3 de noviembre 2006 - 00:00

Grupo Escombros: arte de intenso dramatismo

«Objetoinaccesible»,una de las 200obras (tambiénhayinstalaciones,objetos, librosde artista,fotografía, etc.)que exhibe elGrupoEscombros enel CentroCultural ParqueEspaña deRosario.
«Objeto inaccesible», una de las 200 obras (también hay instalaciones, objetos, libros de artista, fotografía, etc.) que exhibe el Grupo Escombros en el Centro Cultural Parque España de Rosario.
Rosario- Es difícil conocer con certeza los múltiples detalles de cómo se tramitan las convocatorias para intervenir en las bienales internacionales, pero al visitar el Centro Cultural Parque España de Rosario (Santa Fe), se lamenta que el Grupo Escombros no haya sido conocido por los curadores que llegaron hasta aquí y, consecuentemente, seleccionado para la Bienal de San Pablo.

Bajo el lema «Artistas de lo que queda», este grupo surgido en La Plata en 1988, recorre todas las manifestaciones que hacen al concepto de la Bienal: «Cómo Vivir Juntos», a través de obras en las que los artistas reflexionan sobre «la condición humana en general, signada por el vacío y el peligro, dos características inexorables del mundo posmoderno».

Son doscientas obras, una producción que abarca instalaciones, objetos, libros de artista, fotografía, pintura, arte digital, que se potencian por la arquitectura abovedada en la que están emplazadas y que le otorgan una mayor cuota de dramatismo. Abordan con gran intensidad y realismo los temas acuciantes de la corrupción, de la marginalidad, de la supervivencia, del hambre. Este último, bajo el título de «Objeto Inaccesible», está constituido por panes expuestos en vitrinas intervenidos por alambres de púas, apuñalados, incendiados, desaparecidos y hasta dorados.

Cómo no emocionarse ante las bolsas transparentes contenedoras de «Lágrimas de los que no tienen ni tendrán trabajo», «Lágrimas de aquellos a los que les robaron el futuro», «Lágrimas de los que mueren de enfermedades curables». No obstante el realismo con el que presentan sus obras es un arte conceptual que no tiene nada que ver con aquél vacío de contenido, críptico, cargado de intelectualidad que hizo correr también crípticos ríos de tinta para intentar explicarlo.

Igualmente conmovedoras son las series de mates de los que es imposible tomar, las bolsas de residuos en las que se lee la palabra «Corrupción», la balsa de «Arte a la Deriva», las cruces negras sobre escombros, con inscripciones «El Futuro», «El Coraje», «La Libertad», «La Imaginación».

Las acciones de Escombros, que desde sus inicios se identificaron como «grupo de arte callejero», tienen lugar en espacios públicos; por ejemplo, colocaron vendas a 700 árboles en el Bosque de La Plata, un gesto que significó «cuidemos al mundo porque es el hogar del hombre», un llamado de atención a los habitantes de la ciudad que maltratan impunemente los tilos. La palabra es primordial en el accionar de Escombros: declaraciones, manifiestos, poemas como la invitación a « Sembrar poemas para cosechar vida», una convocatoria a público y poetas que escribieron 424 poemas propios y de otros autores sobre círculos de cartón amarillo formando un sembradío en la Plaza Islas Malvinas de La Plata.

Todas estas acciones han sido rigurosamente registradas fotográficamente así como no podemos dejar de mencionar las fotos en blanco y negro, «Cuerpos Replicantes», imágenes de tortura. Aunque sus obras se concretan en la calle «lugar donde está la realidad sin disfraces ni condicionamientos», idea expresada en su primer manifiesto «La Estética de lo Roto» de 1989, esta exposición antológica puede contemplarse como obra de arte total, no solamente histórica y testimonial sino un llamado a «hacer de la solidaridad el sentido de la vida».

Esto es lo que reúne el Grupo Escombros, constituido actualmente por José Altuna, Claudia Castro, Adriana Fayad, Luis Pazos, Héctor Puppo, y lo que salvo algunas excepciones, no está presente en la 27a. Bienal de San Pablo.   

  • Hasta el 5 de noviembre se exhibe en el Centro Cultural Recoleta una pequeña antología de Pedro Pont Vergés. Nacido en Corrientes en 1924 y fallecido en Córdoba en 2003 donde se radicó en 1934, fue discípulo de Roberto Viola y Ernesto Farina. Estuvo estrechamente vinculado al grupo de artistas modernos de Córdoba, entre ellos, Bonevardi, de Monte, Cuquejo, Giusano, Bendersky, que contribuyeron a la renovación del panorama plástico de la provincia y que tuvo su epicentro en la Escuela Superior de Bellas Artes.

    Distintas instancias de su quehacer artístico, la ironía expresionista de «El hijo del gaucho aprende a sonreír» (1953), la metafísica y ficciones de carácter surrealista de mediados de los '70, los poéticos paisajes de los '90 pintados en su refugio cordobés al regreso de largos años pasados en España. Pero estas divisiones convencionales ya no importan, lo que sí importa es que el artista usó todos sus recursos pictóricos para dar una visión despojada de toda intelectualización, puso su individualidad al servicio de su rigor y pasión por la pintura con la que dio una visión humanista acerca del hombre y de su entorno.
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