Rebautizado “Venganza de un vampiro”, se estrena mañana un drama napolitano muy singular, cuyo título original es “Mimí. Il príncipe delle tenebre”, príncipe de las tinieblas. Así se conoció en la reciente Semana del Cine Italiano, presentado por su propio autor, Brando De Sica. ¿El apellido suena de algún lado? Por supuesto, su abuelo fue el insigne Vittorio De Sica, su padre es el comediante Christian De Sica, y hay que sumar también a la hermana vestuarista y el tío músico.
Brando De Sica: "El director de cine pone proa al océano"
Diálogo con el nieto de uno de los próceres del neorrealismo, Vittorio De Sica, de quien se verá mañana su primer largometraje, el drama napolitano "Venganza de un vampiro"
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Una familia de artistas muy apreciada, potenciada por el lado materno, porque la madre es Silvia Verdone, actriz, hija del director de comedias Mario Verdone, que dejó larga descendencia, todos artistas. Y la abuela, esposa de Vittorio, era María Mercader, famosa y respetada actriz de teatro y cine. La única oveja negra de esa gran familia fue el tío abuelo Ramón Mercader, famoso por otras razones, del que ya hablaremos. Dialogamos con Brando, en ocasión de su visita a la reciente Semana del Cine Italiano en Buenos Aires.
Periodista: ¿Me equivoco, o usted tiene la misma mirada cálida y observadora de su abuelo?
Brando De Sica: Es así, mirada De Sica, sonrisa Verdone. Algunos creen que mi sonrisa es De Sica por la dentadura perfecta, como mi padre y el abuelo. En otras cosas soy totalmente distinto.
P.: Por ejemplo, en vez de iniciarse en Italia se fue a estudiar cine en EE.UU.
B.D.S.: Me fui a los 19 años, y estuve hasta los 26. Ahí conocí a David Lynch, que fue mi maestro, mi mentor, mi amigo. Una de las personas más bellas que he encontrado. Pero no todos aprecian su cine. Las cosas preciosas, no todos logran reconocerlas. Un iconoclasta como él no tiene una vida fácil.
P.: De regreso, fue asistente de dirección de Pupi Avati (“Historia de chicos y chicas”, “La calle de los ángeles”) y Mateo Garrone (“Gomorra”, “El embalsamador”, “Dogman”), dos directores muy contrapuestos. Uno es suave, lírico, el otro suele pintar lo más feo de la gente.
B.D.S.: ¡Mateo Garrone, mi mejor amigo, que quiero tanto y me enseñó tanto! Lo asistí también en la preparación de algunos guiones. Varios años trabajé de asistente, al tiempo que también hacía videoclips, publicidades y cortos con decenas de premios, como “Aria”, donde conté el mito de la caverna de Platón, un corto dedicado a difundir el trabajo de los científicos que encontraron un remedio sin cortisona para el asma.
P.: ¿Qué fue “Parlami di me”, háblame de mí, con su padre?
B.D.S.: Ese fue el registro de un espectáculo donde mi padre habla de nuestra familia. Algunos le reprochan que solo haga comedias, cinemapanettone (“cine pan dulce”, comedias que se estrenan para fin de año), pero, pongamos un ejemplo, si a uno le gusta hacer pizza al corte, y es muy bueno haciendo pizza al corte, ¿por qué pedirle que haga otra cosa? Es su carácter. Si mi padre hubiera querido hacer “Ladrones de bicicletas”, seguro que le salía una comedia. ¡Gracias a Dios que existen los payasos, el humanismo, el dadaísmo, ésta es la vida y es linda por eso! Además el artista quiere llegar a la mayor cantidad posible de gente, porque la naturaleza del arte es el amor, y él llega de ese modo, y la familia está extremadamente contenta cuando uno de sus miembros tiene éxitos y reconocimientos.
P.: Con “Mimí”, que acá se estrena como “Venganza de un vampiro”, usted también ha tenido reconocimientos.
B.D.S.: Diez años estuve masticando la historia de Mimí, un muchacho ingenuo, maltratado, que conoce a una chica gótica que le cuenta que es una vampira y lo introduce en los sótanos de la iglesia Santa María la Nova, de Napoles, diez años hasta que un productor vio mis cortos, me llamó y me dio dinero para pulir el guión y filmarlo. Sé que es algo distinto, un film sobre la búsqueda de identidad, de equilibrio, sobre la importancia de los sueños y la fuga de la realidad, expuesto dentro de la iconografía y la estructura del cine de terror.
P.: Ya no es la Napoles de su abuelo, esa de “La bahía de los ensueños” o “El oro de Napoles”.
B.D.S.: Ha cambiado la ciudad, ha cambiado el cine, las personas han cambiado. Pero cuidado, que la Napoles que yo pinto no es la criminal sino la esotérica. Fue una ciudad importantísima después del Antiguo Egipto, por todo el conocimiento que desde allí se expandió por el mundo. Eso mucha gente no lo sabe. Italia ignora muchas cosas. Tenemos esculturas, paseos, pinturas más preservadas. La séptima maravilla, el Coliseo Romano, está mal preservado. Al gobierno parece que poco le interesa, destina poco presupuesto, pero es muy importante el dinero para la instrucción y la cultura, porque instrucción y cultura hacen mejores a las personas.
P.: “Mimí” o “Venganza de un vampiro”, como le digan, fue su primer largometraje. Le costó hacerlo. ¿Qué puede transmitirnos de esa experiencia?
B.D.S.: Hacer algo solo es dificilísimo. Hacerlo con un equipo, si lo haces con el corazón, lo primero es tener respeto por uno mismo, para que los demás te respeten. Luego, como capitán, poner proa al océano. El director es el médium, el inconsciente está en la barca.
P.: Hermosas palabras. Pero hay algo medio feo que quisiera preguntarle: ¿qué dice la familia acerca de su tío abuelo Ramón Mercader, el asesino de Trotsky?
B.D.S.: Le diré. En la familia estamos todos de acuerdo que no nos gusta matar a nadie. Tampoco nos metemos en política. Además ese era un pariente lejano, lejanísimo. Vivía en Moscú.
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