28 de abril 2025 - 12:17

El rol de las emociones en mercados agitados: tensión global, "carry trade" y el riesgo de caer en la trampa

En plena guerra comercial y ante el nuevo régimen cambiario local, advierten que reconocer y gestionar los impulsos se vuelve tan esencial como el análisis técnico a la hora de tomar decisiones.

Mercados sacudidos por el miedo.

Mercados sacudidos por el miedo.

Depositphotos

En ocasiones, los mercados financieros reflejan más las emociones humanas que el cálculo racional. Abril fue un claro ejemplo de esta dinámica, donde la volatilidad extrema no solo afectó los activos, sino que también sacudió las convicciones más firmes. A nivel global, los flujos de capital revelaron con claridad un panorama fragmentado entre el miedo y el riesgo. En el ámbito local, el fervor por la "inversión del momento" (el "carry trade") trascendió los círculos financieros y llegó a la televisión pública. Esta situación subraya los estímulos que enfrentan los inversores, atrapados entre la búsqueda de rendimientos rápidos y la inestabilidad inherente que atraviesa este año el mundo financiero.

En el mes que termina, los inversores aceleraron la búsqueda de refugio de manera sostenida, lo que dejó entradas netas de alrededor de u$s18.000 millones en ETFs que replican el precio del oro, los bonos del Tesoro de EEUU de corto plazo y acciones de baja volatilidad. El dato configura el mayor registro de captaciones de los últimos dos años: una señal clara del incremento de la aversión al riesgo.

De manera simultánea, los fondos globales de renta variable experimentaron salidas por cerca de u$s14.000 millones en apenas dos semanas. No obstante, en una dinámica paradójica, los ETFs largos apalancados en acciones captaron u$s6.600 millones solo la semana pasada, lo que demuestra que, a pesar de las tensiones, una parte significativa de los inversores mantiene apuestas agresivas sobre la recuperación de la renta variable. La información se desprende del último informe de Buenbit.

El caso más llamativo es el del TQQQ —un ETF que triplica la evolución diaria del Nasdaq 100—, que recibió u$s2.300 millones, pese a que su cotización cayó 17% en los últimos tres días de negociación y acumula un retroceso del 54% desde el 19 de febrero. Una clara muestra de los elevados niveles de volatilidad y del creciente desconcierto entre los participantes del mercado.

Psicología del inversor: cuando el mercado tiembla, la mente también

Álvaro Ortiz, psicólogo y cofunder de BeeWe —una startup financiera basada en el comportamiento humano—, explica en diálogo con Ámbito que, cuando los mercados se agitan, es difícil que el mundo interior del inversor permanezca en calma. “No se trata de una falla individual, sino de una respuesta humana profundamente arraigada”, desliza.

El experto comenta que el cerebro, moldeado por miles de años de evolución, prioriza la supervivencia por encima de cualquier estrategia financiera. Es por eso que los momentos de desplome bursátil se perciben como un peligro de forma inconsciente, como si fuese una amenaza a la propia vida.

Buenbit (2).jpeg

Ortiz sostiene que en escenarios de alta incertidumbre, se activan mecanismos automáticos que, en otros tiempos, fueron esenciales para la supervivencia. “Hoy, esos mismos impulsos pueden empujar a tomar decisiones impulsivas: vender activos presas del miedo, seguir la estrategia de la mayoría sin un análisis crítico u operar solo para aliviar la incomodidad de la inacción”.

Y advierte sobre un hecho comprobado: “Las pérdidas generan un impacto emocional mucho más profundo que las ganancias equivalentes. En medio de la turbulencia, la mente busca seguridad de forma instintiva y suele interpretar cualquier movimiento como un salvavidas, incluso cuando no hay evidencia que lo respalde. Hacer algo —lo que sea— parece, en esos momentos, una cuestión de vida o muerte”.

Furor por el “carry trade” y el frenesí en los inversores

Un estímulo contrapuesto puede observarse en la búsqueda de ganancias rápidas. Por caso, en el actual contexto doméstico, tras la salida del cepo y la implementación del nuevo régimen cambiario, le dio fuerza a una narrativa que volvió con fuerza: la promoción del “ carry trade” como una oportunidad de inversión excepcional. Desde medios de comunicación hasta analistas del sector financiero, el mensaje busca instalar la idea de que esta es la apuesta obligada para quien aspire a preservar y "multiplicar" sus ahorros en este nuevo contexto.

