16 de octubre 2024 - 13:29

¿Cuántas veces veremos morir al César en un teatro?

El autor y director presenta “Piedra infinita”, versión libre sobre “La tragedia de Julio César” de William Shakespeare, los domingos en Belisario Club de Cultura.

Abel Ledesma, Alejandro Benavides, Andrés Mangone, Antonella Pais, Federico Paulucci, Adrián Tufolo y Martín Scarfi protagonizan Piedra infinita. 

Abel Ledesma, Alejandro Benavides, Andrés Mangone, Antonella Pais, Federico Paulucci, Adrián Tufolo y Martín Scarfi protagonizan "Piedra infinita". 

"Las infinitas versiones sobre la tragedia de César es en realidad una versión sobre la tragedia de la humanidad”, señala Andrés Mangone, autor y codirector junto a Antonella País de “Piedra infinita”, versión libre sobre “La tragedia de Julio César” de William Shakespeare.

El elenco está integrado por Abel Ledesma, Alejandro Benavides, Andrés Mangone, Antonella Pais, Federico Paulucci, Adrián Tufolo y Martín Scarfi, y se presenta los domingos a las 20 en Belisario Club de Cultura, Corrientes 1624. Conversamos con Mangone.

Periodista: ¿Cuántas veces veremos morir al César en un teatro?

Andrés Mangone: El arribo del nuevo gobierno nacional y sus primeras semanas, me alentaron a movilizar tropas compositivas sobre el fenómeno. Recordé La Tragedia de Julio César y confirmé que podía empezar el ataque desde ahí. Por suerte di rápido con esa fe, a veces tardo mucho, pero este autor, como para tantos teatristas, nos resuelve una y otra vez el punto de partida. Por esto me resulta incluso graciosa la frase de Shakespeare en la obra: “¿Cuántas veces veremos morir al César en un teatro?”. De alguna manera, el autor anticipa que su escrito será repuesto sobre tablas una y otra vez, con infinidad de versiones sobre la tragedia de César, que es en realidad una versión sobre la tragedia de la humanidad, como todas sus tragedias. Y más aún, apunta a la propia humanidad repitiendo con nuevas versiones sus caídas, no la del César, sino las propias de conjunto, como nos pasa a nosotros ahora en nuestro país.

P.: ¿Por eso es recreado en torno al grotesco?

A.M.: Nuestra tradición grotesca, como lenguaje expresivo, más allá de la excusa de los temas aparentes de una obra, activan un grito sagrado en términos teatrales, acerca de los aspectos absurdos en los vaivenes de nuestro destino. Nuestro lenguaje particular, el de la dirección y con este elenco que adhiere con pasión a esta política artística, es la de intervenir en el grotesco con consignas compositivas para el manejo consciente en la producción de actrices y actores, no se trata de una fuerza inusitada, más bien apostamos a un control de graduaciones de la energía salvaje acumulada en la necesidad individual y colectiva de encontrar desahogos, para la ejecución disciplinada de ese salvajismo. Es muy interesante y ejemplar inclusive, bajo las circunstancias culturales en las que nos toca vivir, bajo la presión de la ideología dominante, burguesa, atomizante y abúlica. La diferencia generada a partir de la organización, en una forma de producción, en la que se trabaja con una política, con una dedicación basada sólo en la decisión de pertenecer a un fenómeno así, y porque sí, por pura posición política, en la total intemperie en la que se produce hoy un teatro como este, y como casi todos los teatros.

P.: ¿El teatro es tu militacia?

A.M.: Somos una cooperativa de ocho personas, con todas las edades, asociados en un hecho militante, que organiza una travesura contestataria con absoluta responsabilidad y munidos de un plan de trabajo. Pienso que esto es lo emocionante, lo es en sí mismo, y es lo que seguramente buscamos compartir, agregar al mundo, ganas de vivir, de organizarnos políticamente, de agitar desde nuestra humilde marginalidad la toma del poder y composición de la realidad.

P.: ¿Qué mas podés decir de la poética shakespearana?

A.M.: Shakespeare es otra maquinaria de un despliegue fenomenal, llena de variantes, sobre cuestiones universales que de inmediato ofrecen las suficientes distancias y cercanías necesarias para un territorio en el cual un dispositivo teatral puede jugar a la exorcización de elementos coyunturales como mascarada de asuntos más profundos y las relaciones entre ambos frentes.

P.: ¿Cuál es la esencia de tu teatro?

A.M.: La maquinaria de producción de teatralidad particular con la que venimos trabajando en La Forma, con mi compañera de dirección Antonella Pais, derivación a su vez de muchos años de investigación junto a Pompeyo Audivert en el estudio El Cuervo. Esta maquinaria implica un proceso asociativo que busca en los ensayos, mediante propuestas formalistas de ocupación del espacio y el tiempo, poner a la actuación como eje de las significaciones finales más potentes y novedosas. Por lo tanto, ya a sabiendas de que siempre nos lanzamos a un alto grado de imprevisibilidad artística, tiendo a elegir materiales que conecten fácilmente con las circunstancias históricas de nuestro pueblo, para establecer puentes y conectar el hecho poetizante de la composición con los aspectos más ardientes de la realidad.

P.: ¿Cómo pensaste la puesta?

A.M.: Piedra Infinita es nuestra jugarreta, atacamos con máscaras un pedacito de espacio y tiempo. La obra original juega con la conspiración como elemento humano ardoroso. Nosotros también, porque entendemos el hecho teatral como una operación de ocupación y sabotaje. Shakespeare dice: “- Usan máscaras porque son actores; - Conspiradores querrás decir”. Tal cual, usamos máscaras, máscara tema, máscara personaje, máscara obra incluso. La luz, la escenografía, la música, el vestuario, todos aspectos artísticos, maravillosos, para componer máscara, para cuidar el objetivo de máxima, aquello que discurre en la resonancia de la impronta de actuación golpeando en esas paredes, la pared interna de la máscara, esa bóveda de los ecos que dan cuenta sobre quienes somos realmente. Merodear en esas latitudes requiere estas operaciones formales conspirativas.

P.: ¿Cómo ves a los estudiantes de teatro a lo largo de estos 25 años? ¿Cómo se transformaron los artistas?

A.M.: Considero que los teatristas y los estudiantes estamos aún adormilados, atónitos frente al bestial ataque contra nuestras conquistas, como le está sucediendo al conjunto de los trabajadores en general. Pienso que nosotros estuvimos más o menos cooptados por la suposición de unas condiciones de dádivas y un discurso político de contención que excedía incluso lo que aportaba en la práctica, y que esta derivación a una política estatal que se regodea en el ajuste todavía no puede asimilarse como tal, es decir, como derivación necesaria, no como otra línea surgida de un repollo, porque sabemos que no es así, estamos frente a la develación de un objetivo contra nuestros intereses que no empezó ahora, sino que más bien estuvo siempre y que nos requiere activos.

P.: ¿Cómo es hacer teatro independiente? ¿Cómo ves el teatro y la cultura hoy?

A.M.: Lo que me interesa en la producción cultural es, por un lado, el acceso, su democratización, incluso como diferencia sustancial en la calidad de vida de la población, lo cual por supuesto incluye resolver las necesidades básicas, y no estar en esta catástrofe impresentable en la que medio país busca comida en la basura; y por otro lado, su carácter revulsivo, de zona liberada, violentadora del frente social para agitar siempre el activismo, es decir, la perspectiva de composición. Componer es para mí lo que nos caracteriza como especie, y su activación es una y otra vez revolucionaria.

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