19 de marzo 2025 - 14:15

Alfredo Arias: "Mobiliario familiar", o el país en clave pop

Uno de los artistas plásticos y directores teatrales más singulares del mítico Instituto Di Tella en los años 60, su nueva muestra trae un soplo de la creatividad de aquellos tiempos a esta Argentina tan distinta

Frutillas, uno de los cráneos de Alfredo Arias en su  nueva exposición.

"Frutillas", uno de los cráneos de Alfredo Arias en su  nueva exposición.

La galería Cosmocosa presenta la muestra “Mobiliario Familiar” del artista Alfredo Rodríguez Arias (1944). Consagrado en el mundo como director de teatro, Arias pertenece al grupo de artistas del Instituto Torcuato Di Tella que todavía se mantiene activo. Hoy, sus obras traen al presente la radiante expresividad de los años 60, la seducción estética y el lenguaje directo del pop, los colores intensos, el material brillante y la lapidaria simplicidad que conquista la mirada del espectador.

El estimulante clima del Di Tella y el de los teatros de París, ciudad donde Arias se radicó desde la década del 70, cuando dirigió la revolucionaria “Evita” de Copi, sobreviven junto a las cualidades del pop que no se aplacaron con el tiempo. Antes del ingreso a la sala de Cosmocosa, se exhiben dos candelabros que conjugan la atractiva belleza de dos rostros femeninos con rasgos decó y sus siniestras características.

Para comenzar, la parte superior del cráneo está cortada y desde ese hueco sobresalen unas frutillas coronadas por una vela encendida. La escultura merece ser mirada en detalle, el corte del cráneo revela el calco perfecto de la materia ósea, su tonalidad marfil un tanto grisácea y la condición porosa del hueso. Mientras la vela se derrite sobre las frutillas, la cera adquiere el color rojo de la sangre y se desliza por la sien de la mujer.

Al entrar en la sala, sobre dos estanterías se destacan varias obras inspiradas en el cine de Alfred Hitchcock. El genio del cine fue un buen coleccionista de arte, y si bien aseguran que tenía un Picasso falso, era admirador de Dalí, Dante Gabriel Rossetti, Max Ernst, Magritte, Giorgio De Chirico, Hopper, Klee, Rodin, Munch y, entre otros, Man Ray. En 2001, el Pompidou expuso “Hitchcock y el arte: coincidencias fatales”, exhibición basada en una sólida investigación que sin duda llamó la atención del artista, director, actor y dramaturgo argentino. En Cosmocosa está la mano con el cigarrillo y el huevo frito presentes en “Para atrapar al ladrón”, un film de 1955 con los inolvidables Cary Grant y Grace Kelly, además de la tijera y el teléfono del “Crimen perfecto”, también con Grace Kelly.

Entre los núcleos de la muestra de Arias realizada íntegramente el año pasado, figura Identidad Nacional. “La Sagrada Familia”, ostenta otra vez el cráneo cortado de los padres relleno con dulces, helados, frutas, masitas y chupetines; el bebé que los acompaña, un antiguo muñeco de loza con ojos de vidrio, tiene su cabeza entera, pero sobre ella descansa un enorme chupete. Los personajes modelados con porcelana fría sonríen y parecen posar para un anuncio publicitario. Hay en el medio de la sala dos zapatos de gran tamaño que parecen estar modelados en cuero, pero el engañoso y perfecto acabado es producto de la porcelana fría, material dominante en toda la exhibición. El zapato de hombre se llama “Sin plantilla” y el de mujer, “Taco alto”.

Una serie de Pupitres de escuela hablan de “la nostalgia por la Argentina perdida” qué, comienza, al igual que el Himno Nacional, con “Oíd mortales” y una inmensa escarapela también de porcelana. Arias mezcla su humor con un cinismo semejante al que él mismo descubre en la sociedad actual. De este modo, sobre uno de los bancos montó una réplica del típico bife con lomo cuyo perceptible formato representa el mapa de la Argentina, parecido también al de América del Sur. La obra se llama “Geografía”.