El fenómeno alcanzó un nuevo nivel cuando incluso en la TV Pública se ofreció un curso intensivo con pizarra y todo sobre cómo realizar las operaciones tan fructíferas que harían crecer el capital de la audiencia, además presentándolo como una estrategia simple y accesible para el ciudadano de a pie. Sin embargo, el enfoque dominante omite un aspecto crucial: el "carry trade", lejos de ser una apuesta segura, es una inversión de alto riesgo.

Esta estrategia consiste en traer dólares, cambiarlos por pesos para invertir a tasas atractivas en instrumentos como Lecap o plazo fijo y, después de un tiempo, volverlos a cambiar por billetes verdes. La ganancia es jugosa si el tipo de cambio se mantiene estable y los pesos rinden más que otras alternativas. Pero si el movimiento en el tipo de cambio resulta desfavorable o el ingreso al esquema se produce en un mal momento, las pérdidas pueden ser significativas, incluso mayores al rendimiento esperado.

Y es que en un mercado todavía frágil, donde los cambios regulatorios y las expectativas devaluatorias no están del todo despejadas, ingresar tarde o salir a destiempo puede implicar no solo frustrar las ganancias, sino también erosionar con vehemencia el capital.

Al respecto, la asesora financiera independiente, Martina del Giudice —en diálogo con este medio— asegura que tanto el mercado financiero local como el internacional se sacude con cada novedad política u económica, pero los errores de inversión más caros “no suelen venir de las noticias, sino de cómo reaccionamos a ellas”. Para la estratega, las recientes turbulencias en los mercados globales puso en evidencia un fenómeno silencioso, pero muy poderoso: “Cómo las emociones afectan nuestras decisiones financieras”.

En línea con Ortiz, Del Giudice sostiene que cada vez que los precios se desploman o suben de forma inesperada, muchos inversores se ven tentados a hacer movimientos rápidos. “Vender en pánico. Comprar por miedo a quedarse afuera. Cambiar la estrategia de largo plazo por una reacción de corto”, son algunos de los movimientos más recurrentes.

Dejarlo todo en manos de expertos

En medio del ruido y la desinformación, Del Giudice recuerda que "invertir no es solo cuestión de números, sino también de autoconocimiento". Para quienes opten por estrategias tácticas en lugar de construir una visión de largo plazo, la especialista advierte sobre la importancia de dimensionar los riesgos asociados.

"Un ejemplo muy evidente en el contexto actual es el 'carry trade', una estrategia que debería ser reservada únicamente para perfiles agresivos, debido a su alta sensibilidad al 'timing' y la necesidad de un monitoreo permanente", señala.

En momentos de frenesí, como el actual, es cuando más se recomienda buscar asesoramiento profesional o herramientas que ayuden al inversor a tomar decisiones conscientes. “La información técnica es clave, pero la emocional también”, concluye la estratega.

Por su parte, Ortiz recomienda tener en cuenta estos tres puntos en momentos de frenesí informativo o de fuertes caídas en los mercados.

  • Identificar lo que se siente para anticipar lo que se hace: reconocer miedo, ansiedad o impaciencia permite entender cómo puede reaccionar la cabeza. El miedo impulsa ventas apresuradas, la ansiedad lleva a revisar todo el tiempo las inversiones, y la impaciencia empuja a actuar solo para calmar la incomodidad. Nombrar la emoción es el primer paso para no actuar en automático.
  • Diseñando un marco estable: tener un plan financiero que esté adaptado a tu tolerancia al riesgo, tu perfil de comportamiento y al horizonte temporal puede ofrecer un buen anclaje en momentos de confusión.
  • Incorporando pausas y conversación: detenerse es clave para bloquear el impulso. Consultar a alguien por fuera del torbellino emocional puede evitar errores costosos.

“Las finanzas no ocurren en el vacío ni en condiciones objetivas: suceden en y por personas reales, con sesgos, hábitos y emociones. Comprender esto no debilita la toma de decisiones; la fortalece. Porque la verdadera racionalidad no consiste en eliminar las emociones, sino en aprender a convivir con ellas”, concluye el experto.

Dejá tu comentario

Te puede interesar