A los 5 minutos, 45 segundos de comenzar su discurso ante el Congreso, para presentar el Presupuesto 2025, sabiendo que con esto su claque le regalaría la primer tanda de aplausos, el Presidente de la Nación hizo un aparte aclarando con una sonrisa y voz socarrona: “Nota del pie: porque la inflación es siempre y en todo lugar un fenómeno monetario, les guste a quien no le guste.”
Inflación: siempre y en todo lugar, un fenómeno monetario. Siempre y en todo lugar, controversial
Desde que asumió, Javier Milei viene mostrando nuevas “caras” ante la sociedad, que poco y nada tienen que ver con la imagen del “Anarco-Libertario” con que accedió a la Presidencia. Lo que no ha cambiado es su adhesión a la Teoría Cuantitativa del Dinero (TCD), versión Friedman, como instrumento en su comprensión y lucha contra la inflación…
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Javier Milei disfruta de cultivar cada vez que puede una imagen de “catedrático libertario”, en donde mezcla posiciones irreconciliables (Friedman-Rothbard o Hayek-Mieses).
Esto habla de una heterodoxia por la que ha ido abandonando principios -y personas- donde pocos sobreviven, y como postula la ley de Gresham, vemos a la “moneda mala desplazando la buena”.
Esta es una frase que viene promoviendo hace ya tiempo en los medios sociales, sus presentaciones ante el “círculo rojo” e incluso frente a sus íntimos, así que todo hubiera sido perfecto de no ser porque -tal vez extrañando a “Su”, que fue forzada a dar un paso al costado- la ciudadanía prefirió no escucharlo y “desenchufarse” mientras hablaba.
En marzo, cuando abrió las sesiones legislativas, entre los 30 canales de TV por cable y los 20 de TV abierta que hay en el país, más los “medios sociales”, la audiencia de Javier Milei se acercó a los 55 puntos de rating.
Este domingo entre los 4.5 puntos del aire, 12 de los pagos y un par más vía el “streaming”, apenas llegó a al equivalente a 18.5 puntos; esto es, menos de 1,9 millones de personas o tan solo el 13% de quienes lo votaron en noviembre pasado.
Las palabras de Milei no son de él, sino un plagio a Milton Friedman en una charla en la Universidad de Nairobi en 1970 (“La contrarrevolución en la Teoría Monetaria”; Proposiciones Claves del Monetarismo, punto 8). La frase prendió y se convirtió entre los monetaristas en un slogan como una síntesis de la Moderna Teoría Cuantitativa del Dinero en contra de la visión Keynesiana.
La más vieja de las teorías económicas
Friedman fue un tipo muy inteligente, una máquina de trabajo y sobre todas las cosas un gran vendedor... pero de ninguna manera un genio.
Quien sí lo fue, es Nicolas Copérnico. Más conocido como astrónomo, además de ser un reputado médico, abogado, cartógrafo, político, etc., “Koppernigk” tiene al menos siete obras en las que trata cuestiones económicas.
La más gravitante es “Monetae cudendae ratio”, circa 1526, en la que avanza sobre lo que hoy llamamos la “Ley de Gresham” (la moneda mala desplaza a la buena). “Avanza” porque esta idea ya la había pergeñado Nicola Oresme en su tratado “Sobre el Origen, Naturaleza, Ley y Alteraciones del Dinero” de 1350. Pero Oresme no fue el primero.
Ya en 1290 Ibn Taimiyyah (Syria) distinguía las dos principales funciones del dinero como medida del valor y medio de intercambio, advirtiendo que su devastado y falsificación generaba la fuga de las “monedas buenas” y el ingreso de las “malas”.
Antes que él, en 1223, Yuan Hsieh (China, 1223) alertaba “… debido a que la moneda papel era demasiada, la moneda de cobre se volvió escasa. Si ahora agregamos la moneda de hierro, ¿no será aún más escasa la moneda de cobre?”. Y unas décadas antes, hacia el 1090 Yeh Shin había escrito “…piensan que debe utilizarse papel cuando la moneda es escasa. Pero en cuanto se lo emplea, la moneda, es más escasa aún” y mucho antes, en el 524 AC el Duque Mu de Shan (Narrativa de las Naciones”) habla de que “Entonces, en el mercado el dinero barato (el hijo) controlaba el dinero caro (la madre)….”
