4 de julio 2024 - 15:37

Vacaciones de invierno: visita al Museo de Ana Frank

El Centro Ana Frank cumplió 15 años y reinauguró su museo hace tres semanas, con cambios en la fachada, incorporación de nuevos objetos originales, un nuevo guion en el recorrido, nuevas tecnologías y lanzamiento de la tienda.

Ana Frank se ocultó en la casa desde los 13 a los 15 años, y allí escribió su diario, que fue publicado años más tarde por el único sobreviviente del Holocausto de la familia, Otto Frank, su padre. 

Ana Frank se ocultó en la casa desde los 13 a los 15 años, y allí escribió su diario, que fue publicado años más tarde por el único sobreviviente del Holocausto de la familia, Otto Frank, su padre. 

Un hermoso caserón en Belgrano alberga jóvenes voluntarios que se acercan a formarse como guías para contar la historia y luchar para no olvidar; decenas de escuelas llegan a diario para volver a escuchar sobre el Holocausto, o enterarse por primera vez, pero también para conocer el legado, la tradición y el porvenir; salas de teatro para representar en escena fragmentos del pasado en pos de que el horror no se repita.

El Centro Ana Frank cumplió 15 años y reinauguró su museo hace tres semanas, con cambios en la fachada, incorporación de nuevos objetos originales, un nuevo guion en el recorrido, nuevas tecnologías y lanzamiento de la tienda.

La reapertura se realizó el 12 de junio, que conmemora el 95° natalicio de Ana Frank y Día de los adolescentes y jóvenes por la inclusión social y la convivencia contra toda forma de violencia y discriminación.

El director del Centro Ana Frank Argentina, Héctor Shalom, expresó: “Este museo cuenta una historia que si bien no cambió, lo que cambió fue su significación. En el régimen nazi los judíos, los gitanos, los afrodescendientes eran expulsados de la sociedad. Nos interesa ver este correlato de lo macrosocial en las aulas, porque cuando un grupo no trabaja para incluir a todos, corre el riesgo de expulsar”.

La casa donde funciona el centro perteneció a Mauricio e Hilda Szulman, se la conocía en el barrio como “La casa de Hilda”, que cobijó a gente en situación de calle. La vocación de abrazar y transmitir sigue circulando por esas paredes.

fachada.png

Durante las visitas se hace énfasis en el contexto mundial, desde el crack de Wall Street en el´29 y un caldo de cultivo propicio para los totalitarismos. El desempleo, el descontento y la pobreza entre algunas causas para la paulatina simpatía por el nazismo y posterior apoyo del pueblo alemán al plan sistemático y criminal de asesinato de minorías en general y judíos en particular.

En el recorrido se revisa el aparato propagandístico, el rol de los medios de comunicación liderados por Goebbels y lo más interesante llega al subir al primer piso para visitar una réplica de la casa donde se escondieron los 8 miembros de las familias Frank, van Pels y Fritz Pfeffer, detrás de la fábrica donde trabaja Frank, en Amsterdam.

Las camas, el baño, la cocina, la escalera al altillo, la bicicleta, el escritorio donde Ana escribía su diario una hora por día porque debía turnarse con el dentista, las fotos de artistas famosos y otras arrancadas de las paredes, son algunos de los objetos destacados.

En esta reinauguración se sumó el concepto de la dignidad de las víctimas del nazismo, para reivindicarlos y acercarse a quiénes eran en realidad. Se añadieron contenidos sobre judaísmo e historias del pueblo judío, y para evitar caer en que sólo fueron víctimas. Se reforzaron historias sobre las resistencias durante el nazismo, como un eslabón más en la construcción de memoria, desde los Partisanos a pequeñas resistencias como la de escribir un diario que salió a la luz de la mano del padre de Ana, Otto Frank, y la frase inoxidable de Ana: “Qué maravilloso es que no tengamos que esperar ni un minuto para empezar a cambiar el mundo”.

Se sumaron a la muestra nuevos objetos originales como billetes y notas de bancos de diferentes denominaciones entre 1922 y 1923, cupones de racionamiento para alimentos utilizados en los Países Bajos, entre el 9 de julio y el 5 de agosto de 1944, un álbum privado de los Juegos Olímpicos en Berlín (1936) y soldaditos con los que jugaban los niños durante aquellos años.

Es común oír la pregunta de cómo fueron descubiertos y enviados a los campos, siendo Otto el único sobreviviente. A menudo se cuenta que hubo un delator, pero las últimas investigaciones sostienen que los nazis encontraron a los escondidos por los cupones de racionamiento para alimentos, que en la fábrica estaban duplicados y acudieron para investigar al respecto. Lo que sigue en duda es cómo corrieron la famosa biblioteca que daba paso a la casa de atrás sin un delator.

También se incorporaron cuatro videos que complementan los relatos de los guías del Museo, sobre antisemitismo, discursos de odio durante el nazismo, Holocausto y entrevistas a Miep Gies, protectora de la familia Frank, y a Otto Frank, su padre.

La anteúltima sala establece un paralelismo entre el nazismo y la dictadura del 76. Allí aflora la necesidad de memoria para no repetir la historia y la búsqueda de justicia. La violencia ejercida desde el Estado, la cortina de humo de acontecimientos deportivos, la quema de libros y otras atrocidades que parecen calcadas. Estremece este presente en Argentina y en el mundo, con rebrote de antisemitismo, asesinato de judíos por Hamas y familias que esperan a sus secuestrados.

La visita termina en el patio trasero con un retoño del castaño que evoca aquel que Ana miraba a diario, en su única conexión con el exterior. La lucha es la misma, 6 millones de judíos en la Shoá, el 7 de octubre del año pasado, con la peor masacre de judíos desde el Holocausto, 30 mil desaparecidos en la dictadura. Nunca más.

Dejá tu comentario

Te puede interesar