El consumo de carne llegó a niveles históricamente bajos. Según la Cámara de la Industria y Comercio de Carnes y Derivados (CICCRA), en el promedio de enero a octubre, los argentinos consumimos 47,2 kilos de carne vacuna por habitante por año. Esta cifra representa una caída del 11,2% respecto del mismo período del 2023 y hay que remontarse hasta 1996 para encontrar un dato similar.
Leve aumento en el precio de la carne, que este año llegaría por menor oferta y no por mayor demanda
El consumo cae a niveles récord y hay poco margen para una suba de precios. Las exportaciones crecen, pero el mercado interno sufre las consecuencias de la recesión.
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El consumo de carne vacuna cayó a su nivel más bajo en 28 años
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En el informe que corresponde al décimo mes del año, se explica claramente que “a pesar de estar muy atrasada en el precio en al menos el 50%, es una catástrofe lo que está pasando con el consumo. La explicación de la caída es simple: la carne vacuna fue reemplazada por pollo y por el cerdo porque con un valor promedio de un kilo de carne vacuna se puede comprar tres kilos de pollo o dos kilos y medio de cerdo y, cuando la situación económica y el poder adquisitivo está debilitado sucede esto y el que decide es el bolsillo”.
Se podrá decir que somos el único país del mundo que consume tanta cantidad de carne vacuna y que contemplando todas las proteínas de origen animal, nos ubicamos en segundo lugar (con 114 kg/hab/año) por detrás de Estados Unidos (que consume 224 kg/hab/año). Es verdad que estamos “bien alimentados” si no fuera porque en realidad estamos hablando de un promedio donde gran parte consume muchísimo mas que los 47 kilos y otros apenas pueden comprar un bife de paleta por semana para los más pequeños en el hogar. Esa es la realidad de millones de hogares en la Argentina, donde el dato que más duele no es precisamente el de la caída del consumo.
Sin dudas, lo que varió en los últimos años (hace tiempo de dejamos de consumir 70 kg/hab/año) fue que ganaron protagonismo otras carnes, como la de pollo y cerdo. De hecho, los consumos de ambas crecieron tanto que en el caso del pollo superó incluso a la vacuna. Pero esto obedece pura y llanamente al comportamiento del consumidor frente a los precios en la góndola. A los argentinos lo que más nos gusta es la carne vacuna y si no fuera por los precios, estaríamos en niveles de consumo récord a nivel mundial. Sobran ejemplos para demostrar que el consumo de carne vacuna nuestro país es sumamente elástico: si hay plata en el bolsillo, aumenta el consumo y viceversa. En este sentido, el titular de CICCRA, Miguel Schiariti, explicó que “la carne vacuna fue reemplazada por pollo y por el cerdo porque con un valor promedio de un kilo de carne vacuna se puede comprar tres kilos de pollo o dos kilos y medio de cerdo. El que decide es el bolsillo”.
Como desde siempre, en las carnicerías los precios se mueven al compás de las zonas y del poder adquisitivo de cada barrio, pero ahora se sumó otra variante y es la de quienes -aún en los barrios más pudientes- piden para el día o hasta donde alcanza un determinado importe que es el que se tiene ese día. Mientras el Gobierno habla del final de la recesión, una parte importante de la población todavía sufre los embates de la caída del poder adquisitivo y la falta de recomposición de los salarios.
Todo esto contrasta fuertemente con las opiniones de varios analistas e incluso de representantes de algunos eslabones productivos dentro de la cadena de la carne. Ocurre que cada uno ve la parte que le toca y en los eslabones primarios e industriales los costos se incrementaron fuertemente con lo cual es lógico que deseen o incluso necesiten una recomposición en los precios que reciben por cada kilo vivo.
El panorama es complejo, porque para que el consumo detenga su caída, habrá que revisar márgenes y hacer más esfuerzos, como probablemente los hace el consumidor que sigue eligiendo la carne vacuna entre otras ofertas.
Con este panorama, es probable que los incrementos de precio habituales para esta época no ocurran en este 2024, al menos en la magnitud que se vio en años anteriores. Para ser claros: la carne aumenta dos veces en el año y lo hace “de a saltos”. Uno de esos escalones los sube a fin de año porque por una cuestión estacional suele haber menos oferta de hacienda y porque con el buen tiempo y las fiestas, aumenta la demanda y los precios se incrementan.
Este año, la realidad es distinta. Los precios no van a aumentar por una mayor demanda de carne y es probable que la caída en la producción casi no se refleje en las pizarras de las carnicerías. Ariel Morales Antón, coordinador federal de la Cámara de Matarifes y Abastecedores (CAMYA) aseguró a Ámbito que al día de hoy están “sosteniendo los kilos de faena, tratamos de mantener el cliente, absorbimos parte los aumentos de costos porque no se pudieron trasladar”.
Según Morales Antón, hoy se vive la realidad del mercado y atrás quedaron los tiempos de aumentos de precio. “Cuando vos le inyectas dinero a la gente que no es de manera genuina se genera la inflación y la relación entre oferta y demanda no es real, con un consumo inflado”. Para el dirigente del sector de la carne, los aumentos de precio pueden llegar porque aumenta la demanda o porque hay menos oferta y en este caso lo que va a ocurrir es que habrá una baja en la provisión de hacienda a partir de las próximas semanas. Con este nivel de consumo de carne, es probable que “el aumento en el precio sea pequeño, incluso podría pasar desapercibido, porque es probable que para no perder una venta, esos pocos puntos los absorban el matarife y el carnicero.
El desafío es aumentar la producción
Las exportaciones de carne vacuna alcanzaron en volumen durante el mes de octubre la cifra más alta de los últimos 57 años. Se enviaron al exterior 699.987 toneladas equivalentes res con hueso por 2122 millones de dólares.
Mejoraron los precios internacionales, el Gobierno trabaja en abrir nuevos mercados y se quitaron restricciones que normalizaron el mercado de la exportación. Sin dudas el camino es el de la exportación, porque es probable que -en parte- pase por ahí el sostenimiento de un sector que necesita mayor inversión, tecnología pero por sobre todas las cosas aumentar el stock vacuno nacional. En este sentido, Morales Antón destacó a Ámbito que la exportación “es la única manera de sostener al productor, porque el eslabón primario, el que tiene la vaca con cría, el ternero de recría, el feedlotero que todos los días le da de comer el alimento balanceado, el maíz, todos en la cadena se tienen que sostener y la única manera es con exportación y mayor producción. Tenemos que alentar a la producción y la única manera y mayor motivación para eso es que el kilo vivo tenga un valor nominal donde no pierda plata quien produce”.
Sin intervenciones ni recetas mágicas, sólo con la regulación del mercado a través de la oferta y demanda la producción de carne tiene futuro. Si la producción ganadera es negocio, hay luz al final del camino.
¿Qué va a pasar con los precios en el verano?
Es importante aclarar que en los próximos meses vamos a tener algunos incrementos en la carne vacuna, porque faltó reposición de invernada. Durante los últimos meses salió al mercado mas “gordo” y aumentaron los precios de reposición de la invernada, con lo cual hasta marzo, abril o mayo vamos atener algunos aumentos.
Según Morales Antón, "si vamos a tener un aumento de un 10% o 15% en la hacienda gorda tendríamos que absorber una parte y quedar entre un 5 y un 7%. Tenemos que ir de a poquito hasta que la gente pueda pagar, porque si se aumenta de golpe la gente lo va a rechazar".
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