18 de diciembre 2024 - 14:40

George Friedman: el cineasta de las legendarias fotonovelas

El Malba acaba de inaugurar una exposición fuera de lo común dedicada al gran fotógrafo húngaro, radicado en nuestro país antes de la Segunda Guerra, con algunos de sus trabajos para la revista "Idilio"

George Friedman, Sin título. 1956. Gelatina de plata sobre papel. La imagen de una pareja junto a un avión a hélice acaso inspirada en “Casablanca”.

George Friedman, Sin título. 1956. Gelatina de plata sobre papel. La imagen de una pareja junto a un avión a hélice acaso inspirada en “Casablanca”.

El Malba acaba de inaugurar la exposición “Fotonovela. George Friedman en la revista Idilio”, curada por Facundo de Zuviría y el brasileño Samuel Titan. Algunos muros empapelados con grandes fragmentos de las fotonovelas, sus escenas tabicadas y sus textos, le brindan a la exhibición un atractivo especial.

Las muestras de fotografías de los artistas que llegaron de Europa durante los años previos a la Segunda Guerra Mundial despiertan el mayor interés en los amantes de esta disciplina. La Argentina albergó figuras realmente brillantes de la fotografía. En el año 2019, también en el Malba y en la extensa muestra “Mundo propio. Fotografía moderna argentina 1927-1962”, De Zuviría exploró el pasaje de la fotografía documental a la artística y, entre los autores casi desconocidos, presentó a George Friedman (Hungría, 1910 – Argentina, 2002).

La fotonovela, un producto de mezcla surgido al promediar el siglo XX, reúne características afines a la novela rosa y el cine. Este género consiste en la expresión de un relato a través de imágenes donde invariablemente se cruzan amores desencontrados que culminan con un final feliz. Con la creatividad de la revista “Idilio” y el talento evidente de Friedman, la Argentina le brindó impulso a esta disciplina. Creada en Italia en 1947, la fotonovela surgió aquí apenas un año más tarde. Friedman montaba escenas con un clima eminentemente cinematográfico, era capaz de mostrar los aspectos más dinámicos del mundo moderno, como la velocidad de los autos.

Hay imágenes notables, y una de ellas trae el recuerdo de la película "Casablanca". En el centro de la foto se divisa una pareja que parece despedirse. Allí están, entre dos aviones a hélice. Él viste un uniforme y las siluetas negras se recortan contra una bruma que pinta la escena de tristeza. Facundo de Zuviría aclara que, en su “Autobiografía”, Friedman menciona como referentes a varios directores de cine y, por el contrario, no habla de ningún fotógrafo.

Destaca entonces la capacidad para crear “construcciones visuales de gran poder narrativo y simbólico”. Y de este modo, con la estrategia del cine, triunfa la fotonovela de Friedman. Una muy joven Graciela Borges interpretaba en 1958 a “La chica de Nueva York”. En otra fotonovela figura, también joven, Leonardo Favio, además de Tita Merello y Susana Campos. Si bien Friedman había trabajado en Europa como reportero gráfico, su formación se gestó en Hollywood, como fotógrafo de cine. Y las publicaciones semanales de sus fotonovelas tuvieron un éxito enorme.

“Idilio”, una revista del corazón publicada por la editorial Abril, sorprendió a los estudiosos cuando descubrieron la serie dedicada a los sueños de la brillante fotógrafa Grete Stern. Toda una rareza. En la columna “El psicoanálisis la ayudará”, los fotomontajes de estética dadá–surrealista de Stern acompañaban los escritos del sociólogo italiano Gino Germani, que invitaban a explorar el universo del inconsciente femenino. Las imágenes ostentan una carga simbólica inquietante, mientras los textos -no menos perturbadores- interpretan el sentido enigmático de los sueños. Imágenes y palabras se adentraban en un territorio cargado de deseos, temores y represiones.

Germani, fundador y docente del Departamento de Sociología en la Facultad de Filosofía y Letras, se carteaba con las lectoras de “Idilio”, les revelaba el sentido oculto de sus sueños y las ilustraba acerca de los principios del psicoanálisis. Por supuesto, utilizaba un seudónimo. Cuando Germani conoció las imágenes de Friedman, le ofreció llevar el cine al papel y trabajar con buenos actores, escenógrafos y vestuaristas. En suma, un excelente nivel de calidad acompañaba al fotógrafo que, además, tenía absoluta libertad para experimentar. El curador disfruta contando el episodio de las fotografías con colores, pintadas. “El resultado no fue el esperado, fue muy bizarro. Y pronto, sin explicar nada, regresaron al infalible blanco y negro”, concluye.

La muestra exhibe 63 copias vintage realizadas por el propio Friedman, además de 30 contactos y los carteles con formato mural. La producción de Friedman fue gigantesca: 14.000 fotografías tomadas durante los 15 años que trabajó para publicar 700 ejemplares de “Idilio”. No obstante, las copias originales de este verdadero tesoro buscado por los coleccionistas, se han perdido.

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