Periodista: A dos semanas de asumir, Trump despierta más dudas que certidumbre. Nos señaló a la gente que lo va a acompañar, pero no están muy claras cuáles son las políticas.
Diálogos de Wall Street: del Trump rally no quedan certezas
Las tasas suben. La Bolsa trastabilla. Y el presidente electo despierta más dudas que certidumbre. ¿Es verdad que piensa suavizar la suba de aranceles? ¿Hacia dónde vamos, Gekko?
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Gordon Gekko: Habrá más dudas todavía cuando se haga cargo del gobierno y vierta las definiciones polémicas. No sería Trump si no fabricase conflictos. Es inevitable. Lo lleva en su ADN. Si no embestís, si no hay fricción, no estás haciendo tu trabajo a fondo.
P.: Trump habló de aranceles durante toda la campaña, con números precisos y mucha insistencia. También lo hizo inmediatamente después del triunfo electoral. Sobre la marcha, agregó más países a la lista. Así prometió un gravamen de 100% a las importaciones provenientes de los BRICs si impulsaban una iniciativa que perjudicara la primacía del dólar. En las últimas semanas, sin embargo, el tema pasó a un segundo plano. Se le bajó el perfil. ¿Es la señal de un replanteo?
G.G.: Una cosa es llamar la atención y juntar votos. Ahí sirven los anuncios exuberantes. Y no las medidas sensatas pero tibias que no conmueven a nadie. Otra cosa es gobernar. En principio, la gestión promete novedades. Ya no está Robert Lighthizer, quien era el experto principal y fue muy vocal en la campaña. Las riendas las llevará Scott Bessent, quien tiene una mirada más amplia, y también participó de la campaña, pero que se llamó completamente a silencio. No se confunda, el tema del comercio no se archivó. Es un asunto central. Pero que se está cocinando en la trastienda.
P.: Bessent abogó por recuperar el espíritu de Alexander Hamilton, uno de los padres fundadores, y el primer secretario del Tesoro. Para él (en el Siglo XVIII), los aranceles eran una pieza clave para promover la industria nacional y favorecer la independencia económica.
G.G.: Los aranceles van a estar en primer plano. Desde temprano. Trump cumplirá su promesa, aggiornada. No se preocupe por eso. Bessent los quiere punzantes para negociar después su reducción. Stephen Miran, quién irá al Consejo de Asesores Económicos, comparte la idea. No formó parte activa de la campaña, escribió un memo favorable a la posición de Bessent, y, fíjese, terminó presidiendo el Consejo.
P.: Miran puede servir para un doble propósito. También puede ser un francotirador certero contra la Fed de Powell.
G.G.: ¿Y no fue Bessent acaso el que propuso montar un banco central en las sombras? Como una voz en paralelo de la política monetaria.
P.: Tiene razón. Hay más de un punto de contacto.
G.G.: Bessent después se arrepintió. Nunca más mencionó el tema. Como le dije, la campaña tiene unas reglas, y la gestión de gobierno se rige por otras. Si algo sabe la política es llevar sus contradicciones a cuestas, sin inmutarse. Dicho sea de paso, Trump también dejó de lado su obsesión por cargarse a Powell. El chairman tiene el boleto picado, pero no se irá antes de tiempo.
P.: ¿No habrá pasado lo mismo con los aranceles? El Washington Post desliza que hay un cambio de planes. Y que se aplicarán, a todos los países, pero solamente sobre un conjunto selectivo de bienes y servicios. Trump lo niega. Enfáticamente. “Fake news”, bramó. ¿Qué cree usted?
G.G.: Es lógico que se estudien distintas variantes, ahora sí, en detalle. Estarán ponderando los pros y los contras. Que se haya enfriado el Trump rally no les habrá pasado por alto. ¿Cuán agresivo puede ser el plan? Biden dejaba un país que tenía un horizonte de tasas en baja. Para alguien que viene del mercado de bienes raíces, no es un dato menor.
P.: Y ese horizonte, con las Trumponomics en puerta, desapareció.
G.G.: La Fed, en una blitzkreig de tres meses, recortó un punto completo sus tasas y ya avisó que es suficiente. Se retiró. Las tasas largas, mientras tanto, suben y suben. 110 puntos base. Rozaron ya 4,70%.
P.: Y el dólar está firme como una roca.
G.G.: Solamente aflojó con la versión que publicó el Post.
P.: ¿Cree que los mercados le pondrán un límite al Trump inaugural?
G.G.: Lo harán rebalancear su agenda. Ajustar mejor la mezcla de iniciativas. Tiene que ser audaz y agresivo, es su sello distintivo. Para eso están los exabruptos. Ya se cobró la cabeza de Justin Trudeau antes de asumir. ¿No dijo que le iba a aplicar un arancel de 25% si no contenía el flujo de migrantes? No pasó ni lo uno ni lo otro, y mucho menos que Canadá sea el estado 51, y ya Trudeau es historia. Piense que Trump no querrá pegarse tampoco un tiro en los pies.
P.: Mucho ruido y pocas nueces. Al menos, pocas nueces en los Estados Unidos.
G.G.: ¿Habló de deportaciones masivas? Arrancará con un show tremendo, enorme, deliberadamente cruel. Como para que no queden dudas. Pero, ¿quién las va a mensurar? Como pasó con la gran muralla para detener mejicanos. Se hace un tramo de muro, se filma y viraliza en las redes sociales, y después vemos. La mano de obra es escasa. No tiene sentido ahuyentarla. Si Trump anuncia sus planes y la tasa de diez años se dispara a 5% y la Bolsa se desbarranca, todo se le hará cuesta arriba. No se gana nada. La espectacularidad no tiene que enervar a las tasas de interés. En ese sentido, blandir la motosierra del gasto puede ser muy útil. Sobre todo, para transmitir la idea de que Trump podrá hacer pasar sus planes por el Congreso a través del proceso de reconciliación. Usted sabe, aquel que permite su aprobación con simple mayoría en el Senado. Si no baja el gasto no podrá convencer al ala republicana más dura.
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