5 de febrero 2025 - 10:16

Abrir la pareja en una obra que invita al teatro no convencional

Se repone mañana "Las medidas", de Tomás Landa, en su tercera temporada. Cada función presenta un invitado sorpresa que improvisa en una escena, en línea con un argumento que propone traer un tercero a la pareja. El público puede participar contribuyendo con prendas de ropa que se integran en la escenografía y luego se donan.

Rochi Hernandez y Pascual Carcavallo en Las medidas. 

Rochi Hernandez y Pascual Carcavallo en "Las medidas". 

“El teatro busca competir con la tecnología del encierro y genera experiencias pero no estoy tan de acuerdo en darle tanta vuelta al teatro porque ya en sí es una experiencia colectiva, compartida, irrepetible, distinta”, dice Tomás Landa, autor y director de “Las medidas”, que vuelve mañana en su tercera temporada a Nun Teatro Bar.

La obra con Rochi Hernandez y Pascual Carcavallo que se presenta los jueves a las 21 cuenta la historia de una pareja que incorpora a un tercer participante. Cada función presenta un invitado sorpresa que improvisa en una escena. Además, el público puede participar contribuyendo con prendas de ropa que se integran en la escenografía y luego se donan a través de la Fundación Moksha. Conversamos con Landa.

Periodista: Esta obra habla sobre abrir la pareja, ¿qué mirada propone?

Tomás Landa: Funciona como estrategia y forma de búsqueda de habitar esta pareja que está en conflicto, se conocen hace años, son jóvenes y ponen a prueba y ven qué puede surgir a partir de un cambio de paradigma para avivar un poco el fuego.

P.: ¿Cómo es el desafío de llamar a un actor diferente cada vez para improvisar la escena?

T.L.: El desafío de alguien nuevo cada función equivale al mismo riesgo de que venga una tercera persona a la pareja a hacer algo completamente improvisado. Esa es la parte que más suma, esa electricidad que se genera previo a la escena de improvisación, porque sucede algo con la obra que realmente está viva. Algo nuevo sucede, algo impredecible y que nadie tiene control, ni los espectadores saben que va a pasar, ni los actores. La persona que viene a improvisar no sabe qué va a pasar, yo en la cabina no sé de ese desarrollo, irrumpe un vértigo del que todos están atentos, dispuestos, y eso es lo mejor que tiene el momento de la escena improvisada. Son bajos los riesgos, quizá que los actores puedan sentir que algo no funciona o no sirve, pero no pasa seguido.

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P.: ¿Cómo es la participación del público?

T.L.: La participación del público es a través de ropa para donar porque fabricamos el cuento sobre el escenario la idea de que el monoambiente en el que viven está lleno de ropa. El público trae la ropa y al fin de temporada hacemos la donación. A veces traen bolsas grandes, camperas, carteras, aceptamos todo. Cuando la gente no sabe de esta opción de donar se lamenta al enterarse tarde, pero intentamos que sepan desde antes. Muchos acumulamos ropa, guardamos en bolsas y es la oportunidad para ayudar.

P.: Se tiende a nuevas experiencias de teatro no convencional, ¿por qué?

T.L.: El teatro busca competir con el resto de las opciones que tiene la gente. El teatro como respuesta genera experiencias, lugares no convencionales, mezcla la tecnología, teniendo en cuenta que la tecnología compite mucho con el teatro. Uno puede quedarse viendo una serie encerrado en su casa y conectar con sus amigos por la compu, jugar a algún juego, y el teatro como respuesta intenta aggiornarse. No estoy tan de acuerdo en darle tanta vuelta al teatro porque ya en sí mismo es una experiencia colectiva, compartida, irrepetible, distinta a la que los actores invitados se suman.

P.: ¿Como ves el teatro y la cultura?

T.L.: El teatro como cualquier parte de la cultura vive un momento difícil, de transformación, porque el público se transforma y la forma de hacer teatro requiere tener una visión distinta. Sin embargo creo que el teatro es una forma de resistencia, es completamente contracultural, uno se junta a ensayar con personas de cualquier edad o trabajo. Se trabaja mucho con el corazón, muchos meses, quizá no se vea rédito económico pero no se piensa en eso. Hacer algo que no busque redito es refrescante, importante y revolucionario. La cultura está viviendo momentos de batalla, siempre será terreno de disputa y está bien que lo sea. Esperemos que se discuta con las verdaderas armas, las nobles, las que el teatro tiene.

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