No olvidemos que el uso del papel moneda por los chinos precedió al de los occidentales en siglos, que recién lo hicieron en 1661 cuando el Banco de Suecia imprimió sus primero billetes. Durante la dinastía Tang (618-907 DC) comenzó a circular el primer papel moneda, que con la llegada de la dinastía Yuan (1271-1368), se hizo inmensamente popular cuando el gobierno comenzó a emitir sus propios billetes. Esto explica que China experimentara y descubriera mucho de los fenómenos y conceptos monetarios siglos antes que los europeos.
Volviendo a Copérnico, en su “Monetae…” aparece un párrafo -uno solo- que habla tangencialmente sobre el efecto de la emisión monetaria, pero está lejos de esbozar una teoría y no incorpora la noción de la inflación o la suba de los precios al análisis. Sin embargo, es en base a estas pocas palabras (podríamos agregar su consejo Nro.5: “Se debe evitar una cantidad excesiva de dinero”) que los seguidores de la escuela Austriaca lo ensalzan como “la primer persona en definir claramente la Teoría Cuantitativa del Dinero, como el principio por el cual los precios varían de manera directa con la oferta de dinero en la sociedad”.
Mas allá del manifiesto error, el problema es que como en el caso de la ley de Gresham, o en la concepción heliocéntrica (donde Al-Sijzi 945 DC, Al-Bitruji 1180 DC, Al-Urdi, etc lo precedieron algunos cientos de años), los pensadores árabes comprendieron mucho antes y más acabadamente que Copérnico la relación entre la emisión de monedas y los precios.
Reconocido como el padre de la sociología, Ibn Khaldun es el “postergado” padre de la economía moderna, desarrollando la idea de la primacía y la necesidad de lo que conocemos como la “división del trabajo” 380 años antes que Adam Smith, la teoría del precio y el valor 417 años antes que David Ricardo, su teoría sobre el crecimiento de la población precedió a la de Thomas R. Malthus en 428 años y hablo sobre el rol del estado en la economía 525 años antes que Keynes. Todo esto encuadrado dentro de un sistema dinámico fácil de comprender, en el cual las fluctuaciones de la actividad económica de largo plazo estaban determinadas por mecanismos económicos.
En 1377, Ibn Khaldun describió en su Muqaddimah la relación que existía entre los malos gobiernos o excesivamente burocráticos y los precios: como los burócratas eran incapaces de comprender a los ciudadanos privados, las administraciones ineficientes tendían a subir los impuestos y las regulaciones para hacerse de dinero. Con esto el incentivo para sembrar o producir caía y la escasez de bienes derivaba en un incremento de los precios y una caída en desarrollo de nuevas labores lo que llevaba al colapso de las sociedades.
Unos años más tarde, al buscar la explicación de la inflación egipcia de 1403-1405 su alumno Al Maqrizi nos presenta en el “Ighatsatul Ummah bi Kasyfil Ghummah”, un verdadero desarrollo sobre la relación entre la emisión y el incremento de los precios, aconsejando volver al estándar de oro y plata (hacia finales de siglo XV Al-Suyuti expande la idea en su tratado sobre el dinero; el primero texto monetario de la historia).
Al Maqrizi identifica dos causas para el incremento de los precios. Por un lado, las naturales (desastres, guerras, embargos, hambrunas, etc) que, si disparan una caída de la oferta o un incremento en la demanda, no se pueden evitar, pero decrecerá gradualmente cuando lo haga su causa.
Por el otro -la que ve más prevalente-: el error humano. Esto lo subdivide en tres, la corrupción, los impuestos y las prácticas monopólicas y lo que entiende es el factor predominante -aquí va más allá que su maestro-, la acuñación excesiva de dinero.
Claro que en este caso los chinos también llegaron antes. Ya desde los escritos del Duque Mu de Shan había quedado claro que la acuñación de dinero debía darse de acuerdo con su valor y que la sobreoferta derivaba en un incremento de los precios en la economía.
No tan atrás, en el 168 A.C. Chia Yi sostenía que “El gobierno acumula cobre para el control del valor del dinero. Cuando el valor es bajo, disminuye la cantidad y cuando es alto distribuye más dinero. Así el precio de los bienes se ecualiza”.
