de nación más favorecidas (deberíamos bajarles a todos). En este contexto, ¿nos conviene abrir la puerta en un escenario de caos cuando no te lo pidieron? Tenemos poca información todavía, a medida que avance el tiempo vamos a poder entender.

Es cierto que el país desarrollado le puede dar una preferencia a la Argentina. Puede bajar de diez a cero de en algunos bienes o en todos. Entonces, si eso lo puede hacer, bueno, nosotros también podemos trabajar sobre la lista de temas del informe del USTR.

P.: ¿Cómo se podría aumentar la diversificación de la canasta exportadora?

El tema de la competitividad es lo que tenemos que encarar. Es decir, ya en un ámbito no conflictivo lo teníamos que encarar, porque representamos el 0,28% del comercio mundial. Entonces, en este en este ámbito con mucha más turbulencia, mucho más complejidad y mucha más agresividad con más razón deberíamos atender esta problemática.

Nosotros no podemos seguir con derechos de exportación sobre los bienes industriales, con ingresos brutos, con el IVA que no se devuelve, sin encarar tema de logística, con costos portuarios excesivos, todos temas que suenan muy micro, pero la verdad que suman a la falta de participación en el mercado internacional, ¿no?

P.: ¿Hay que devaluar para generar mayor competitividad?

F.L.: El tema de la devaluación es cíclico en Argentina. Nosotros este de alguna manera siempre discutimos el tipo de cambio. Yo siempre digo por el absurdo, por ver la historia, evaluamos infinitas veces pero la exportación no deja de caer.

Es cierto que cuando vos tenés un atraso de tipo de cambio se te va deteriorando la competitividad, pero me parece que el problema de competitividad lo tenemos que ver por otro lado, porque el problema está en una estructura impositiva muy complicada. Vos agregaste ingresos brutos, desde que determinaste cuánto teníamos de reintegros, agregaste débitos y créditos, impuestos provinciales, municipales.

Con esa carga impositiva, bueno, es difícil ser competitivo. Entonces, devaluar para definir el problema no significa que necesariamente va a solucionar el problema.

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