El viernes pasado, la jornada financiera comenzó sin sobresaltos aparentes. No se esperaban grandes novedades, y la publicación del IPC de febrero, aunque proyectada levemente superior al mes previo, no generaba alarma en el mercado. Mientras tanto, los mercados globales mantenían una volatilidad elevada desde la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, y en Argentina, los problemas estructurales seguían siendo los de siempre.
El dólar oficial bajo presión: el BCRA vende reservas y el mercado teme un giro en el régimen cambiario
En apenas cuatro jornadas, el Banco Central vendió casi u$s1.000 millones en el mercado oficial, revirtiendo la tendencia compradora que mantenía desde julio de 2024. La incertidumbre sobre el acuerdo con el FMI y la falta de claridad en la política cambiaria generan tensión en los inversores y aceleran el desarme del carry trade.
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No es el eventual cambio de régimen lo que preocupa al mercado, sino la falta de claridad sobre qué modelo lo reemplazará.
Sin embargo, a medida que avanzaba el día, comenzaron a observarse señales de tensión en el mercado de cambios. La presión sobre los contratos de dólar futuro aumentó significativamente, acompañada por un volumen inusualmente alto en el mercado oficial. Para el cierre bancario, a las 15 horas, el volumen operado en el mercado de cambios se había más que triplicado respecto de los niveles habituales. La señal era clara: el Banco Central de la República Argentina (BCRA) había tenido un día complicado.
Efectivamente, durante la jornada, algunos agentes financieros —quizás con información privilegiada— comenzaron a demandar dólares tanto en el mercado de contado como en el de futuros. Como resultado, el BCRA terminó vendiendo u$s474 millones, marcando la segunda mayor intervención diaria de la gestión de Javier Milei. A diferencia de la venta récord de u$s599 millones en diciembre pasado, esta vez no hubo una explicación clara e inmediata. En aquella ocasión, la autoridad monetaria había aclarado rápidamente que el pico de ventas se debía a pagos postergados de importaciones del sector automotriz que habías pospuesto hasta la eliminación del impuesto PAIS. Ahora, ante las consultas del mercado, la única respuesta oficial fue que se trataba de "acomodamientos de posiciones de algunos bancos".
El interrogante se instaló: ¿se trataba de un episodio aislado o el inicio de una tendencia? Para responder, había que observar el comportamiento del mercado en los días siguientes. Desde el segundo semestre de 2024, el BCRA se había convertido en un comprador neto de divisas gracias al "carry trade" y el blanqueo de capitales. Si bien no lograba una acumulación sostenida de reservas, mes a mes cerraba con saldo positivo en el mercado de cambios. La última vez que había registrado ventas netas había sido en julio de 2024, por u$s138 millones. A partir de entonces, la tendencia había sido de compras, alcanzando un máximo de u$s1.948 millones en febrero de este año.
El lunes siguiente a la inesperada venta del BCRA, la autoridad monetaria volvió a registrar un saldo negativo, esta vez de u$s56 millones. El martes fueron otros u$s215 millones y el miércoles, u$s186 millones. En total, u$s931 millones vendidos en apenas cuatro jornadas, un nivel sin precedentes en esta gestión. Algo había cambiado.
Ese cambio quedó en evidencia el martes, cuando el ministro de Economía, Luis Caputo, concedió una entrevista un canal de noticias. Consultado por el periodista sobre un eventual cambio en el régimen cambiario tras el acuerdo con el FMI, el ministro no desmintió la posibilidad. "Eso es parte del acuerdo y no lo puedo decir. Lo que sí puedo es dejar tranquila a la gente: lo que hagamos nosotros no va a afectar a la gente", respondió. Con esas palabras, Caputo dejó abierta la puerta a un giro en la política cambiaria. Una de las tres anclas del gobierno, la cambiaria, parecía debilitarse.
Desde el inicio de la gestión Milei, la estrategia cambiaria había sido clara: un crawling peg del 2% mensual como herramienta central para estabilizar la economía, implementado incluso antes de las anclas fiscal y monetaria. Aunque el mercado inicialmente dudaba de su sostenibilidad, el gobierno logró sostenerlo, a pesar de que ello implicaba una apreciación real del tipo de cambio. En febrero, incluso, se redujo el crawling peg al 1% mensual con el objetivo de seguir moderando la inflación hasta llegar a cero y, eventualmente, levantar el cepo cambiario.
Sin embargo, las declaraciones del ministro Caputo generaron mayor incertidumbre. No es el eventual cambio de régimen lo que preocupa al mercado, sino la falta de claridad sobre qué modelo lo reemplazará. Las opciones son varias: desde una unificación cambiaria hasta un esquema de bandas, como el implementado en 2018 bajo la presidencia de Guido Sandleris en el BCRA. Sin detalles concretos, el mercado opta por la prudencia y busca cobertura.
La demanda sostenida de dólares en el mercado oficial, que ha obligado al BCRA a vender reservas, refleja un cambio de tendencia probablemente impulsado por el desarme de operaciones de carry trade. Estas operaciones, que consisten en aprovechar la diferencia de tasas entre pesos y dólares, suelen cerrarse con demanda de divisas, ya sea para cancelar créditos en dólares que fueron convertidos a pesos o para que los importadores regularicen pagos previamente postergados aprovechando las tasas en moneda local.
En esta ocasión, la inestabilidad no proviene del mercado de dólares financieros, sino del mercado oficial. La posibilidad de un cambio en el régimen cambiario, combinada con la falta de una estrategia comunicacional clara por parte del gobierno, ha generado un desajuste en las expectativas del mercado. No prepararon al mercado para un posible cambio de régimen, tampoco tenían listo un argumento para respaldarlo y para peor la noticia se filtró. Ahora, la aprobación del DNU que habilita al gobierno a realizar un nuevo acuerdo con el FMI podría traer un alivio temporal, pero mientras no se brinden detalles sobre el nuevo esquema que se implementará, el mercado seguirá navegando en aguas turbulentas.
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