25 de septiembre 2024 - 15:08

Paola Vega: la apacible levedad de sus grandes obras al óleo

La artista argentina, que esta semana ingresó en la colección Molaa de Los Angeles, acaba de inaugurar en galería Calvaresi su muestra "Sustracciones", que revela una nueva faceta de su estilo.

Algunas de las obras de Paola Vega expuestas en su muestra Sustracciones.

Algunas de las obras de Paola Vega expuestas en su muestra "Sustracciones".

La galería Calvaresi exhibe “Sustracciones”, la última serie de pinturas de Paola Vega (1977). En esta nueva muestra, curada por Sonia Becce, la obra de Vega hasta ayer plenamente abstracta, revela una cuestión formal. En las pinturas anteriores, esos inmensos campos de color puro donde predominaba el vacío, las formas estaban ausentes.

Hoy, por el contrario, los cuadros de la exhibición ostentan formas borrosas, como si la artista quisiera expresar los impulsos primarios que la inspiran. Acaso esas visiones desdibujadas representan imágenes que se cruzan por su imaginación mientras pinta. Y allí están, como fantasmas, en medio de los colores dominantes, rosa, amarillo, verde manzana y hasta turquesa, siempre aplacados con el blanco. Las formas esfumadas que apenas se divisan, surgen en esa colorida niebla y plantean abiertamente las cualidades espaciotemporales de las obras.

La propia artista menciona la lentitud de las pinceladas cargadas con la levedad casi acuosa del óleo muy diluido. De este modo, la superficie tersa de las telas se convierte en un estímulo óptico, en la perfecta Invitación para detener la mirada y contemplarla.

Cuando se silencia el discurso, mientras la mirada vagabundea por los cuadros, la obra facilita el ingreso del espectador en esos espacios. Kandinsky hablaba del arte como “un nutriente para el espíritu” y amaba la música de Schumann, quien, a su vez, creía cumplir un cometido. Y así lo afirmó: “La misión del artista es echar luz sobre las tinieblas del corazón humano”.

Mientras el espectador bucea con placer en las aguas de la contemplación meditativa, Paola Vega observa: “Cada día me parece más misterioso todo, la vida, la muerte, los días, nosotros, y claro, la pintura”. Con esta reflexión, el ruido del mundo se aleja. Y, de más está decirlo, también se alejan las obras del barroco americano, estilo que viene ganando visibilidad y espacio en estos últimos años.

En el montaje inusual de la exposición, hay varias pinturas de diversos tamaños colgadas una junto a la otra. Pero la transición resulta fluida y el ojo se desliza sin interferencias. Becce, suma a su formación como curadora (conocida mayormente por las muestras que presentó de Guillermo Kuitca y Félix González Torres) la de psicóloga. Y en el texto de presentación de la muestra brinda prueba del dominio de ambos oficios.

Primero, descubre a través de una entrevista, la influencia que ejercieron los maestros Tulio de Sagastizábal, Jorge Gumier Maier, Diana Aisenberg, Pablo Siquier y Jorge Macchi. Cada uno en especial. Además, subraya la vocación investigadora de la artista, su interés por reivindicar a las mujeres ya olvidadas por la historia del arte argentino. La recopilación del arduo trabajo de encontrar fotografías “inhallables” de poco menos de un centenar de ellas en sus talleres, desde Léonie Matthis con vestido largo en Mar del Plata a Delia Cancela y otras que pertenecen a la década del 60, fue publicada en un libro por la editorial Iván Rosado.

En la presentación de la muestra, la curadora concluye: “Si la obra de Paola Vega se puede mirar como un lienzo continuo, es en los cambios dramáticos en las dimensiones de sus cuadros, donde se encuentran las variaciones y los pulsos. Mantiene al mismo tiempo cuatro o cinco pinturas, que progresan todas juntas casi imperceptiblemente de un día para el otro. Así pasa de pintar una obra de 200 x 230 centímetros a otra contigua, de 20 x 30. Recorre -pincel en mano- las paredes de su taller de donde cuelgan las pinturas haciendo toques y retoques, pero es quizás en la exigencia -y la novedad- del formato pequeño donde encuentra los desafíos más importantes y donde paradójicamente se siente más expuesta. Hay un efecto halo, una bruma que se posa sobre los óleos de su última producción, imágenes borrosas que sólo se advierten después de acostumbrar al ojo. En el tránsito, en el ida y vuelta, se ve algo, pero ¿qué es? Paola dice: ‘Al final, no es nada”’.

Consultada sobre sus referentes en el mundo del arte, Vega, que esta semana ingresó en la colección del Molaa de Los Ángeles, nombra pintores abstractos, como Agnes Martin, Robert Ryman, Blinky Palermo y Raoul de Keyser. Acaso decidió volver a la más pura abstracción.

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