24 de septiembre 2024 - 14:28

Centenario conflicto sindical vuelve de la mano de la ficción

Diálogo con el argentino Guillermo Roz, radicado en España, acerca de su nueva novela, "Sapukái", que se centra en el cruento enfrentamiento entre La Forestal y los obreros a principios del siglo XX

Guillermo Roz, autor de la novela Sapukái, sobre el famoso caso de La Foretal.

Guillermo Roz, autor de la novela "Sapukái", sobre el famoso caso de La Foretal.

Los enfrentamientos obreros con la maderera inglesa La Forestal a comienzos del siglo XX son escenario de “Sapukái” (Hoja de Lata), novela épica, trágica y romántica de Guillermo Roz. Establecido en España desde hace más de veinte años, el argentino Roz lleva publicados nueve libros. Mañana presentará “Sapukái” junto a Horacio Convertini y Alejandro Jasinski, a las 18:30 en la librería Suerte Maldita, Serrano 1425, Palermo.

Periodista: ¿Qué llevó a recuperar un escenario de luchas sindicales para una novela épica, histórica y romántica?

Guillermo Roz: En una sobremesa familiar se discutía sobre si era cierto un crimen cometido por mi bisabuelo Pascual Ortiz, hecho que desconocía tanto como a ese pariente, cuyo nombre me resultaba novelesco. Pude recabar muy pocos datos. Uno, que me sacudió, fue que había sido obrero en La Forestal, empresa violentamente enfrentada por sus obreros como lo contó la película “Quebracho”, de Ricardo Wullicher, que protagonizó Héctor Alterio. Empecé a investigar sobre esa maderera británica. Me atraía el paisaje, la revuelta, pero no pensaba en una novela histórica. El rigor histórico no es lo mío. Un día en una reunión me puse a contar esto y una mujer que desconocía me dice: detrás tuyo hay alguien que dice ser tu bisabuelo, quiere que sepas que él no mató a nadie y que tenés que escribir eso de lo que hablaste. Esto ocurrió hace unos seis años. Yo no creo esas cosas, salvo si me convienen, y esa me convenía, me impulsaba a escribir.

P.: ¿Por qué el protagonista no es su bisabuelo sino un muchacho que se vuelve líder?

G.R.: Mi pariente muy joven sale de la capital de Corrientes y se va a Santa Ana, donde está una de las fábricas más grandes de La Forestal. Ese muchacho yendo a buscar trabajo de hachero en la selva encendió mi imaginación. Así surge Sapukái que a los doce años comienza a trabajar en La Forestal. En esa etapa la historia se vuelve una novela de formación. Sapukái en el trabajo va aprendiendo lo que se puede y lo que no, lo que se debe y lo que no. Las charlas con sus compañeros le van ofreciendo una cantidad de revelaciones. Sobre todo, unos inmigrantes anarquistas que le hablan de los derechos del trabajador. Sapukái despierta al mundo de los adultos, de la selva, del monte, al hacinamiento, las bestias, las pestes y la muerte. Se ve rodeado de personajes queribles y odiables, situaciones revolucionarias y momentos de inesperada entrega amorosa.

P.: ¿Por qué eligió un nombre tan simbólico como Sapukái?

G.R.: Sapukái es un grito de auxilio de las mujeres guaraníes, una forma de vivar en un chamamé, un modo de avisar cuando va a caer el quebracho talado. Tiene muchos sentidos. Para mí, antes que nada, es el símbolo de una frustración social y pasional muy grande. Es el grito como el aullido en un drama. Me importa que la literatura tenga la fuerza de un grito cuando reclama o quiere definir una situación, como ocurre en la novela. Pienso en “Germinal” de Emile Zola o “Las venas abiertas de América Latina” de Galeano que parten de personajes que cautivan al lector.

P.: ¿Qué busca mostrar a través de la confrontación entre Sapukai y los ingleses?

G.R.: En mis libros anteriores siempre está el tema del viaje, de la inmigración, del asentamiento y la transculturización. Me interesa el choque entre las culturas, como algunas intentan aplastar a otras. Eso es muy evidente a principios del siglo XX, en la segunda colonización, la de la industrialización y la colonización económica. Al frente de La Forestal, que en la novela llamo La Compañía, está Clive Thomas Gaskell, que llega con su mujer y sus hijos Johnny y Mary, grupo que son un modelo familiar absolutamente literario. Si la novela tiene fuertes momentos de tragedia, también tiene otros de melodrama, por ejemplo, los de la tensión dramática de la relación de los recién llegados con los aborígenes o como, una vez más en la historia, en medio de los enfrentamientos surgen pasiones, gente que no podía enamorarse y se enamora. Quise que esas postales románticas, eróticas, sexuales aparecieran como en una pantalla. Así como hay momentos de los ingleses que remiten al comic, esos otros pasionales busqué que fueran los de una película. Me interesa que el lector vea, huela, sienta. Y si bien hay en todo momento una evidente base histórica, me importó que la novela también tenga por momentos un cierto sabor que remita al romanticismo decimonónico.

P.: ¿Cómo manejó las dos visiones de La Forestal, la de que trajo progreso, y la de un sistema de explotación?

G.R.: Quisieron crear un país propio dentro del país. Contaban con su propio dinero, sus propias fuerzas de represión y su propio mercado interno y externo. En sus almacenes los obreros pagaban con el bono que le entregaba la empresa, un simili de dinero británico propio de La Forestal. Fue un sistema cerrado no solo en lo económico sino también en lo cultural. El tipo de tareas que se realizaban en la selva y en las fábricas llevaba a enfermedades y un corto lapso de vida. Todo esto pudo ocurrir gracias a que la corrupción política argentina le dio manos libres para que hicieran lo que quisieran. Esto lo exponen muy bien tanto Felipe Pigna como Alejandro Jasinski en “Revuelta obrero y masacre en La Forestal”. La novela muestra a la vez que mucha gente estuvo contenta con La Forestal y no dejó de hablar bien de los ingleses porque desarrollaron pueblos, pusieron fábricas, vías férreas con sus propios trenes, organizaron las exportaciones de tanino, llamado en este tiempo el oro rojo, y que a la gente humilde le daba trabajo, casa y comida. En esto hay siempre una mirada política y de discusión histórica en la que no me meto porque no es mi tema ni mi deseo.

P.: ¿Qué escribe ahora?

G.R.: En una novela donde nuevamente habrá viajes, colonizadores y colonizados, ganadores y perdedores y una desmemoria general.

Dejá tu comentario

Te puede interesar