En 1317 Ma Tuan-lin publica en el Wenxian Tongkao, “El hecho de que el dinero sea ligero resulta de la cantidad de bienes. Será necesario aprobar una ley para suprimirlo, y así hacer que se vuelva escaso, y en consecuencia pesado; si entonces vuelve a ser demasiado pesado, se debe aprobar una ley para difundirlo, por lo que vuelve a hacerlo liviano”.
En 1378 Yeh Tzu-Ch´i advertia “…cuando su dinero no fue suficiente, simplemente hicieron que una gran cantidad de papel se convirtiese en dinero. Por lo tanto, el papel moneda no era capaz de medir el valor de las cosas y todos los productos se bloquearon en el mercado”.
Podría seguir agregando nombres, pero nos apartaríamos de lo central de este comentario.
En realidad, quien primero definió de manera taxativa la relación entre la emisión y el incremento de los precios en occidente no fue Copérnico, sino el escolástico Martin de Azpilcueta.
El descubrimiento de las minas de plata en América causó una inundación del metal, primero España y luego en el resto de Europa, disparando lo que conocemos como “La revolución de los Precios”. Hoy ese 1.2% anual al que subían los precios entre el siglo XVI/XVII puede parecernos una risa, pero entonces causaron un desastre.
Buscando explicar lo que ocurría, en 1556 Azpilcueta público su “Comentario Resolutorio de Usuras” donde afirmaba que: “El dinero vale más donde escasea que donde abunda”. ¿Por qué? Porque “toda mercancía se encarece cuando hay mucha demanda y escasez, y ese dinero, en la medida en que puede ser vendido, permutado o intercambiado por alguna otra forma de contrato, es mercancía y por tanto también se encarece cuando hay gran demanda y poca oferta”.
Apuntalado sobre esto -y en menor medida en Tomas Mercado- Jean Bodin publica en 1568/78 “Réponse aux paradoxes de Monsieur de Malestroict touchant l'enchérissement de toutes choses", como respuesta al estudio que la Oficina de Cuentas de Paris le había encargado en 1563 a Jean Cherruies, para explicar el porqué de la suba de los precios (se focalizó en el devastado de la moneda).
Bodin identificó cinco factores -en línea con los de Al Maqrizi-: a) la repentina sobreabundancia de oro y plata en Europa, b) los monopolios, c) la escasez de productos causada por una excesiva exportación y casi nula importación, mas los crecientes desperdicios, d) la demanda “fashion” de ciertos bienes por los más ricos y e) el devastado de la moneda. De estos factores el principal era el primero, la sobreoferta monetaria.
Lamentablemente la visión judeo-protestante y los prejuicios de Murray Rothbard, padre del movimiento libertario y fundador del anarcocapitalismo -a lo que adscribe nuestro presidente y con el que mantendría comunicaciones desde el “más allá”-, quien en “El pensamiento Económico antes de Adam Smith”, Vol. I, sostiene que “…nada de interés emergió sobre el pensamiento económico de estas antiguas civilizaciones”, en referencia a la Mesopotamia, India y China, limitaron y circunscribieron la evolución intelectual de Escuela Austriaca dentro de una perspectiva anglosajona.
Clásica y Moderna
A Bodin, quien da el primer paso empírico en el estudio de la relación entre los precios y la emisión monetaria, le seguirían los comentarios de Bernanrdo Danvazatti en 1588 (“Lezione delle Monete”), Luis Molina en 1593 (De Jure et Justitia”) y John Locke en 1601 que en “Algunas consideraciones de las consecuencias de la rebaja de las tasas….” define la tasa de interés como “un precio” y habla sobre la relación inversa entre el valor del dinero y su oferta.
En 1615 Antoyne de Montchretien (Tratado de Economía Política) aclara que los precios no siempre aumentan de manera proporcional a la cantidad de dinero y en 1694 John Briscoe presenta la primer formulación matemática de la TCD como P=M/Q, (M, cantidad de dinero; Q cantidad de bienes; P, precio), que repite Henry Lloyd en 1771.
En 1730/55 Richard Cantillon publica “Essai sur la Nature du Commerce en Général” -considerado el primer tratado occidental de economía- en la que introduce el concepto de la velocidad, los sustitutos y la no neutralidad del dinero (la idea que la emisión afecta los precios de manera no instantánea, no igual y que puede beneficiar a algunos a costa de otros).
