Hay figuras que sobreviven al paso del tiempo. Anoche, todas las personas que asistieron al Movistar Arena fueron con la intención de hacer un chequeo de rutina. Tal como en el Lollapalooza de 2019, confirmaron lo que todos sospechábamos: que Lenny Kravitz sigue intacto, no solo por su físico envidiable para sus 60 años, sino también por sus inviolables principios como artista. Y es que como en aquel 1989 donde el músico propuso que dejemos que el amor gobierne, 35 años más tarde sigue insistiendo con aquel mensaje.
Lenny Kravitz dejó que el amor gobierne en su regreso a la Argentina
El músico estadounidense regresó a la Argentina con su gira "Blue Electric Light Tour". Con un show de dos horas, dejó en claro que sigue más vigente que nunca.
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Blue Electric Light, disco publicado el 24 de mayo de este año, supuso un nuevo capítulo en la carrera del guitarrista neoyorquino, quien se destaca por ser fiel a su estilo. Aquel que cautivó y desconcertó a muchos, porque el racismo no permitía que un artista afroamericano haga música que no sea ni para blancos ni para negros. En fin, Kravitz siempre tuvo que convivir con ese gris, y vaya si lo aprovechó. Su espíritu soul revuelto entre las aguas sagradas del rock de Led Zeppelin y refugiado en el infinito funk de Prince lo llevaron a construir un sonido propio.
Y así se planteó esta nueva presentación en suelo argentino, en la cual el artista, recargado con una nueva dosis, volvió a mostrar el carisma al que acostumbra. Durante todo el show se notó una increíble química entre el público y Kravitz, quien en el medio del espectáculo se tomo el tiempo para decir unas palabras: "Wow, Buenos Aires. Estoy agradecido de estar en este hermoso país después de tantos años. Este es mi lugar favorito en la Tierra. Este espíritu y energía es tan fuerte y linda. Los amo mucho, y esta noche, este lugar será su casa, su iglesia, su templo, su teatro. Así que celebremos la vida juntos".
Una mezcla entre la obra moderna y los viejos clásicos
Se apagaron las luces, señal que declara el inicio de cualquier show. Y así, en medio de la oscuridad, entró la formación, con Craig Ross en guitarra, The Wolf en bajo, Jas Kayser en batería, George Lask en teclados, Harold Todd y Michael Sherman en saxos y Cameron Johnson en trompeta. Por último, el inconfundible Kravitz, con un atuendo negro ajustado, sus icónicas gafas y sus descaradas rastas.
Por si había algún desprevenido, el concierto abrió con el más famoso de sus riffs de guitarra, y el protagonista preguntó, como hizo hace más de 30 años: Are you gonna go my way? No nos quedó otra alternativa que seguir su camino, que continuó con "Minister of Rock n´Roll" y "Bring It On". Esto dio paso a "TK421", uno de los cortes más destacados de su último proyecto, para el cual Lenny emuló los movimientos sensuales del videoclip, se le animó al bajo y pronunció una línea llena de groove para mover las almas del recinto de Villa Crespo.
En una entrevista reciente con Zane Lowe, el músico expresó que Blue Electric Light es el disco que no hizo cuando era adolescente y que se encontraba en un momento donde no estaba atado a ningún compromiso. De la misma forma se movía por el escenario, como si no tuviera obligaciones y con un andar despreocupado. Esto no quiere decir que su música no haya madurado, sino que es más bien un espíritu que oscila entre lo jovial y la experiencia, con una merecida arrogancia por ser uno de los rockeros más importantes en actividad.
Párrafo aparte para la conexión entre Kravitz y sus fanáticos. A lo largo del recital, el artista se mostró agradecido por el amor que le estaban brindando y destacó, como es costumbre, el fervor del público argentino. Todos los presentes se lo retribuyeron con la moneda más valiosa que pudieron ofrecer; un "Olé, olé, olé, olé... Lenny, Lenny" que el estadounidense atesorará por el resto de su vida. Y no se quedó ahí, sino que a lo largo de las dos horas alentó el vitoreo, subió a un afortunado niño al escenario quien se quedó con una púa del cantante, se arrodilló, saludó y bromeó. En fin, no hay dudas de que quedó muy a gusto en estos días que estuvo en el país.
Con "I'm A Believer" y luego de un enérgico primer segmento, el setlist viró hacia una sección más romántica y bailable. Esta inició con el poderoso "I Belong To You" de su álbum 5, pasando por "Stillness Of Heart" y el clásico "Believe" para llegar al infeccioso ritmo de "Human", otro de los temas más aclamados de Blue Electric Light. A ese se le sumó "Paralyzed", el sugestivo y erótico "Low" y "The Chamber" para alcanzar una pausa que sirvió para recobrar el aire y prepararse para el tramo final.
Una burla al tiempo y una declaración de principios
Ahora bien, por más que el recital estaba centrado en el lanzamiento de Blue Electric Light, esto parece haber sido una excusa para compartir viejos recuerdos. Y es que Kravitz solo compartió tres de las 12 canciones que tiene el disco, lo cual le quitó un poco de importancia al nombre del tour.
De todas formas, eso fue anecdótico si se lo compara con el final del show, que fue una caricia para los nostálgicos. Aquí Lenny sacó a relucir su faceta de hit-maker y atropelló con un revival de viejos clásicos. El recorrido inició con el poderoso "Always On The Run" y el dulce "It Ain't Over Till It's Over", dos de los temas más memorables del disco Mama Said, de 1991. Para cuando todos esperaban recuperarse, llegó el cachetazo definitivo: "Again", "American Woman" y "Fly Away", una seguidilla de éxitos que enloquecieron al público.
Las visuales abstractas sólo acompañaron el show, a pesar de que la presencia de Kravitz era suficiente, y vale destacar que una vez más volvió a burlarse del paso del tiempo. Muchas veces las personas van a un show para disfrutar de esos últimos destellos que tienen para ofrecer los artistas en decadencia o que "están pegando la vuelta". Sin embargo, nada de eso parece sucederle a Lenny, quien no le erró a una sola nota de sus solos de guitarra y, como si fuera poco, cantó como se lo puede escuchar en las grabaciones originales, regalándole a los fanáticos su característica voz, que se acomoda entre la aspereza y que ofrece una increíble variedad de tonos, desde su voz de pecho natural hasta increíbles falsetes.
Llegó una pausa final, que significó unos escasos minutos para que Kravitz pronuncie palabras sagradas: "Vinimos aquí para amplificar el amor juntos. Entonces hagamos lo que vinimos a hacer". Eso marcó la orden de que había llegado la hora del desenlace, y es lógico que termine con lo que empezó todo. Porque estamos hablando de un artista que, en la vorágine de un planeta cambiante, siempre parece mantenerse en eje y no corromperse. "Let Love Rule" no fue interpretada con la intención de ser canción, sino como Lenny habrá querido todo este tiempo; un mantra, que no dejaba de retumbar en los oídos de los 15.000 presentes.
Se dio el lujo de dejarlo marinar, para darle toda una vuelta al campo delantero, colgarse la bandera argentina y dirigir la orquesta de Villa Crespo. Así, sin un adiós formal, Kravitz aulló las tres palabras que dieron el puntapié inicial a su brillante carrera y las dejó suspendidas en el aire, formando un mensaje que sigue vigente en los tiempos que vivimos. Pero nada de despedidas, porque todos sabemos que hay Lenny para rato y que esto tan solo fue una nueva declaración de principios.
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