Un conjunto de masas y tortas trae al presente su simpatía por la cocinera Petrona C. de Gandulfo que endulzó literalmente su infancia. Hace unos años, en la Fundación Proa presentó junto a Juan Stoppani, “Patria Petrona”. Dijo entonces que su objetivo era homenajear la memoria, “la capacidad de cada uno de nosotros de reconstituir el paisaje donde crecimos, ese lugar donde las palabras, los gestos, los perfumes, las imágenes quedarán para siempre grabados y serán parte de nuestra persona. Definirán nuestra percepción del mundo adulto. La Patria es la tierra que nos hizo; en ese territorio viven hadas y fantasmas. Petrona es uno de esos personajes de la fantasía Patria”.

Acerca de las láminas de los libros de cocina de la maestra de la cocina, asegura: “Son sólo imágenes. Nunca probé un plato preparado por Petrona, todo era transmisión televisiva, ondas e interpretaciones de esas recetas”.

(…) “La casa donde miraba los programas de Doña Petrona se situaba en Remedios de Escalada. Ahí, frente al chalet a la americana que mi padre había construido, se produjo un cataclismo: el gobierno decidió expropiar las casas vecinas para hacer pasar un Camino de Cintura, o una General Paz, o una Panamericana que nunca pasó. En ese desierto se fue instalando poco a poco una villa de emergencia, mientras que el baldío se extendía chato y silencioso hasta el club Talleres, un gran potrero para los fantasmas donde cocinaba la doña.".

"Cuando Perón daba sus discursos -prosigue-, la gente de la villa nos pedía ver la televisión; mis padres acercaban el aparato a la ventana y detrás de unas rejas el Coronel arengaba a sus fieles. Era una misa. En ese mismo aparato apareció un día Petrona: para mí fue un refugio; en cambio de ir a Disneylandia iba a Petronalandia, y cada vez que mis padres se peleaban (se peleaban seguido) yo trataba de realizar un plato, de preferencia un postre de Petrona, para evadirme. Esos postres de Petrona que yo preparaba eran siempre un fracaso. Además del disgusto de no lograrlo, este acto contribuía a reforzar las nefastas dudas de mi madre sobre mi tendencia a apreciar todo lo femenino, como leer Para Ti o Radiolandia… Puedo suponer ahora que Petrona hizo parte del cortejo de íconos que me llevaron a pasar cinco años de Liceo Militar, institución en la cual mis padres depositaron todas las esperanzas donde finalmente deberían borrarse esas fascinaciones fantásticas y así aligerado, bien parado y con la cabeza bien despejada, podría enfrentar el futuro que me esperaba. Tortazo no es un trabajo histórico o sociológico, es solo un planeo poético de la memoria. Un Twist again.

Finalmente, detrás de una cortina negra, en un cuarto oscuro, el espectador puede observar con una linterna, dos obras enfrentadas y tabicadas como en los episodios del cómic, donde se encuentran los personajes de “La construcción de lo real”. Allí relatan la historia de dos hermanas que terminan embarazadas, engañadas por un genuino “farabute”, según informa el texto que entregan en la galería. El encuentro con un arte que remite estilísticamente al pasado se fundamenta en las connotaciones que suma el presente y en el placer estético.

El Di Tella fue un centro donde se desarrolló la inventiva de Arias y un grupo de talentosos artistas. En la sede de la calle Florida se multiplicaban las instalaciones, los happenings, las obras participativas y los espectáculos experimentales que escandalizan con frecuencia al público. En el ITDT se estrenaron obras como “Drácula” (1966), “Futura” (1967) y “Aventuras” (1968). En la brillante carrera de Arias se destaca la recreación de textos clásicos, como “El pájaro azul” de Maeterlinck, “La tempestad”, de Shakespeare o “Las criadas”, de Genet, sumadas a las potentes experiencias personales “Mortadela”, “Fausto argentino”, “Mambo místico”, entre otras.

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