En 1752 David Hume refina y hace el primer desarrollo teórico moderno de la TCD en sus “Discursos Políticos” partes a,b,c,d, , distinguiendo que mientras en el corto plazo los shocks monetarios causarían alteraciones temporales en la actividad económica (no-neutralidad), en el largo, un cambio en el suministro de dinero alteraría todos los precios en la misma proporción (neutralidad).
En 1802 Henry Thornton incorporó el papel moneda y el efecto de los bancos al análisis (no solo la base monetaria sino el dinero creado mediante el crédito) y en 1856 Francis Bowen extiende la ecuación como gs=mr (G, cantidad de bienes; s, numero de veces que se venden los bienes; s, velocidad de circulación del dinero; m stock del dinero).
En 1885 Simon Newcomb (El Estándar del Valor) rescribe la formula como VR=KP (V; volumen de la moneda; R, velocidad de la circulación; K, número real de transacciones; P Nivel de precios) y en 1909 Edwin Kemmerer (Dinero e Instrumentos de Crédito en su relación a los Precios en General) intenta por primera vez testear estadísticamente la TCD bajo la fórmula P=(M*R+C*Rc)/(N+Nc*Ec), donde distingue e incorpora cheques y giros.
En 1911 Irving Fisher presenta en “El Poder de Compra del Dinero, su determinación y Relacion cpon el Creditro, Interes y Crisis" ”, su ecuación MV=PT (M, base monetaria; V, velocidad de circulación; P, precio promedio de las transacciones; T, transacciones pagadas) y la TCD, que él define como tal, alcanza su apogeo.
Si bien a partir de la modificación de Alfred Marshall y especialmente la de Arthur Pigou en 1917 (1/P=kR/M; consideran que, por los cambios sociales, institucionales y tecnológicos, la velocidad del dinero no es fija) han aparecido infinidad de variantes tratando de capturar más acabadamente la realidad, la ecuación de Fisher sigue siendo la más popular.
Esto tiene que ver con su sencillez. En castellano y palabras del propio Fisher lo que él postula no es más que: “manteniendo todas las demás cosas iguales, el nivel de los precios varia en proporción a la cantidad de dinero”, lo que no resulta muy diferente de lo que ya había postulado Chia Yi casi 2100 años antes.
El que tiene boca, se equivoca
La “Era Dorada” de la TCD se dio entre 1870 y comienzos de la Primera Guerra Mundial, cuando el abandono del oro como standard internacional y en crack de 1929 abrieron la puerta al Keynesianismo.
Es interesante que Keynes no niega los postulados de Fisher, sino que dice que la velocidad de circulación del dinero se moverá de manera opuesta a la cantidad de dinero, por lo que no se alteran ni los precios ni la actividad económica.
Es claro que Keynes se equivocó y a principios de los 1970´s la estanflación y la formulación del “monetarismo” por Karl Brunner en 1968 y su desarrollo y popularización por Milton Friedman (podemos sumar los trabajos de Allen Meltzer, Philip Cagan, etc.) volvieron la TCD al centro del escenario. Pero esto no duró demasiado.
En la primer mitad de los 80´s EE.UU. abandonó el “Monetary targeting” -la idea de usar la política monetaria para estabilizar e impulsar la economia- y para fines de la década siguiente, con la aparición del Euro, lo mismo hacia Europa, con lo que la TCD nuevamente abandono el centro del escenario (si bien los Neo-Keyneseanos aceptan la idea del rol de la politica monetaria para controlar la inflacion).
Irónicamente, si tenemos que buscar un culpable, el responsable de caída en desgracia del monetarismo en los 80´s, no fue otro que el mismísimo Friedman. Mientras durante los 70´s había pronosticado correctamente la caída económica y la disparada de los precios, en 1981 predijo que la inflación norteamericana seria del 6%, en 1982 fue del 3.83%; en 1982 estimó una inflación de 8% para 1983, fue del 3.79%; en el 83 estimó una inflación de dos dígitos para el 84, fue del 3.95%. En el 84 hablaba de 8-10% para el 85, bajo a 3.8% y 1.1% en el 86. Ese año dejo de hacer predicciones públicas.
Quedó claro que el modelo para la correlación teórica que postulaban por entonces los monetaristas Friedmanos entre el “exceso de dinero” y el incremento de los precios no se daba en el mundo real.
