Grupo Mondongo: un deslumbrante baptisterio en el microcentro

La imponente instalación del dúo de artistas Juliana Laffitte y Manuel Mendanha ocupa una parte de la terraza de Arthaus Center, y está en calidad de préstamo en ese espacio.

El imponente "Baptisterio de los colores" del grupo Mondongo, en Arthaus Center.

A la sorpresa que depara la inesperada presencia del arte en pleno microcentro porteño, en Arthaus Center (Bartolomé Mitre casi Reconquista), se suma el placer del encuentro con las maravillosas obras del grupo Mondongo (Juliana Laffitte y Manuel Mendanha) y una escultura de Gabriel Chaile (1985). En el lobby de ingreso de un edificio de líneas neutras que albergó un banco en su origen, se encuentra “Mamá luchona” la escultura modelada en barro por Chaile.

La obra ocupó un lugar en la Trienal 2021 del New Museum y ostenta un peculiar mestizaje con el arte precolombino. Allí están los rasgos genuinos de Chaile, las raíces indígenas de un artista único e inconfundible. Las esculturas del tucumano podrían asociarse a las de Nadin Ospina. No obstante, mientras Ospina cruza las formas del arte precolombino con los personajes de Disney, Chaile rescata su identidad a través de su propia historia familiar.

Y así lo cuenta: “Crecí rodeado de una increíble familia de narradores. Mis padres, a menudo expresaban a través de la narración la historia de sus vidas como individuos y como niños, o contando las vidas de sus propios padres, las de los miembros de nuestra familia extendida, la historia de la región y del país también. Nos encantó; fue un proceso de inscribir la memoria en nosotros mismos, nuestras historias se convirtieron en los hilos que tejían el tejido de mi sentido de pertenencia en el mundo. A través de estas historias comencé a sentir que tenía derecho a algo, un conocimiento, una historia, una memoria cultural”.

Cerca de su taller en La Boca, Chaile creó una gran escultura biomórfica en adobe, que también funcionaba como un gigantesco horno de barro, justo cuando los directivos de Art Basel, contratados por el Gobierno de la Ciudad llegaron para movilizar el circuito del arte porteño.

En el año 2018, la directora de la Semana Art Basel Cities: Buenos Aires, fue la italiana Cecilia Alemani, responsable entonces de la High Line de Nueva York, y nombrada posteriormente curadora general de la Bienal de Venecia. Atraída por la contemporaneidad de los motivos precolombinos llevados a una dimensión monumental, primero, lo invitó a Chaile a integrar la muestra porteña y después, la Bienal veneciana. Así ocupó el tucumano un lugar crucial en los Arsenales.

Con su exitosa convocatoria surrealista, “La leche de los sueños”, inspirada en el libro de Leonora Carrington, la musa de Max Ernst, Alemani compuso la última mega-muestra dedicada realmente al arte en la Bienal veneciana. El tema inspiró varias exposiciones, como la del Pompidou y también elevó la cotización de Carrington. Eduardo Costantini pagó un récord por Carrington en los remates internacionales, y compró, además, las cinco piezas de Chaile que, sin lugar a dudas, son la génesis de Malba Puertos.

Mondongo ocupa Arthaus, el entrepiso está dedicado a la proyección de un film didáctico sobre la conocida serie de las calaveras. En el primer piso se exhiben las dos calaveras que pertenecen a Andrés Buhar, un coleccionista ejemplar. El espacio se fundó para que el público pueda acceder libre y gratuitamente a contemplar la gran instalación de Mondongo, el “Baptisterio de los colores”, la instalación que ocupa una parte de la terraza. Luego de ser expuesto en la galería Barro, y a pesar de la felicidad visual que proporciona al espectador, el destino del “Baptisterio de los colores” era terminar en un depósito.

Así surgió el proyecto Arthaus Center y llegó en calidad de préstamo (los artistas no desean venderlo). Sin embargo, el coleccionista Buhar ganó celebridad cuando compró la imponente instalación “Paisajes”, también de Mondongo por 1.270.000 dólares, el precio más alto pagado por el arte en la Argentina -al menos, abiertamente-. Un gesto para festejar. No es un secreto que una parte importante de las obras de la vanguardia argentina, colecciones enteras, se están vendiendo por valores extremadamente bajos.

En su búsqueda artística Laffitte y Mendanha llegaron hasta la plaza del Duomo en Florencia y conocieron el Baptisterio San Juan, con sus mármoles blancos y verdes y su diseño especial. Las obras de Mondongo suelen atravesar tiempos discontinuos. En este caso salta un abismo desde el Renacimiento y, posteriormente, la época de la Escuela Bauhaus, para ubicarse en la más plena contemporaneidad. Sin perder ni un ápice del esplendor y la belleza por el camino.

Así construyeron un dodecaedro de más de seis metros de diámetro, con hierro, madera, espejos, y utilizaron 3.276 bloques de distintos colores de plastilina que, prolijamente ordenados en el interior adquieren la condición mágica que procura el orden matemático. Cada bloque lleva el nomenclador labrado en su superficie con la fórmula del color. Los visitantes deben pisar el suelo espejado para percibir que los miles de bloques se reproducen al infinito por el efecto de un techo también espejado.

La obra es un homenaje a la arquitectura del Baptisterio de Florencia y, sobre todo, a la plastilina, material que, amasado como arcilla, determina nuevas posibilidades escultóricas y acentúa la seducción del color y la forma. Las cualidades son muchas pero la diversidad de procedimientos es compleja: al calentarla es posible utilizarla como si fuera óleo en las pinturas. De este modo, el elaborado trabajo manual con la plastilina inaugura nuevos modelos de pensamiento visual, un linaje exclusivo de Mondongo, que comenzó a experimentar con este material en el año 2002.

Para alegría de los admiradores de Mondongo, “Paisaje” tendrá en Puerto Madero el espacio que la obra merece. Se podrá apreciar la dimensión real que se pierde hoy en la exhibición de Malba Puertos.