11 de abril 2025 - 19:14

"Devorando el vacío", una fusión de acrobacia, teatro físico y danza sobre el vínculo entre la enfermedad y la intérprete

Paula Palomo (ex La Arena y el Descueve), creadora de “Devorando el vacío”, el nuevo espectáculo de la Cía Demasiado gorda. Una propuesta que combina acrobacia, teatro físico y danza que se presenta los domingos en un nuevo espacio de circo en Villa Crespo.

Paula Palomo (ex La Arena y el Descueve), es l acreadora de “Devorando el vacío”. 

Paula Palomo (ex La Arena y el Descueve), es l acreadora de “Devorando el vacío”. 

“Siempre cuento que la bulimia y la anorexia marcaron mi desarrollo en diferentes áreas tanto de niña como de adulta. Y hay algo muy cruel en cómo se van desarrollando las creencias alrededor de cómo es una más funcional a los demás, como una tiene que ser para ser aceptada, para gustar, y para triunfar”, dice Paula Palomo (ex La Arena y el Descueve), creadora de de “Devorando el vacío”, el nuevo espectáculo de la Cía Demasiado gorda, . Una propuesta que combina acrobacia, teatro físico y danza. En la que disciplinas, técnicas y lenguajes son combinadas de manera magistral por ambos intérpretes.

Un trabajo autobiográfico. Una original propuesta de circo contemporáneo que busca interiorizarnos en la relación entre la enfermedad y la intérprete, esa mujer-oso que atraviesa la escena buscando disipar la locura a través de la ficción, el desborde y la poesía.

Devorando el vacío cierra la trilogía iniciada por la Cía en 2016 y se puede ver todos los domingos a las 20 en La Central; un nuevo espacio de circo contemporáneo ubicado en la calle Manuel A. Rodríguez 1566 (entre Galicia y Tres Arroyos), Villa Crespo. Conversamos con Palomo.

Periodista: ¿Cómo aparece el nombre de la compañía Demasiado Gorda, a que alude?

Paula Palomo: La palabra Gorda siempre tuvo un peso, valga la redundancia, importantísimo. Durante toda mi vida, jamás dejo de ser un detonante de millones de cosas que jamás hubiera elegido para mí. Muchas veces hablan de una “necesidad “de resignificar una palabra. En mi caso, no pasó por una necesidad. Allá por el 2016, yo quería ser irónica conmigo misma, transgredir mis propias creencias, jugar a que quizá podía olvidarme de lo que para mí siempre fue la palabra gorda. Demasiado gorda, alude a algo demasiado grande, demasiado bueno, demasiado increíble, gorda de creatividad, enorme de contenido y desbordado en escena.

P.: ¿Cómo se cierra esta trilogía iniciada por De que Carne picada y El filo de las cosas?

P.P.: Fue esa primera obra en donde deposité todo lo que tenía en mi imaginario. Cada una de las escenas de esa pieza, tiene vida propia y se podría, aún hoy, desarrollar individualmente. Con la premisa de transformar lo horroroso en belleza y utilidad, en esta obra irrumpe por primera vez el personaje de EL Oso, y también aquí aparece por primera vez esta mujer que se desespera por comer frutillas sin poder lograrlo. “El Filo de las cosas” cuenta la historia de esta Mujer-oso. Totalmente autobiográfica, el unipersonal, evoca diferentes momentos desde el nacimiento, hasta la madurez de ese personaje que soy yo. Una obra exacerbada de emotividad.

P.: ¿Y cómo es “Devorando al vacío”

P.P.: Es una obra mucho más cruda. La trilogía se cierra con la puesta en escena de esta relación entre la enfermedad y la mujer oso. De cómo la patología domina y de cómo de alguna manera es dominada. De como ambas entidades llegan a un acuerdo, dado que van a convivir por siempre. De como la Mujer oso logra finalmente ser la protagonista de su vida. Creo que ‘’Devorando el vacío”’ es lo que faltaba contar. Y si bien puede ser frustrante saberse con una enfermedad que no va a dejar de estar, también es reconfortante entender y mostrar que se puede aprender a vivir sin ser dominado por eso que tanto mal nos hace.

P.: ¿Cómo es ese mundo interno de la Mujer-oso y su existencia?