Acá vale una aclaración, así como Fisher insistió más de una vez que su ecuación de intercambio, no era la “Teoría Cuantitativa del Dinero del Poder de Compra del Dinero”, sino una manera algebraica de describir sus efectos, la TCD no es el “Monetarismo”, sino uno de sus postulados centrales -pero absolutamente independiente de él-, por lo que el fracaso de los monetaristas no significaba la invalidez de la TCD ni del algoritmo de Fisher.
y el que se equivoca, corrige… a veces.
El 22 de octubre de 1929, el New York Times titulaba “Fisher dice que los precios de las acciones están bajos”. Unos dias antes habia afirmado que “El precio de las acciones han alcanzado lo que parece ser una permanente meseta elevada”.
Dos días después, comenzaban el colapso del mercado bursátil y la crisis de 1930.
En septiembre de 1932 un empobrecido Irving Fisher, quien había sido el economista más popular y respetado del mundo y al que ahora nadie escuchaba (Keynes era la estrella), publica “Booms y Depresiones; Algunos Principios Básicos” donde, sin abandonar la TCD, vuelve sobre la teoría de los ciclos económicos reconociendo tácitamente que su modelo había sido demasiado restrictivo.
En el caso de Friedman, sus yerros nunca lo incomodaron demasiado. En "La Metodología de la Economía Positiva" de 1966 ) había postulado que: “La cuestión de si una teoría es "suficientemente realista" sólo puede resolverse viendo si genera predicciones que sean lo suficientemente buenas para el propósito en mano, o que son mejores que las predicciones de teorías alternativas”, a lo que adhirió hasta su muerte en 2006.
En diciembre de 1997, en referencia a Japón declaró al WSJ "El camino más seguro hacia una recuperación económica saludable es aumentar la tasa de crecimiento monetario, pasar del dinero restrictivo a un dinero más fácil, a una tasa de crecimiento monetario más cercana a la que prevaleció en los dorados años 1980, pero sin volver a exagerar", "Después de un año o algo así, la economía se expandirá más rápidamente; la producción crecerá y, tras otro retraso, la inflación aumentará moderadamente". Mucho de "Quantitative Easing", nada que "Quantitative Theory of Money"
Sobre la TCD en junio de 2003 (a los 91 años) admitió al FT que "El uso de la cantidad de dinero como objetivo no ha sido un éxito", añandiendo "No estoy seguro de si hoy -se referia a la experiencia de los 80´s- lo empujaría tanto como lo hice antes". Los Keyneseanos, celebraron.
La trampa está en la definición
La palabra “inflación” recién aparece en la discusión económica durante la Guerra Civil norteamericana en referencia a la expansión de la base monetaria producida por la impresión de los primeros dólares en papel en 1862 para financiar la guerra. Ni Hume, Smith, Marx, ni ninguno de los economistas clásicos uso el término y no será hasta la publicación de “Apreciación e Interés” de Irving Fisher en 1896, que comienza a popularizarse bajo el sentido moderno, de un proceso de incremento general de los precios y la caída del poder de compra.
Por alguna razón que no suele dar, Javier Milei no menciona que cuando Friedman sostiene en “La contrarrevolución…”, que “la inflación es siempre y en todo lugar un fenómeno monetario” agregaba “en el sentido de que es y puede ser producido sólo mediante un aumento más rápido de la cantidad de dinero que de la producción”.
Básicamente, lo que hizo Friedman fue restringir la definición de Fisher y crear un argumento circular -una tautología- en su definición de lo que era la inflación.
Así cualquier incremento de los precios en la economía por otros motivos que no se vincularan de manera directa a una emisión excesiva de dinero, como los que había identificado Al Maqrizi ya en el siglo XV (causas naturales, guerras, corrupción, ineficiencias del sistema económico, etc.) y que Fisher también aceptaba, para él y sus seguidores no generaban “inflación”.
Esto no es una cuestión banal, porque limita la comprensión de lo que es la inflación, sus causas y lo que es más importante su “cura”.
La TCD funciona, ¿pero cuando?
La verdad es que la Teoría Cuantitativa del Dinero -en su versión más amplia- funciona. La mejor prueba es que, como bien la definió Mark Blaug, “es la más vieja de las teorías económicas en existencia” incluso -como vimos- mucho más vieja de lo que el mismo estimaba.
