Sergio Massa mostrará en horas que obtuvo en sus negociaciones ante el Fondo Monetario Internacional dos logros políticamente claves. El próximo acuerdo que el país mostrará en sociedad firmado con el organismo financiero que maneja Kristalina Georgieva no incluirá ajustes fiscales extras por unos u$s2.000 millones (como se pidió desde el staff técnico hasta la semana pasada) ni tampoco misiones fiscalizadoras del FMI para controlar si el país cumple o no metas trimestrales pactadas de antemano. Estas misiones volverán recién a controlar el año vencido, con lo que el ojo crítico del Fondo retornará entre diciembre de 2023 o el período enero-febrero de 2024. Esto es, cuando otro presidente esté en la Casa Rosada.
FMI: a la espera del Staff Level Agreement, Sergio Massa se anota dos logros claves
El ministro y precandidato podrá mostrar un acuerdo sin los ajustes fiscales extras de unos u$s2.000 millones como pidió el staff técnico hasta la semana pasada. Y las misiones fiscalizadoras del FMI recién volverían en diciembre.
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El acuerdo presentado el domingo, que tiene status de Term Sheet y que entre hoy y mañana se elevará a Staff Level Agreement, mantendrá el nivel de déficit fiscal en 2% y contendrá metas generales de revisión anual para todo 2023, sin comprometer por ello las obligaciones de liquidaciones por parte del FMI de unos u$s10.800 millones hasta fin de año contenidas en el Facilidades Extendidas original firmado en marzo de 2020. Esto implica que queda cajoneado el reclamo por un ajuste extra de unos u$s2.000 millones en el déficit fiscal, que el FMI había exigido hasta el jueves de la semana pasada; y que había sido definido por el ministro de Economía como “política y económicamente impracticable”.
A cambio del aumento en la presión impositiva aplicada desde hoy vía un nuevo anticipo de Ganancias y la aplicación del Impuesto PAIS a las importaciones de artículos y servicios considerados suntuarios (o no esenciales en realidad), más los ingresos por el nuevo Dólar Agro; el FMI habría quedado satisfecho en que las cuentas podrían (levemente) ordenarse y pelear hacia diciembre mantener un 1 porcentual por delante. Saben las partes que es muy difícil de lograr, pero igualmente el FMI aceptó la propuesta, y dejó de lado el reclamo de ajuste al 1,5% del PBI.
Por otro lado, y lo más importante que Massa podrá mostrar dentro de su frente político, el FMI desaparecerá de escena (al menos en cuanto a revisiones, negociaciones y fiscalizaciones) hasta diciembre; ya que las metas que se firmarán incluirán la aceptación por parte del organismo de suspender las dos misiones comprometidas para el segundo semestre hasta el primer trimestre de 2024. O hasta que haya un nuevo presidente electo entre octubre y noviembre de 2023. Según lo negociado, las metas que el país deba cumplir (algo que seguramente no sucederá), serán oficialmente controladas por el staff técnico en las habituales misiones del Fondo entre diciembre de 2023 y enero/febrero de 2024; con lo que no formarán parte de la escena electoral.
Si bien es un simbolismo más que algo efectivo (en definitiva, los términos económicos a cumplir no varían), para el frente oficialista que encabeza Sergio Massa es un logro mostrable y palpable, ya que no es lo mismo hacer campaña en medio de reclamos del FMI que mencionar al organismo como una cuestión donde el culpable es Mauricio Macri. Luego, será tarea del próximo jefe de Estado electo encauzar una relación. Si le toca a Massa esa gestión, ya habrá tiempo para restablecer puentes sólidos con una gestión que mire a cuatro años en lugar de seis meses.
La conservación del déficit original más la suspensión de las misiones (pero manteniendo los desembolsos trimestrales al día por unos u$s10.800 millones), pudo lograrse con la ayuda de un actor fundamental que intervino de manera indirecta durante toda la semana pasada. Tanto la Secretaría del Tesoro de Janet Yellen como el Congreso de los Estados Unidos presionaron directamente ante Georgieva y su número dos, Gita Gopinath, para que Argentina tuviera un acuerdo light que lo liberara a Massa de presiones políticas y que le permitiera no caer en una nueva crisis económica, financiera y cambiaria.
Si bien se le reconoció al staff técnico que no debían haber nuevos desembolsos ni liberaciones de compromisos, se le “recomendó” a los negociadores del FMI, que debían hacer todo lo posible para que el país pudiera respirar. Más en el actual ecosistema electoral en el que está inmerso. El dúo Georgieva-Gopinath, en definitiva, conocedoras de la política internacional y la influencia de los Estados Unidos en el directorio de la entidad, aceptaron la “recomendación” y presionaron a los dos negociadores técnicos con la Argentina para que se llegara a un buen acuerdo “para las partes”. Así, el director gerente para el Hemisferio Occidental, Rodrigo Valdés (que debutó en las grandes ligas con esta negociación con el principal acreedor del FMI), y el encargado del caso nacional, Luis Cubeddu, firmaron la pipa de la paz el sábado por la tarde y autorizaron a Massa a anunciarlo el domingo por la mañana). No hay fines de semana libres en Washington.
Ahora los negociadores del Palacio de Hacienda tendrán que discutir los últimos apliques al Staff Level Agreement. El viceministro de Economía, Gabriel Rubinstein; el jefe de Asesores, Leonardo Madcur; el secretario de Hacienda, Raúl Rigo; y el vicepresidente del Banco Central, Lisandro Cleri, deben dejar explícito en el texto final que el acuerdo alcance no sólo la quinta revisión, sino también la sexta.
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