10 de enero 2025 - 11:32

"Ahora después": las últimas horas de un padre y un hijo con una lupa mágica y luminosa

“Ahora después” presenta su segunda temporada en El Picadero, los martes a las 20. Escrita por Guido Zappacosta, dirigida por Héctor Díaz, con asistencia de Julián Marcove y protagonizada por Federico Ottone.

Federico Ottone presenta el unipersonal Ahora después en El Picadero. 

Federico Ottone presenta el unipersonal "Ahora después" en El Picadero. 

“Hacer este unipersonal fue un salto al vacío, pero resultó clave la confianza que me inspiró el texto cuando lo leí y el apoyo en el director”, dice Federico Ottone, protagonista de la bellísima “Ahora después”, que presenta su segunda temporada en El Picadero, los martes a las 20.

Escrita por Guido Zappacosta, dirigida por Héctor Díaz, con asistencia de Julián Marcove, la obra cuenta las últimas horas de un padre y un hijo. Pero evoca una enorme cantidad de recuerdos y sensaciones, de la mano de una dramaturgia tan singular como emotiva, donde no falta el humor, los cambios de clima y poéticos momentos como el del pájaro sonriente y el aro de básquet.

Con sencillez y aguda sensibilidad, la obra estremece con esos vínculos de una familia cuyo pulso está dado por el Boca, los bollos de pizza en la cocina, el riego de las plantas, el deporte en equipo, la escuela y la sala de espera en un hospital. Conversamos con Fede Ottone sobre este trabajo.

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Periodista: ¿Cómo es encarnar a este hijo que está perdiendo al padre? ¿Cómo construiste el personaje y cómo traes la emoción?

Federico Ottone: Desde un comienzo, con el director nos propusimos que lo principal fuera el recorrido del texto, que para nosotros, es muy rendondo. Y toda nuestra construcción fue teniendo como premisa que se cuente el cuento, no interferir en la escucha de la construcción que el autor hizo con su historia. Para la construcción del personaje, el trabajo soltar, y perderse en el viaje que propone el texto, abrir preguntas sobre cómo es el protagonista, más que encontrarle respuestas que lo definan. Y así seguimos manteniendo el trabajo, que sigue encontrando nuevos colores. Con respecto a la emoción, trabajamos mucho para que quedara en el punto justo para ser compartida, si uno le da rienda suelta a los lugares emocionales a los que el texto lleva, nos podríamos haber ido más a lo catártico o al golpe bajo, y fue lo que siempre quisimos evitar. Es estar en tensión con esa emocionalidad que tiene el texto.

P.: El protagonista está en las horas decisivas de la muerte de su mejor compañero, su papá, y sin embargo no es un dramón y tiene mucho humor, ¿cómo lo encarnás?

F.O.: Siempre me sentí mucho más cómodo en la comedia, jugando con los tiempos, los remates. Es un lenguaje en el que respiro más. Y hay algo del tiempo en la obra, que viaja constantemente entre el presente actual y el presente de lo que el personaje cuenta que sucedió, que hace que uno pueda recorrer esos lugares de puro drama, pero más digeridos por el paso del tiempo. Hicimos un trabajo muy minucioso sobre cuál es el presente de cada momento en el que el personaje está parado. Y el humor también nos ayuda rítmicamente para la construcción del recorrido de la obra. Y hay algo físico que sucede con la risa, uno se ríe con menos pudor del que se puede tener para llorar, entonces, al acumular emoción, que aparezca la risa es liberador de esa emoción que puede devenir en alguna lágrima.

P.: En esas horas en que transcurre la obra está el partido en la cancha de Boca, el de basket con su equipo, el examen de biología, sus pensamientos sobre decir te quiero, ¿qué sentiste cuando la leíste? ¿Cómo creíste que la iban a construir y como terminó siendo?

F.O.: Cuándo el director me propuso el material le dije que no tenía idea de cómo se actuaba eso, pero que me daban ganas de hacerlo, así que fue un salto al vacío sin mucha idea previa de cómo sería. Fue clave la confianza que me inspiró el texto cuando lo leí, y poder apoyarme en la dirección de Héctor, y de Juli Marcove. Fuimos buscando todo el tiempo, probando, pero siempre con la premisa de no sobrecargar, y de encontrarle el tono de actuación que no se pusiera por delante de la obra como totalidad.

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P.: ¿Qué podés decir de su relación con la madre, ese abrazo final porque ella está, la vitalidad que encarna con su riego y las plantas?

F.O.: La figura de la madre es muy potente. Está ahi, es el presente, es la posibilidad de cambiar, de hacer y llevar a la práctica todo eso que el personaje está tratando de aprender, capitalizando eso que le pasa. Tanto la madre como el hermano son, de alguna manera, a quienes Diego necesita decirles todo esto.

P.: La poética es hermosa, el espectador ve todo, con poco y nada sobre el escenario, ¿como le añadiste teatralidad? De hecho era narrativa y pasó a teatro.

F.O.: El año pasado, una persona que conozco, vino a ver la obra, y cuando se acercó a saludarme me hablaba como si fuera un biodrama. Pensaba que la historia era mía, que lo había escrito yo. Creo que hay algo de eso que fue lo que buscamos en términos de teatralidad. Tanto en la puesta, como en la actuación, ponerle “teatro” a cuentagotas. Y es un trabajo muy difícil el de esa tensión con la voluntad de actuación que uno lleva adentro. Sobre todo en un unipersonal, que uno está parado ahi, y siente que tiene que hacer, y mostrar, entretener. En cambio, creo que en este trabajo, apoyándome en el texto, y en el dispositivo que armamos, se trata más de estar, respirar, y dejar ver eso que pasa.

P.: ¿Cómo ves el teatro y la cultura hoy?

F.O.: Al teatro siempre lo voy a ver con un optimismo casi caprichoso. Una cuestión de fe. Un lugar que siempre está, se sobrepuso a momentos dificilísimos, y sigue en pie. Forma parte de nuestra identidad, y en estos momentos adquiere un valor adicional cuando el contexto se pone tan hostil. Justamente leí unos comentarios completamente desafortunados y hasta vergonzosos que publicó el Secretario de Cultura de la Nación sobre Cecilia Roth. Una actriz a la que admiro, que está haciendo una obra preciosa, y en el Picadero. Creo que este hecho sintetiza un poco la situación de la cultura hoy. El Estado atacando, y nosotros, desde el Picadero, desde todos los teatros, haciendo, escribiendo, yendo a ver obras, juntándonos. Como siempre.

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