La galería Jorge Mara presenta en estos días una serie de pinturas de Juan Lecuona (1956), poco menos de 30 obras realizadas en 2024. Desde las formas de las calas pintadas en la década del 80 en blanco y negro, las obras de Lecuona se han volcado hacia la abstracción. No obstante, veladamente siempre aparece el motivo que lo inspira.
El arte de Juan Lecuona: unos paisajes que invitan a respirar
El artista inauguró su nueva exposición en la galería Jorge Mara. En una semana especial para las artes, el fotógrafo Juan Travnik fue distinguido como Personalidad Destacada de la Cultura en la Legislatura porteña
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Su arte se ubica hasta la actualidad en el umbral de la figuración. Y la ambigüedad formal que lo caracteriza se reitera en sus últimas series. El artista trabajó después de las calas, con sus propios recortes de unos moldes de costura. Allí se adivinan las siluetas, las formas del cuerpo en diferentes posiciones e, incluso, una cita a la célebre Victoria de Samotracia.
En la exhibición actual las formas se reducen a unos edificios, bloques rectangulares que, mayormente, se afirman sobre la línea del horizonte o un poco más adelante. A veces, en algunos cuadros, Lecuona planta dos horizontes. ¿Un desafío a la naturaleza? “No”, responde el artista. “Hay espacio. Hay atmósfera, aire”. Esta es su búsqueda, su verdadero afán: crear paisajes donde el espectador pueda no sólo ingresar sino, además, respirar.
“A mí me gusta pintar”, aclara, para explicar su ambición. Y, por supuesto, en la producción de sus obras, los materiales ocupan un lugar primordial. De hecho, utiliza un papel llamado marouflage como soporte y, así, lo explica: “Lo prefiero porque muerde, absorbe la pintura de un modo diferente. Me facilita las posibilidades de generar transparencias”.
Así se entiende el gusto por la condición del óleo y el deseo de elaborar nuevos colores con las transparencias del material, al aplicar capa sobre capa de pintura, una y otra vez. La condición del óleo, en el plano sensorial, influye en el brillo, acrecienta la belleza del color, provoca la inefable sensación de que la pintura fluye voluptuosa. Si el espectador observa un cuadro al óleo con una iluminación favorable, puede advertir que posee vida propia. La pintura puede reverberar de una manera especial, dejar entrar la luz y reflejarla desde adentro.
En el catálogo de la muestra, el crítico Pablo Gianera, señala: “La rigurosidad geométrica de las pinturas de Juan Lecuona depara una firmeza aparente: estas formas -bloques de presuntas edificaciones urbanas- son como las formas del sueño al despertar: se está seguro de sus contornos, pero la propia intensidad de lo soñado vuelve neblinoso el recorte nítido de la figura. De dos maneras logra el artista la ensoñación morfológica, que ya habíamos visto en trabajos anteriores, pero que ahora alcanza con estos la ponderación imposible de materia e ingravidez”.
El sosiego y el silencio de estas enigmáticas construcciones se pueden asociar al aislamiento de los monumentos de la pintura metafísica. Y el esfumado de la “ensoñación” que menciona Gianera, se vuelve perceptible y real en el tratamiento de algunas pinturas. La simplicidad de los edificios rectangulares coincide con el formato de las telas.
Sin embargo, más allá de la austeridad de las formas, la mayor virtud del artista que desde hace una década reside en San Pablo, consiste en su capacidad para diseminar la energía sobre toda la superficie del cuadro. Hay que acercarse a las obras para descubrir las variaciones de las pinturas que desde lejos se divisan como grandes campos de color casi monocromáticos. Es entonces cuando se advierte la fuerza de la mano del artista, su gestualidad y su presencia firme.
Juan Travnik
En una semana agitada para el mundillo del arte, Juan Travnik fue distinguido como Personalidad Destacada de la Cultura de Buenos Aires. La autora del proyecto fue Cecilia Ferrero, legisladora presidenta de la Comisión de Cultura de la Legislatura.
“Su obra es el fiel reflejo de ese caminar continuo por la ciudad, vagando sin rumbo, cuyos resultados ya se comenzaron a ver en esa primera muestra en el año 1970 en el Ateneo Foto-Cine de Rosario. Habiendo empezado muy joven su carrera atravesó diferentes etapas. Desde esos comienzos, influenciado por el humanismo de Henri Cartier Bresson, caminaba la ciudad registrando escenas callejeras desde esa perspectiva. En los ´80 su carrera da un vuelco y comienza a fotografiar rincones urbanos con cámaras de mayor formato”, señaló.
En el Salón Dorado de la Legislatura porteña más de cien personas celebraron la labor de Travnik y su fecunda tarea docente. El académico José Emilio Burucúa presentó a Travnik en la ceremonia, con una serie de citas y reflexiones sobre su trabajo. El propio Travnik cuenta con algo de sorpresa: “Me preguntó si había fotografiado animales. Y le dije que no. Me pareció medio contrariado, y no me dijo mucho más. Pero en la presentación señaló: 'Juan y yo nos habíamos equivocado. ¡Sí que fotografió animales! Los de las Calesitas (último trabajo que estoy realizando). Claro que son de juguete… ¡pero deslumbrantes de todas maneras! Por los colores vibrantes y por el amplio universo de seres vivientes que abarcan, los del agua como los cisnes, los de las llanuras como los caballos, los de la sábana africana como los elefantes. Son fantasmas, sueños infantiles de animales. Pero esperaré paciente los sueños de adulto de animales. Y digo, sueños porque entre los desastres que provocamos está la extinción de seres animales de verdad'”.
El nombre del fotógrafo Juan Travnik comenzó a sonar en el ambiente del arte cuando Sara Facio le pidió que se hiciera cargo de la dirección de La Fotogalería del Teatro San Martín. Poco tiempo después ganó la Beca Guggenheim con el proyecto de los retratos de los Veteranos de la Guerra de Malvinas, después siguió el reconocimiento de la Asociación Críticos del Arte y fue el artista invitado de la Feria Buenos Aires Photo junto a Coppola, que fue el homenajeado.
Travnik celebró su homenaje y con alegría lo cuenta: “junto a mis hijos y mis nietos, familiares y amigos y una cantidad importante de colegas como Marcos Zimmerman, Sebastián Szyd, Gabriel Díaz, Dani Yaco, Alejandro Gulminelli, Esteban Pastorino y muchos más. Personalidades de las artes y la cultura como Jean Louis Lariviere, Clarisa Rueda, Gaspar Carvajal, Luis Ovsejevich, las Académicas Matilde Marín y Gracia Cutuli, además de Burucúa y más de cien personas que me acompañaron.”
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