24 de marzo 2025 - 00:00

La Fed toma nota del Efecto Trump, pero mantiene la proyección de dos bajas de tasa este año

A diferencia de Trump, la visión de la Reserva Federal es la convencional: los aranceles tienden a bajar el crecimiento y a incitar la inflación. Como en 2021, no quiere correr por delante de los acontecimientos ni de los bríos de la Administración. Los mercados temían una franqueza mayor, y lo tomaron bien.

La economía real luce sólida a los ojos de la Fed, aunque la data blanda sugiera un percance en ciernes.

La economía real luce sólida a los ojos de la Fed, aunque la data blanda sugiera un percance en ciernes.

Federal Reserve

La Fed estrenó la baja de tasas en septiembre pasado. Avanzó después de izarlas a destajo -de 0,25% a 5,50%- entre 2022 y 2023 para doblegar el desborde de una inflación que juzgó temporaria y fue (¿es?) un traspié duradero. En plena discusión electoral redujo el costo de los fed funds en medio punto. Y luego de la victoria de Trump lo hizo en otro medio. Los recortes se basaron, Jay Powell dixit, únicamente en el análisis de las circunstancias del momento. El discurso de campaña no contó para nada. “No adivinamos, no especulamos, no presuponemos” qué hará la Administración entrante, aclaró en diciembre. La Fed sugirió entonces -con la tasa en 4,50%- que se retiraba a cuarteles de invierno. La idea: ver y esperar. Cedió así toda la iniciativa a Trump. Y vaya que su gobierno no perdió el tiempo. Y está dando vuelta al país, y al mundo, como una media. Dice la OCDE: su política arancelaria puede hundir el producto global en 0,3% al cabo de tres años y elevar la inflación mundial en 0,4% por año en dicho período. Nobleza obliga, el presidente está haciendo lo que prometió.

En diciembre, antes de Trump, en su mapa de puntos -un borrador muy tentativo de hoja de ruta- la Fed consignó la posibilidad de ejecutar dos bajas de tasa este año. ¿Qué varió tres meses después, ahora que la Casa Blanca despliega un raid masivo de deportaciones, suba de aranceles y cierre de agencias y empleos públicos? Las proyecciones económicas cambiaron mucho, pero no cambió una coma en las proyecciones de tasas de interés. ¿Es tan contradictorio Trump que su vértigo es inocuo? No exactamente. Powell admitió que los riesgos para el cumplimiento de los objetivos de la política monetaria son más elevados. No obstante, el mapa de puntos difundido el miércoles pasado conserva intacto el escenario de dos podas de tasa. Dibuja una traza que cerraría el año en 4%.

Debe ser culpa de los aranceles

De diciembre a marzo, las proyecciones económicas de la Fed mudaron de manera sustancial. ¿Cuál fue la razón? Una se destaca por encima de todo. La suba de aranceles que Trump prodiga con ahínco digno de mejor causa. La Fed confía en la bondad de la inercia de precios que dejó la presidencia de Biden, y por eso mismo arriesgó la reducción de tasas del año pasado. Sin embargo, ya detecta un aumento en la inflación de bienes en enero y febrero que “debe ser culpa de los aranceles”. Elevar un arancel, se entiende, puede provocar un aumento de precios por única vez, no de la inflación sostenida. El escenario base de la Fed supone así un ascenso transitorio (¡otra vez se entromete la palabra maldita!) de la inflación -salvo que se desanclen las expectativas. El banco central ajustó en alza la medición núcleo a fin de 2025: de 2,5% a 2,8% (venía de 2,2% en septiembre de 2024). Pero no anticipa un contagio posterior. 2026 cerraría en 2,2%. Y la meta de 2% se alcanzaría recién en 2027. Las expectativas de inflación de los consumidores estallaron -4,9% a un año vista- pero su sesgo de siempre es a la exageración. “Es una aberración”, dijo John Williams, de la Fed de Nueva York. Las expectativas implícitas en los precios de los bonos no variaron, y un banco central alerta no ve un motivo de preocupación.

La economía real luce sólida a los ojos de la Fed, aunque la data blanda sugiera un percance en ciernes. Si su corrosión termina dañándola, afirmó Powell, “lo sabremos muy pronto”. Pero, todavía, “no es así”. Sin embargo, la Fed redujo fuerte las proyecciones de crecimiento del PBI. Para este año, las rebanó de 2,1% a 1,7%. Y de 2% a 1,8% en 2026. La tasa de desempleo, hoy en 4,1%, treparía a 4,4% en diciembre. ¿Y cuál es la causa? La misma, la suba de aranceles (y las represalias). A diferencia de Trump, la visión de la Fed es la convencional: los aranceles tienden a bajar el crecimiento y a incitar la inflación. ¿Teme acaso una estanflación? No, ni siquiera una recesión. Pero, como explicó Austan Goolsbee de la Fed de Chicago, la política comercial sí supone un impulso estanflacionario. Lo que cambia con respecto a los años 80 es que las condiciones iniciales son robustas como para absorberlo sin mella.

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Powell admitió que los riesgos para el cumplimiento de los objetivos de la política monetaria son más elevados.

Powell admitió que los riesgos para el cumplimiento de los objetivos de la política monetaria son más elevados.

La Fed optó por ver y esperar

La Fed culminó su reunión de política monetaria el miércoles y no trajo novedades. Mantuvo sus tasas estables. Y también las proyecciones de tasa para todo el horizonte 2025-2027. Además, decidió ir más lento en la estrategia de reducción de su hoja de balance (con la disidencia del gobernador Waller). No tiene apuro por actuar. “Es apropiado esperar por mayor claridad, los costos de la espera son muy bajos”, apuntó Powell. Y, con estos pequeños gestos de cortesía, también minimiza los costos de irritar a Trump.

Vistas las nuevas proyecciones económicas, la Fed no abriga expectativas favorables. Maldita la gracia que le hará que Trump lo lleve a un terreno pantanoso, donde la política monetaria puede no ser eficaz. Si la economía se derrumba y se catapultan las expectativas de inflación, Powell estará en un brete innecesario. Pero la Fed, como en 2021, no quiere correr por delante de los acontecimientos ni de los bríos de la Administración. Ni siquiera elevó el tono de voz -la forward guidance- para trabajar desde ahora en contrarrestar sus posibles efectos adversos.

Los mercados temían una franqueza mayor de la Fed, y lo tomaron bien. Si el mapa de puntos oficial marca dos recortes de tasa hasta diciembre, los futuros de Chicago apuestan a que sean tres. Comenzando tan pronto como en junio. Da lo mismo dos que tres, son suposiciones en el aire. Mientras tanto, Trump se prepara para lanzar otra andanada arancelaria el 2 de abril. “El Día de la Liberación”, se ufana. Estrenará allí el Régimen de Reciprocidad, intentará por tercera vez gravar al 25% las importaciones de Canadá y México bajo el paraguas del tratado de libre comercio y si está de humor amenazará con algún tributo más sobre la marcha.

La Fed, como se dijo, optó por ver y esperar. Si Trump tensa la cuerda demasiado, lo más probable es que se acorte la espera. Resolverá ahí lo que conviene hacer. Tarde o temprano, Trump querrá negociar. Sería ideal que no sea demasiado tarde. El viernes, hizo un ademán en ese sentido. “Con China se puede hablar”, dijo. Ojalá que converse antes que la data blanda se lleve puesta a la data dura. Por eso festejó Wall Street que se tomó un leve respiro.

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