En el mundo real los precios varían si varía la cantidad de dinero en la economía y posiblemente este sea el factor que más los influencia en el largo plazo. El problema es que la relación no estable -durante “La Gran Moderación”, 1985-2007, fue casi imperceptible- hasta ahora no se pudo determinar muy bien cómo, cuándo y lo que es más importante, hasta qué punto.
Dejando de lado los cuestionamientos teóricos y el efecto de otros factores sobre los precios, la aplicación de la TCD nos obliga a escoger de manera inconsistente y cuestionable entre cientos de medidas respecto a que es la cantidad de bienes y dinero, su velocidad y el nivel de precios.
Por caso, ¿qué pasa si la causalidad es al revés y va de los precios a la masa de dinero?,¿qué hacemos con las criptomonedas?, ¿las incorporamos a la ecuación o no?; y en una economía que en la práctica es bimonetaria como la Argentina, ¿contamos los dólares que tiene la gente en el “colchón”? ¿y… que pasa con el tiempo?
El mismísimo Friedman, a pesar de lo restrictivo de su modelo, advierta que la relación entre el crecimiento de la cantidad de dinero y la inflación no es precisa, que puede no darse en todos los casos y que toma un tiempo que es largo y variable, que finalmente estimaba que en los EE.UU. promediaba entre 6 y 18 meses para alcanzar su pico (en “Un programa para Estabilidad Monetaria” afirma que en total pueden tomar cualquier cosa entre 4 y 29 meses, pero que no había ninguna base para saber cuánto será).
Un problema de tiempo
Cuando en noviembre del año pasado, Javier Milei advertía que le tomaría entre 18 y 24 meses para eliminar la inflación, no hacia ninguna cuenta, simplemente -fuese por fanatismo, la falta de estudios locales o desidia- tomaba como ciertos y universales los números de Friedman sobre el mercado norteamericano.
Para lo que nos toca, la idea oficial es que si frenamos la emisión excedente de dinero -aquella por encima de lo que viene creciendo la economía-, tomaría ese tiempo para que la economía crezca lo suficiente como para absorber/licuar el exceso de circulante de la administración anterior.
Pero hasta que esto no ocurra -que la economía crezca lo suficiente-, las presiones inflacionarias permanecerían agazapadas. Así cualquier medida para frenar el incremento de los precios, salvo reducir la cantidad de dinero existente lo que que en el corto plazo tiene un claro efecto recesivo -en esto Friedman coincide con Keynes-, no es más que un parche provisorio.
En el capítulo X de Animal Farm George Orwell comentaba: “Todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros”. Tal vez, como presupone el gobierno “Todas los procesos desinflacionarios son iguales”… pero tal vez “algunos sean más iguales que otros”.
Según Fischer, lo que él llamó Periodos de Transición -el tiempo para que se verifique su ecuación (MV+M'V' =ΣpQ)- "En la mayoría de los casos... es de unos 10 años".
Recientemente -y en coincidencia con Chiristiano, Eichenbaum y Evans- S.Arouba & T.Dreschesel estimaron que Friedman se “quedó corto” y que no es hasta pasados 43 meses que las contracciones monetarias comienzan a tener un efecto significativo sobre los precios en los EE.UU., con el máximo pasado los 54 meses ( “The Long and Variable Lags of Monetary Policy”, 2024).
El mismo Friedman dejó la puerta abierta a la posibilidad que los tiempos pudiesen ser mucho mayores de los que había estimado, al admitir en “La Contrarrevolución…” que, en el corto plazo -5 a 10 años- los cambios monetarios afectan fundamentalmente la producción y en periodos más largos, los precios.
De ser así, más allá de los éxitos logrados hasta aquí en el control de la inflación (que no son excepcionales: con políticas más heterodoxas, en julio de 1985 la inflación fue reducida de 30.5% a 1.7% ocho meses después y en octubre de 1991 era 1.4% cuando ocho meses antes tocaba 27%), el camino de “la normalización monetaria” que tomó el gobierno podría ser mucho más largo y difícil de lo que pronosticó el presidente Milei.
Ojalá que no. Ojalá que la sociedad tenga paciencia. Ojalá que la gente aguante…
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