P.P.: Desde un inicio quise poder narrar mi historia desde un lugar que se corriera un poco de lo terrenal y lo palpable. Surgió así la idea de un personaje entre lo humana y lo animal. Zoomorfa. Antropomorfa. Esa mujer que por momentos se siente vulnerable y vacía, se transforma en una bestia con garras y colmillos y enfrenta sus miedos. Algo de su fisico siempre le hizo ruido. Algo de su sexualidad, algo de lo que le contaron de cómo era, de cómo tenía que ser, la incomodaba. Algo de pretender ser chiquita, de no ocupar lugar en el espacio, de dejar de ser, de desaparecer, habitó dentro de esta mujer/niña por años. La mujer oso es el despertar de la bestia. No refiere a dejar de ser frágil o vulnerable, refiere a poder también ser fuerte y temible. Esta mujer oso es brutal y poderosa pero también extremadamente sensible y suave.

P.: ¿Qué datos autobiográficos a modo de biodrama tomaste, y cuales son ficticios? ¿Cuál es la patología que profundizaste y los diferentes ciclos?

P.P.: Arrancando por la segunda pregunta, convivo con TCA desde muy chiquita. Creo que este tipo de patologías cuentan con un soporte genético/neurológico obvio, y desde ya una predisposición a padecerlos. A lo largo de mi vida millones de factores ayudaron a que la patología se asiente fuertemente en mí. Desde ya que se puede salir, pero el pedido de ayuda es bastante complejo cuando uno se avergüenza de lo que hace. Una vez que la patología se asienta, los periodos de recaídas son constantes, cíclicos. Recién a partir de mis treinta años, cuando entre en recuperación, la relación con la enfermedad empezó a cambiar. Todo lo que llevo a escena en la obra es autobiográfico. Lo anecdótico, realmente ocurrió. Y aseguro que estuve tan gobernada por la enfermedad como también puedo asegurar que hoy la que decide soy yo.

P.: ¿Qué lugar tiene el circo y la acrobacia en las artes escénicas? ¿Qué aprendiste y tomaste de La Arena y El descueve?

P.P.: Las disciplinas acrobáticas aparecen cada vez más en escena, combinadas con otros lenguajes. La danza y el teatro ya hace mucho tiempo que las incorpora. Y el circo progresivamente ha comenzado a tener un lugar en la escena del teatro independiente, en las convocatorias y en los festivales. Dicho esto, creo que sigue abriéndose camino y tratando de establecerse como una disciplina más formal y reglamentada. Adolescente, o casi adulta, en ese limbo, vi por primera vez a El Descueve. Tal cual como cuento en la obra, ellos me mostraron lo que yo quería ser y hacer. No lo supe con tanta claridad hasta que comencé a trabajar escénicamente en el ambiente del circo.

P.: ¿Cómo ves el momento actual de esa disciplina?

P.P.: A mi se me hace muy necesario que pueda hacerse una diferencia entre circo, y circo contemporáneo, de la misma forma que existe la danza clásica, la contemporánea. Creo que todas las disciplinas están atravesando un momento difícil. Pero en lo particular, al ser alguien que no esta habituada a recibir subsidios, la situación económica y social es algo que siempre fui surfeando, como pude. Creo que vivimos en un país privilegiado en cuanto a la formación. Los docentes que tenemos son exquisitos, de hecho, no para de llegar gente de otros países para tomar clases y talleres con nosotros. Siempre pienso que algún apoyo estatal, una Ley de Circo que nos ampare, etc. marcaria la diferencia

P.: ¿Cómo se sustenta este nuevo espacio teatral en Villa Crespo?

P.P.: Complicado, pero seguimos creciendo. Por lo pronto podría decir que nos auto sustentamos. Las clases son la base de nuestra economía y las funciones nos sirven para seguir avanzando en el desarrollo y el equipamiento como sala. Tenemos una cartelera de espectáculos que abarca obras de circo contemporáneo, fechas en donde hay música en vivo, proyecciones, muestras, varietés performáticos, y la particularidad de que cada dos meses sucede La Toma, un encuentro de alumnos en escena que le da la posibilidad a les que se instruyen en La Central de habitar el escenario. Creo que no es el momento mas propicio para sustentar salas de teatro independiente, los números no dan y las ayudas estatales están en un limbo.

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