16 de diciembre 2024 - 00:00

La Fed bajará su tasa el miércoles, aunque suben las tasas largas (y la inflación no afloja)

Desde que empezó la baja de tasas en septiembre, la inflación se retoba. Como mínimo, se niega a retroceder en dirección a la meta de 2%. Las dudas que no tiene la Reserva Federal (ni la Bolsa) se agolpan en el mercado de bonos.

La transición pacífica, documentada por la fotografía amable de Biden y Trump en el Salón Oval.

La transición pacífica, documentada por la fotografía amable de Biden y Trump en el Salón Oval.

@america

El oráculo de Chicago no lo duda: el banco central reducirá la tasa de fed funds un cuarto de punto el próximo miércoles. Los futuros lo aseveran con una probabilidad de 96%. Pocas veces exudan tamaña convicción. Será la tercera rebaja de un proceso que comenzó con un sorpresivo desguace de medio punto en septiembre y continuó dos días después de la elección, a sabiendas de que Donald Trump era el vencedor en las urnas. La inflación de noviembre, +0,3%, alta pero en línea con lo esperado, cimentó todavía más el pronóstico.

A la Fed no le importan los precios a contramano ni las promesas de campaña que echaron más leña al fuego. Desde septiembre se impuso la tarea de aligerar el nivel de restricción de la política monetaria y a eso se aboca reunión tras reunión. La última del año no será la excepción. En esta transición pacífica, documentada por la fotografía amable de Biden y Trump en el Salón Oval, el banco central bajó la tasa de 5,50% en septiembre a 4,75%, y el miércoles la llevará a 4,50%. Cuando Trump tome posesión de la Casa Blanca la habrá rebanado un punto completo. En función de lo que decida después, el libreto podrá cambiar recién en 2025.

La inflación de noviembre era la última pieza de información relevante previa a la reunión de la Fed. No se esperaba una merma, y no se produjo. Todo lo contrario: trepó una décima a 0,3%. Su versión núcleo, que rondó 0,1% en junio y 0,2% en julio, se montó en agosto a 0,3%. Y no afloja desde entonces. Suman ya cuatro lecturas consecutivas a una velocidad anualizada de 3,7%. Los precios al consumidor, los últimos doce meses, escalaron 2,7%. Si se excluyen energía y alimentos, 3,3%. Los precios mayoristas, por su parte, subieron 0,4% en noviembre. Y 3% el último año (la definición núcleo, 3,5%).

¿Qué película está viendo la Fed? Desde que empezó la baja de tasas en septiembre, la inflación se retoba. Como mínimo, se niega a retroceder en dirección a la meta de 2%. ¿No es un error de política? ¿Por qué insiste? ¿O dejó ya de ser data-dependiente?

Las dudas, ni en la Fed ni en la Bolsa

Las dudas que no tiene la Fed (ni la Bolsa) se agolpan en el mercado de bonos donde los “vigilantes” no ganan para sustos. Y no se puede culpar a los exabruptos de Trump. El presidente electo se porta bien. Parece otra persona. No está en sus planes, dijo, remover a Jay Powell al frente de la Fed. Asistió a la gala de Notre Dame y no provocó a nadie. Como siempre, en su trato con el príncipe Guillermo, se mostró embelesado con la Casa de Windsor y la realeza. Y, por si fuera poco, le cursó una invitación al presidente chino Xi Jinping a la ceremonia de asunción de mando. En particular esta semana, no amenazó con aplicarle aranceles a ningún país. Y el paradero de sus cancerberos comerciales, notablemente el de Robert Lighthizer, sigue siendo desconocido, pero fuera del próximo gobierno.

Desde que la Fed inició la baja de tasas, el mercado de bonos comenzó a subir las suyas. El banco central las hundió 75 puntos base. Los bonos largos (a diez años) las izaron 80. El gabinete de Trump, en especial, el equipo económico, produjo un alivio. Esta semana, quedó claro que es solo una tregua transitoria. Mientras la Fed se apresta a un recorte de 25 puntos; las tasas largas se elevaron otro tanto por adelantado (consumiendo casi todo el alivio). La tasa de diez años merodea 4,40% y al primer percance la tendremos por encima de 4,50% haciendo gala de su incomodidad. Y no por culpa de un Trump agresivo. Más bien como reacción a una Fed muy concesiva. Sabíamos que un Trump beligerante era dañino. Anotemos ahora que la pax con Powell tampoco sirve si cae bajo sospecha. Juntos son dinamita si la agenda no cambia. Si Trump no ablanda la suya. O si Powell no se endurece. Desde septiembre, la suba de las tasas largas refleja un aumento de 50 puntos base de la tasa de interés real (una economía sólida que no precisa estímulo). Y otros 30 puntos a cuenta de una mayor inflación esperada. O mejoran los números de inflación o se revisa la agenda. O nos esperan dolores de cabeza. Y fracasar con las subastas de bonos del Tesoro será indigesto.

¿Qué película mira la Fed?

¿Qué película mira la Fed? La de una desinflación lenta pero segura. La que se ve mejor con el deflactor del consumo, que es su referencia oficial. A octubre, la inflación mide 2,3% (y 2,8%, la núcleo). Powell gatillará una baja no look el miércoles, y conocerá el dato de noviembre recién a fin de mes. Lo que se espera es una lectura mensual que podría ser la mitad de lo que marcaron los precios minoristas. Aun así, el registro anual treparía a 2,5%. La Fed confía en la desinflación que observa en los salarios nominales (con aumento del salario real), los costos laborales unitarios y, también, si se quiere, en la mediana de la inflación minorista. Su confianza es mucha y su prisa, escasa. No prevé arribar a la meta de 2% antes de 2026. No le inquieta que el costo de la vivienda y de los demás servicios todavía duplique la meta y descienda con la parsimonia de un caracol. Sí se preocupó en bajar rápido la tasa de interés real. El enigma Trump no influye todavía. Tallará recién cuando asuma. Powell no quiso anticiparse, pero ya conoce de primera mano la opinión crítica de los bonos y su aguda sensibilidad. Y le prestará atención en su nuevo mapa de puntos. Los mercados no se sorprenderán si, nueve días después del cambio de guardia, la Fed deja la tasa inmóvil en 4,50%. Y ahí sí se sienta a esperar de brazos cruzados las definiciones concretas de las Trumponomics.

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