3 de noviembre 2006 - 00:00
Grupo Escombros: arte de intenso dramatismo
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«Objeto
inaccesible»,
una de las 200
obras (también
hay
instalaciones,
objetos, libros
de artista,
fotografía, etc.)
que exhibe el
Grupo
Escombros en
el Centro
Cultural Parque
España de
Rosario.
Las acciones de Escombros, que desde sus inicios se identificaron como «grupo de arte callejero», tienen lugar en espacios públicos; por ejemplo, colocaron vendas a 700 árboles en el Bosque de La Plata, un gesto que significó «cuidemos al mundo porque es el hogar del hombre», un llamado de atención a los habitantes de la ciudad que maltratan impunemente los tilos. La palabra es primordial en el accionar de Escombros: declaraciones, manifiestos, poemas como la invitación a « Sembrar poemas para cosechar vida», una convocatoria a público y poetas que escribieron 424 poemas propios y de otros autores sobre círculos de cartón amarillo formando un sembradío en la Plaza Islas Malvinas de La Plata.
Todas estas acciones han sido rigurosamente registradas fotográficamente así como no podemos dejar de mencionar las fotos en blanco y negro, «Cuerpos Replicantes», imágenes de tortura. Aunque sus obras se concretan en la calle «lugar donde está la realidad sin disfraces ni condicionamientos», idea expresada en su primer manifiesto «La Estética de lo Roto» de 1989, esta exposición antológica puede contemplarse como obra de arte total, no solamente histórica y testimonial sino un llamado a «hacer de la solidaridad el sentido de la vida».
Esto es lo que reúne el Grupo Escombros, constituido actualmente por José Altuna, Claudia Castro, Adriana Fayad, Luis Pazos, Héctor Puppo, y lo que salvo algunas excepciones, no está presente en la 27a. Bienal de San Pablo.
Distintas instancias de su quehacer artístico, la ironía expresionista de «El hijo del gaucho aprende a sonreír» (1953), la metafísica y ficciones de carácter surrealista de mediados de los '70, los poéticos paisajes de los '90 pintados en su refugio cordobés al regreso de largos años pasados en España. Pero estas divisiones convencionales ya no importan, lo que sí importa es que el artista usó todos sus recursos pictóricos para dar una visión despojada de toda intelectualización, puso su individualidad al servicio de su rigor y pasión por la pintura con la que dio una visión humanista acerca del hombre y de su entorno.
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