19 de febrero 2025 - 00:00

Diálogos de Wall Street: las bolsas festejan, ¿qué es lo que están diciendo?

Trump es una vorágine de cambios. Muchos de ellos, anunciados; pero sin principio de ejecución. ¿Qué es lo que nos están diciendo las bolsas? ¿Qué esto es un bluff? ¿O qué no ven problemas si los anuncios se cumplen, Gekko?

La relación entre Wall Street y Trump, bajo el análisis del especialista que se hace llamar Gordon Gekko.

La relación entre Wall Street y Trump, bajo el análisis del especialista que se hace llamar Gordon Gekko.

Periodista: El presidente Trump es una máquina de aumentar aranceles, las compañías no tienen muy claro en qué entorno tendrán que operar en pocos meses más y, sin embargo, la Bolsa, después de un impasse, vuelve a trepar. El S&P500 juguetea en el umbral de un nuevo récord. Las tasas largas se calmaron cuando antes eran el termómetro visible del estrés. Lo mismo el dólar. Las Bolsas europeas establecen nuevos máximos después de que Trump rescata a Vladimir Putin del ostracismo, y le promete (implícitamente) quedarse con el territorio que ocupa en Ucrania. A la par, el vicepresidente JD Vance, con un discurso hipercrítico a domicilio, en Munich, hace trizas la Alianza Transatlántica. ¿Cómo se entiende? ¿Esto va en serio? ¿Está todo bien? ¿O es simplemente un bluff?

Gordon Gekko: Desde ya, los mercados no son infalibles. Tenga presente que siempre se reservan el derecho de cambiar de opinión sin preaviso. No dejan de pronunciarse, pero nunca la suya es una posición definitiva. Y con Trump nunca se sabe qué se trae entre manos.

P.: ¿Esto es aleatorio, acaso? Las tasas largas escalaron más de un punto cuando la Fed bajó las suyas un punto completo, de septiembre a diciembre. Tenían una visión muy punzante. ¿Qué las hace tranquilizarse ahora?

G.G.: No es aleatorio. Los mercados creen entender mejor qué es lo que pasa. Todos los anuncios de aumentos de aranceles están en suspenso, salvo los 10 puntos porcentuales extra que Trump le aplicó a China.

P.: Mucho ruido y pocas nueces.

G.G.: En principio, es así. Y la magnitud de aranceles que Trump revolea es imposible de aplicar sin provocar un problema serio de funcionamiento en la propia economía de EEUU.

P.: Llámese más aumentos de precios e inflación.

G.G.: Y serios problemas de suministros y logística. Visto así, lo que Trump anuncia son los términos para comenzar una discusión y los plazos perentorios para sentarse a la mesa de negociación.

P.: ¿No se cree que vaya a tocar los aranceles?

G.G.: Los aranceles van a subir, porque interesa aumentar por esa vía la recaudación para así extender la rebaja de impuestos que vence en 2026. Pero los aumentos van a ser pequeños, sustancialmente más bajos que lo que se anuncia. Y es posible que en algunos casos se cambien por cuotas de importación. Y de seguro que va a haber exenciones. En la conversación con Narendra Modi, el premier de la India, quedó claro que si se radica una parte de la producción en los EEUU, el tratamiento será distinto. Es un abanico de opciones.

P.: La agresividad de Trump es para la tribuna.

G.G.: Es el punto de partida para la negociación bilateral. Queda claro, por ejemplo, en el anuncio de la política de aranceles recíprocos, que es una discusión que requiere definir desde los criterios técnicos básicos hasta los equipos de negociadores. Y eso tampoco se hará de la noche a la mañana.

P.: ¿De ahí la mayor tranquilidad?

G.G.: Más es menos. Más anuncios, más ambiciosos, son menos cumplibles. Al menos sin pegarse un tiro en los pies. Y convengamos que la confesión del secretario del Tesoro, Scott Bessent, en el sentido de que lo que quiere la Administración es que bajen las tasas largas completa el cuadro. Hasta Trump terminó de entender que necesita que la inflación caiga para poder concretar esa aspiración lógica. Antes que tallara la campaña política, las tasas largas bajaban solas con una economía creciendo al 3%.

P.: No es negocio romper nada, entonces.

G.G.: Así es.

P.: Pero la agenda política de Trump es muy corrosiva. Y con ella ganó la elección y un claro mandato.

G.G.: Los mercados entienden que Trump no la va a abandonar, pero necesita dosificarla para no matar a la gallina de los huevos de oro. Una economía que crece pujante, una inflación que se redujo, pero debe todavía contraerse más, y una Fed inclinada a retomar la baja de tasas si Trump no patea el avispero. Lo que los mercados cotizan hoy es que esa solución de compromiso, que ponían en duda en noviembre y diciembre, es un horizonte más probable. La motosierra de Musk, un factor no muy tenido en cuenta entonces, entró en la ecuación y la torna más viable.

P.: Y qué me dice del Trump internacional que castiga a los aliados de siempre de los EEUU como Canadá y Europa, y rescata la figura de Putin, instala la idea de que el crimen (la invasión), paga; y pone así en entredicho la voluntad de la OTAN y la seguridad estratégica de Europa…

G.G.: ¿Estamos asistiendo a la parición de un nuevo orden internacional? Los mercados no se especializan en geopolítica. No les pregunte a ellos. Las Bolsas europeas en récord cotizan favorablemente la probable paz en Ucrania. Punto. Si después Putin estará tentado a repetir su aventura en una Europa debilitada, con la OTAN en repliegue, eso va más allá de su mirada (y su pericia analítica). Trump (lo mismo que Putin, dicho sea de paso) quiere desintegrar la Unión Europea para negociar después país por país un nuevo set de condiciones para la convivencia. No lo pudo lograr en su primer mandato. Está convencido, después de escucharlo al vicepresidente Vance en Munich, de que ahora es la oportunidad. Necesita que los electorados se inclinen más hacia la derecha, y que Europa sea más “democrática” y lo acepte.

P.: Da la impresión de que estamos jugando con fuego.

G.G.: Efectivamente. Y si Wall Street no se chamusca, no espere otra cosa. La política es la que conduce, y la que nos está llevando por allí.

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