Para 1969, Johnny Cash ya era un músico consagrado. Con 30 discos en su espalda, la estrella del "nuevo folk" ya había atravesado su etapa de irreverencia artística, su fuerte temperamento y su lucha con las drogas.
Cárcel con máxima seguridad, folk y una leyenda: así fue el show de Johnny Cash en San Quentin
Una de las voces más importantes del folk agigantó su figura con un espectáculo inusual.
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Luego de las anfetaminas y un vuelco a la religión, Cash se enfrentaba a una desafiante propuesta: cantar para una prisión. Sin embargo, esto ya lo había hecho, un año antes, en la cárcel de Folsom. Pero en esta ocasión tendría que tocar en la prisión de San Quentin, la de máxima seguridad en San Francisco.
Todos los músicos tuvieron la chance de presentarse ante un público, ya sea conocido o no. Pero reclusos, eso sí que es una tarea poco ortodoxa para el mundo del arte.
Johnny Cash en San Quentin, concierto para reclusos
El show fue histórico por muchos motivos. Por un lado, Cash demostró todo su talento como frontman, con una actitud digna de alguien que enfrenta a una audiencia plagada de causas penales. Sin embargo, destacan la altura y soberbia con la que se pavoneaba sobre ese escenario que en un principio aparentaba hostil, pero que terminó siendo tierra fértil para un espectáculo inolvidable.
Luego de abrir con Wanted Man, una canción inédita de su amigo Bob Dylan, y Wrecked of the Old 97, Cash le fue franco a su público, y le expresó: "Les diré algo, el show está siendo grabado y televisado para Inglaterra. Y me dijeron 'tienes que hacer esta canción' y 'tienes que hacer esta otra canción', 'tienes que pararte de esta forma y actuar de esta forma'. No lo entienden, yo estoy acá para hacer lo que ustedes quieran que yo haga".
Si bien su calidad vocal no estaba en su mejor momento -se lo acusó de haber desentonado en algunos temas-, Cash dio pruebas de que su calidad interpretativa seguía intacta. Y es que los prisioneros pudieron sentir algo de libertad en ese encierro, emocionándose con la voz barítona del cantante quien en algunas ocasiones usó un atril para no olvidarse las letras, como fue el caso de A Boy Named Sue.
El disco original contiene 10 canciones y llegó a ser triple platino, aunque solo fue la mitad del concierto. En el 2000 se publicó una versión con 18 temas, que igual no estaba completo. Hubo problemas con la grabadora, por la que nunca se pudo obtener todo el material. Sin embargo, este álbum en vivo le valió el prestigio y el mote de leyenda a un músico que ya no tenía mucho por demostrar.
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