Al llegar a la tranquera de la primera planta de aceite de soja producido con energía solar las personas se encuentran con dos cosas: un enorme cartel que dice Rumará S.A., con el lema “la fuerza del trabajo”, y un altarcito con la imagen de la Virgen de Luján, patrona de la Argentina.
Instalaron un mega parque solar en el campo, producen "aceite verde de soja" y lo exportan a la India
Una empresa familiar de San Andrés de Giles produce un tipo de aceite de soja único en el mundo: a partir de energía solar, sin solventes ni agua y con un bajo nivel de agroquímicos en la siembra. La historia de la "Aceitera de Dios".
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La escena agroindustrial, religiosa, se puede observar en un campo de más de 9.000 hectáreas en San Andrés de Giles, provincia de Buenos Aires. Allí, a poco más de 100 km de CABA, la familia Miroglio produce más de 300 toneledas mensuales de "aceite verde de soja", un producto que fue registrado bajo la marca "Oil Green", el primero en producirse a base de energías renovables y limpias.
Pero en las próximas horas anunciarán la exportación de tres contendores de aceite verde 100% a la India y la construcción de una embotelladora. Estas novedades se conocerán en medio de una exposición agrícola sojera, en el mismo predio, y ante 150 ruralistas, transportistas, sindicalistas del agro, financistas de proyectos, y demás invitados especiales.
"Las crisis son una oportunidad", dice un sabio líder religioso y político, y eso fue lo que inspiró al matrimonio Miroglio, dueños de Rumará, que en el 2020 con el encierro de la pandemia decidieron abrirse de par en par. En realidad, la que iluminó la casa campestre fue su hija Catalina, quien en medio de la presentación de su tesis para recibirse de Licenciada en Administración de Empresas, dio el puntapié para producir el revolucionario "aceite verde de soja".
Cómo se produce el único "aceite verde de soja" del mundo
La gran diferencia con otros métodos de producción es el origen de la energía que utilizan para hacer funcionar las máquinas instaladas en la nave industrial de 1.500 metros cuadrados: un parque solar con 412 paneles, que generan 227 KW. En ese enorme galpón, este medio pudo ver de primera mano cómo funcionan con energía limpia la planta de extruidos y procesamiento de oleaginosas para la obtención de expeller y aceite de soja refinado, y la molienda, con una capacidad de 250 toneladas de soja diarias, que le permite procesar 95.000 toneladas anuales.
“Tenemos maquinaria que nos permite utilizar 85% menos de agroquímicos en la tierra, esto es un alivio al suelo y por supuesto ahorramos en químicos”, contó además, Gustavo Miroglio, en la mañana nublada en que recibió a este cronista, junto a su esposa Alejandra, y su otra hija, la veterinaria Antonela. Según contó el productor, ese equipo desmaleza con 40.000 señales por segundos que lanza a la maleza del tamaño de una uña, la identifica por el color y la puede cortar a 20 kilómetros de velocidad. Otro dato de la producción más limpia es que el aceite que fabrican no lleva solventes, no genera residuos que contaminan y no usan agua.
Pero en su afán por producir con menos contaminantes los Miroglio ya piensan en utilizar biodigestores para proveer de gas a toda la empresa y en los campos, e incluso inyectar energía fotovoltaica sobrante en la red de distribución.
Parado delante de los cientos de paneles solares de origen alemán, Gustavo Miroglio anticipó que están en camino otros 1.900 paneles desde China. Según dijo, la idea de utilizar energía solar la escucharon de un amigo de la familia, que les contó de las recomendaciones del Banco Mundial y la entrega de créditos productivos si utilizaban energías verdes. El nuevo equipamiento energético va ocupar dos hectáreas, asegura. Será un verdadero parque de energía solar enclavado en las fértiles tierras bonaerenses.
Durante la visita, Gustavo y su familia abrieron las puertas de la sala de energía (se siente muy fresca por la refrigeración de equipos) y del galpón de la aceitera, que luce un cartel parecido al de la tranquera: arriba de la puerta de ingreso se lee "Oil Green". Los perros siguen el paso a paso de los visitantes, infaltable la presencia canina por el campo. Cabritos y un chancho andan sueltos también: son las otras mascotas de los Miroglio.
La joya de la familia es la planta procesadora de soja para aceite, con capacidad para producir 13 toneladas por día, 370 toneladas al mes, unas 4.500 anuales. Un trabajador con el casco puesto le acerca a Gustavo una pequeña botella de aceite. Ingiere y ofrece. Es la prueba de la verdad, el certificado de sustentabilidad, la vida del propio Miroglio. Él consume ante los ojos de la prensa lo que vende. “Acá no hay estiramiento con solventes”, dice después de tragar.
Pero no solo de aceites quieren vivir en Giles. Gustavo proyecta nuevos derivados de la soja: “Vamos a ir, el próximo año si Dios quiere, por soja texturizada para el consumo humano”. Y como no teme a consumir lo que produce, vuelve a probar una masa que sale de la procesadora de soja. La come. "Sirve para alimento animal", asegura. En Rumará queda un concepto claro: acá se aprovecha todo lo que se muele de la soja. De hecho, el alimento para animales va a la parte avícola de la empresa, que hace años quedó en mano de Rubén, el único hermano de Gustavo, con quien construyó los galpones para cria de pollos cuando la empresa nacía, en el año 1969, junto a su padre y madre.
Campo, soja, renovables y laudatismo
El producto "Oil Green" es un único en el mundo, y por ello, viene cosechando premios por su innovación en energías renovables. "Laudatismo en acción", dicen los seguidores del Papa Francisco por su encíclica socio-ambiental, que el próximo año cumple una década de publicación.
“Soy fanático de lo nacional”, largó Miroglio, mostrando los tractores que usan, producidos en el país; los silos que compró en un remate; la sembradora con alta tecnología, que puede trabajar 21 hectáreas en una hora, con 18,5 metros de ancho, cuando la anterior sembraba tres hectáreas por día.
Entre propias y alquiladas, hoy los Miroglio administran 9.000 hectáreas en San Andrés de Giles y alrededores. Dan trabajo a 52 personas. Crecieron en un pueblo chico. Tiene oficinas en el centro de la ciudad. Su soja se exporta porque tienen certificado que desde hace 15 años esas tierras no fueron desmontadas.
La tercera generación de Miroglio reconocen que la tenacidad del trabajo la llevan en la sangre. También en su léxico se repite el concepto de "familia". La otra constante es "lo espiritual". Se sienten bendecidos desde el cielo por los antepasados. Gustavo dice no estar en política, aunque un ex ministro de Economía puso en marcha la planta. Sin embargo, sabe que sus acciones son políticas. Cada noche le nace discernir lo más cercano: los nietos, el futuro. A ellos les dejará empresa y dinero. La hipoxia del poder no es fácil. Entonces busca sanar volviendo, con su compañera desde hace 44 años, a las raíces, la fe, a la Virgen, a la confesión con un santo en vida. La soja es negocio. El aire, la tierra y el agua son la vida. Cuidarla es lo vital. Así se vive y trabaja en la "Acitera de Dios".
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