La minería, con su mezcla de tradición y desafío, está viviendo una transformación silenciosa. Bajo tierra, donde el tiempo parecía correr más lento, la tecnología aplicada a la minería se abre camino, transformando los paradigmas de producción, seguridad y futuro en la industria.
Oro y plata: aplican la automatización avanzada en minería subterránea por primera vez en el país
La compañía Newmont Cerro Negro acaba de incorporar maquinaria de punta que marcará un hito en la historia de la minería argentina.
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En este contexto, en la provincia de Santa Cruz, una explotación modelo se ha convertido en un ejemplo de cómo la innovación está redefiniendo las reglas.
Se trata de Newmont Cerro Negro, que opera su yacimiento en el Macizo del Deseado, el la principal explotación de oro y plata de la Argentina. Aunque no es habitual asociar minería con automatización avanzada, las cosas están cambiando rápidamente. Cerro Negro acaba de incorporar más tecnología, particularmente el equipo Sandvik DS422i, una perforadora que podría marcar un antes y un después para la minería subterránea en Argentina. Pero más allá del brillo de la tecnología, lo interesante es lo que esto significa para las personas que trabajan allí, para su seguridad y para los estándares de producción.
Innovación y precisión, las claves
El DS422i no es una máquina cualquiera: está diseñado para una tarea crucial y delicada en minería subterránea, el sostenimiento. Básicamente, refuerza las paredes de las galerías con precisión quirúrgica, utilizando una mezcla de agua, cemento y aditivos. Este proceso, que solía ser manual y demandar gran esfuerzo físico, ahora es prácticamente automático.
Consultado, Alexandre Heberle, subgerente general interino de Newmont Cerro Negro, destaca lo que este cambio representa: “Este equipo no solo mejora la seguridad de nuestros trabajadores al mantener a las personas protegidas de los riesgos críticos y mejorar la ergonomía de la tarea, sino que también optimiza la calidad del proceso al automatizar etapas críticas”. La tecnología, en este caso, no solo acelera los procesos, sino que también redefine los límites de lo que es seguro y posible en un entorno tan exigente.
Más que máquinas: las personas en el centro
Pero según sostienen en el sector, el impacto de esta tecnología va más allá de la maquinaria. Su llegada plantea nuevos desafíos para los trabajadores: operar estas herramientas requiere una capacitación específica y una actualización de habilidades. Según comentan en la compañía, Newmont no ha tardado en responder, ofreciendo programas de formación para que su equipo pueda aprovechar al máximo esta innovación.
Señalan que el resultado es una fuerza laboral mejor preparada y, sobre todo, protegida de los riesgos que antes eran inevitables. Heberle lo resume así: “El desarrollo de nuestras personas es tan importante como cualquier innovación tecnológica que implementemos”.
Este enfoque no es casual: la mina Cerro Negro, que emplea directamente a 1.800 personas e indirectamente a otras mil en el país, busca equilibrar la innovación con el bienestar y el desarrollo humano, algo que cada vez más define a las empresas del sector.
Aunque la implementación del DS422i está en sus primeras etapas, las expectativas son altas. Desde su base en Santa Cruz, la mina ya recopila datos y entrena operadores para evaluar el impacto de esta nueva tecnología. ¿Los resultados esperados? Más seguridad, más eficiencia y un estándar de trabajo que podría replicarse en otras operaciones mineras.
Newmont Cerro Negro es solo un ejemplo, pero uno que ilustra cómo la minería en Argentina está cambiando su cara. Hoy la tecnología promete un futuro donde producir más no significa poner más en juego. En este cambio de paradigma, en Cerro Negro parecen abrir algo más que galerías: abren una nueva manera de entender la minería, donde la tecnología y las personas trabajan, literalmente, codo a codo.
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