La calidad de los relatos de Diego Angelino reunidos en “Cuentos completos” (Eterna Cadencia) hace comprender los encomios de Borges, Bioy y Mallea, entre otros. Radicado en El Bolsón, el entrerriano Angelino ha publicado un conjunto de novelas y cuentos. Dialogamos con él.
Diego Angelino: un extraordinario narrador para (re) descubrir
Premiado y elogiado por Borges, Mallea y Bioy Casares, entre otros, el escritor entrerriano, radicado en El Bolsón, acaba de publicar sus "Cuentos completos" en Eterna Cadencia.
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Periodista: ¿Qué lo llevó a escribir cuentos, que ahora se reúnen integralmente?
Diego Angelino: Varias cosas. Yo venía escribiendo poesía y había escrito cuentos y una novela. Era 1973, tenía 29 años. Me enteré de que el Fondo Nacional de las Artes daba subsidios para la publicación. Le escribí. Me pidieron, para poder evaluar, que les enviara algo mío. Para cumplir con el trámite mandé el cuento “Bajo la luna, sobre la tierra, bajo la noche”. No me imaginé que lo iba a leer Victoria Ocampo, que era parte del directorio. Y menos que me escribiera “me gusta su manera de contar. Siga escribiendo”. Fue muy estimulante.
P.: Ese año presentó su novela “Al sur del sur” al Premio La Opinión-Sudamericana. Y recibió el apoyo para su publicación del jurado. ¿Por qué ese libro permanece inédito?
D.A.: Yo no gané el premio. Hubo dos novelas finalistas de personas de Neuquén. Cortázar votó por una, Onetti y Walsh por otra, y recomendaron la publicación de la mía. Ya estaba instalado en mi refugio patagónico, eso había sido una prueba. El escritor tiene que ser el primer crítico de sí mismo. La novela era despareja, una tentativa de novela. Pero era un nuevo estímulo. Había terminado un libro de cuentos y lo presenté a otro concurso.
P.: Y no solo lo ganó, lo premiaron Borges, Bioy Casares, Mallea y Alicia Jurado.
D.A.: Lo mandé con “Antes de amanezca”, título de uno de los cuentos. El primero, “Bajo la luna, sobre la tierra, bajo la noche”, es el que le había gustado a Victoria Ocampo.
P.: ¿Es cierto que a Borges le había gustado mucho el cuento sobre el lobizón?
D.A.: No recuerdo que me lo haya dicho y hablamos bastante y de todo un poco. Pensar que “Antes que amanezca” es sobre el lobizón es un error. Trata de la creencia que asume el padre por lo que se dice en el pueblo, trata de la fuerza de la leyenda folklórica. Y lo que hace el padre para salvar a su séptimo hijo varón, para que no reciba más el rechazo y el temor de la gente. Nada que ver con el costumbrismo. Mis cuentos tienen origen en la poesía, y son golpes poéticos a la realidad.
P.: ¿Por qué su primer libro no es “Antes que amanezca”?
D.A.: Hablé con Pezzoni, director de Sudamericana. Me contó que muchos amigos suyos se habían presentado a ese premio, y me felicitó. Pero me propuso publicar mi novela, eso no era lo que yo buscaba. Yo había ganado el Premio La Nación. Cuando fui a Corregidor, Pampin, el dueño, me esperaba con los brazos abiertos. Cambie el nombre y apareció como “El otro sol”.
P.: ¿Por qué transformó su cuento más famoso en una novela, con la que Nicolás Sarquís hizo una película protagonizada por Graciela Borges?
D.A.: Sentí que tenía que expandir el cuento “Bajo la luna, sobre la tierra, bajo la noche”, que daba para más. Así escribo “Sobre la tierra”, mi primera novela. La publica Pomaire en España, y se distribuye en México, Colombia, Chile y acá. Yo conocí al personaje, a la Baronesa, pertenecía a la oligarquía alemana. Con su marido, tras la muerte del hijo, se vinieron al exilio. Le compraron una estancia enorme a Urquiza. Vivía abotagada por el alcohol, tremebundamente gorda. Se me dio por reivindicarla, dar otro final a su vida, que disparara el máuser gritando: no acá, mierdas.
P.: Se lo considera “el gran narrador patagónico”, pero la mayoría de sus historias ocurren en Entre Ríos, en Campo del Banco…
D.A.: Cuando me vine al sur, comencé evocar con fuerza literaria el mundo entrerriano y ahí surgió el mítico Campo del Banco. No como los pueblos creados por Faulkner, Onetti o Rulfo, sino que de ese lugar real imana en mí una fuerza muy grande. Lo llamaban así porque un banco se había quedado con ese campo. Lo poblaban malandras, forajidos, ladrones de ganado, marginales. Es el mundo de mi infancia, y de mis personajes y sus historias.
P.: Lo último de ese ciclo narrativo es “Recordando el viento”, donde aparece la madre de Perón.
D.A.: En Comodoro Rivadavia conocí a Alba, mi mujer, que me contó que ahí vivía Susana Sosa de Canosa, que había sido mujer de Mario Tomás Perón. Contando su historia empecé a escribir sobre la Patagonia, los galeses, los boers, sin abandonar el mundo entrerriano con “Mi amigo, las islas, el Capitán y la muerte”.
P.: ¿Qué lo llevó a pasar casi 30 años sin escribir?
D.A.: Estaba radicado en El Bolsón, tenía el vivero “La tierra baldía”, siete hijos, que estudiaban en Buenos Aires, había que yugarla y apechugarla. La literatura era un acompañante de mi vida, nada más y nada menos.
P.: Regresó a las letras con la novela patagónica de un gendarme que persigue a un descendiente de mapuches, luego de la Guerra de Malvinas.
D.A.: “El bumerang vuelve al cazador”. Fue una de las finalistas del Premio Herralde 2014, y la publicó Espacio Hudson. Después escribí “El país de las guerras”. Quería contar de Justo José de Urquiza, pero me costaba hincarle el diente, hasta que se me ocurrió abordarlo a través de una familia de extremeños, la de Félix Salamanca buscado por Urquiza para mejorar el ganado. Así pude contar de Urquiza lateralmente, desde hombres y mujeres comunes. La historia de los Salamanca, padre, hijo y nieto, llega hasta el derrocamiento de Yrigoyen.
P.: Según Juan L. Ortiz usted es el mejor cuentista de la Argentina. Otros señalan que su calidad es influencia de Borges.
D.A.: El escritor argentino que admiro por sobre todos es Antonio Di Benedetto y su novela “Zama”. Se me adjudica la influencia de Borges. Leí a Borges y me maravilló, pero nunca encontré una influencia directa, la más evidente es la de Horacio Quiroga.
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