Este año concluye como un ciclo excepcional para el mercado financiero argentino, con una revalorización de acciones y bonos que, en muchos casos, superó el 100% en dólares. Y es que el riesgo país perforó los 700 puntos básicos y muestra potencial para extender la baja. Por su parte, el S&P Merval en dólares (al CCL) tocó su punto más alto en la historia al superar los 2.273,25 puntos. Una fiesta bursátil, sin duda alguna.
Mercados 2025: con advertencias sobre algunos cisnes negros, la city analiza si seguirá la fiesta bursátil
Este 2025 se presenta como un año clave para consolidar los logros financieros, con un balance prometedor, pero condicionado al cumplimiento de un manejo económico prudente.
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Los ADRs se desplomaron hasta 10%, pero el riesgo país bajó por octava jornada consecutiva
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Los ADRs y los bonos en dólares sufrieron una previsible toma de ganancias y cedieron hasta 5,4%
Claro está que para que la bonanza continúe se tienen que cumplir algunas condiciones de cara a 2025, lo que significa que el Gobierno no se puede mover ni un centímetro de su hoja de ruta trazada hasta ahora. De lo contrario, podrían surgir inconvenientes que influirán en el humor del mercado, tan satisfecho hasta hora con el plan económico.
De entrada, los principales "drivers" que ve el mercado a seguir en 2025 incluyen el avance del ajuste fiscal, la desarticulación ordenada del cepo y el resultado de las elecciones legislativas. Al mismo tiempo, la posibilidad de que en el horizonte aparezcan algunos cisnes negros obliga a los inversores a mantenerse alerta y diversificar riesgos.
El 2025 bajo la lupa de los expertos
Ignacio Sniechowski, head of Equity del Grupo Invertir en Bolsa (IEB) desliza en diálogo con Ámbito que, según su análisis, 2025 volverá a ser un buen año para la renta variable argentina, aunque espera retornos más normales que los que se dieron en 2024. El estratega desliza tres puntos clave a seguir de cerca para evitar turbulencias:
- Que el Gobierno continúe con su gestión: consolidar el superávit fiscal, extender la baja de la inflación y mantener el manejo político que exhibe.
- Clave: un potencial acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) -u algún otro organismo internacional de crédito- que fortalezca las reservas del Banco Central (BCRA) para poder salir del cepo. Eso le va a permitir a la Argentina volver a ser un mercado emergente, “lo que impacta en el "equity” (la deuda soberana corre por otro carril, el de la calificación). Además, una situación más sólida de reservas internacionales apuntalaría aún más la baja en el riesgo país, lo que retroalimenta el potencial de suba de la renta variable.
- Las elecciones de medio término: si bien el oficialismo pone poco en juego -tan solo dos bancas en diputados- y, por tanto, tiene más para ganar que perder, “será importante que haga una buena elección para convalidar la aprobación popular”.
Para Sniechowski, si el escenario planteado en esos tres puntos es favorable y no acontece algún shock externo -efecto cisne negro- y que es un imponderable, “las condiciones para un buen año en retornos de renta variable están dadas desde lo macro y eso se trasladará a la micro: ventas, márgenes y ganancias de las compañías”, concluye el experto.
“Overweight”, sobre la deuda soberana Argentina
Y es que una suba de tamaña magnitud como la que viven los activos argentinos asusta hasta a los inversores más avezados. Sin embargo, Melina Di Napoli, analista de producto en Balanz Capital, ratifica la posición “Overweight” (OW) para la Argentina. Esto significa, en pocas palabras, que recomienda asignar una mayor exposición al mercado debido a su buen desempeño o proyección positiva.
Esto se basa en que Argentina supera a otros créditos High Yield (HY) de emergentes, o también conocidos como bonos de alto rendimiento, con fundamentos sólidos que respaldan la postura OW del bróker. Y agrega que esto se da a pesar de la suba meteórica de 2024. “Mantenemos OW debido a cuatro factores macroeconómicos”, explica la analista:
- Que el ancla fiscal se mantenga fuerte.
- Un repunte económico en 2025 y una trayectoria descendente de la inflación, lo que probablemente consolidaría la popularidad del Gobierno de cara a las elecciones de mitad de mandato.
- Las perspectivas de acumulación de reservas netas mejoran y las condiciones para la relajación de los controles de capital y el posible cierre de un acuerdo con el FMI deberían mejorar también”, explica.
- El impulso previsto de las exportaciones de energía y la Inversión Extranjera Directa (IED) minera implicará menores necesidades de financiación exterior a partir de 2026. “Nuestra postura también se basa en nuestra opinión de que los valores de recuperación en un escenario de reestructuración tendrían un suelo relativamente alto en toda la curva”, indica.
Cepo 2025: riesgos y oportunidades
Martin D’Odorico, director de Guardian Capital, coincide con los analistas citados y menciona como drivers “fundamentales” que podrían influir tanto en la renta variable como en la fija al superávit fiscal y la necesidad de apoyo político; la desarticulación del cepo cambiario; las elecciones legislativas y su impacto en la estabilidad.
Sobre el desarme del cepo, el experto indica que, si bien se prevé para 2025, “el desafío radica en implementar esta apertura sin poner en riesgo la sanidad de las reservas del BCRA”. Sucede que “un manejo desordenado podría derivar en un salto cambiario abrupto, lo que impactaría en la inflación y sacudiría la confianza de los inversores”, lo que implicaría la aparición de un cisne negro.
Por el contrario, analiza que una salida gradual y planificada del cepo, acompañada de un programa monetario y fiscal consistente, “podría fortalecer la estabilidad macroeconómica y consolidar el atractivo de la renta fija en moneda local”.
D’Odorico recuerda que uno de los principales motores del optimismo es la continuidad del superávit fiscal. “Para sostener este rumbo, será clave que el Gobierno obtenga apoyo en el Congreso, lo que permitirá profundizar las políticas de ajuste del sector público”, indica.
Y es que, según estima, este compromiso con el equilibrio fiscal podría allanar el camino hacia una reducción gradual de impuestos, incentivando la inversión privada y la reactivación económica. “No obstante, la falta de consenso político o un freno en estas medidas podría generar incertidumbre y presionar a los mercados financieros”, advierte.
Esperar a que pase diciembre y ya veremos
Para Pablo Lazzati, CEO de Insider Finance, “la tasa en pesos será el principal driver económico en el corto plazo”. Y es que, como bien explica, si la tasa baja al 30% o 25%, será una señal clara de que la inflación continúa a la baja, lo que a su vez permite una reducción del "crawling peg" al 1% mensual.
Lazzati recuerda que se proyecta que en 2025 el Índice de Precios al Consumidor (IPC) termine en torno al 25%, con algunas estimaciones incluso por debajo del 20% anual, “lo que evidenciaría que una tasa del 35% resulta elevada y debería mantener su sendero a la baja”.
Sin embargo, para el estratega es necesario atravesar diciembre para poder ver con mejor claridad la decisión del equipo económico sobre la tasa, pues como analiza suele ser un mes que estacionalmente impulsa la demanda de dólares y presiona el tipo de cambio (MEP en el rango de $1.150-$1.175). “Por este motivo, es poco probable que se anuncien nuevas bajas de tasas en el corto plazo para evitar incentivar el apetito por el dólar. No obstante, si el Gobierno mantiene el rumbo actual, la lógica indica que en enero se retomará la reducción de tasas”, concluye.
Así, el 2025 se perfila como un año clave para consolidar los avances del mercado financiero, con expectativas positivas pero también desafíos significativos. Y es que el escenario no está exento de riesgos. Factores como una salida desprolija del cepo, la falta de consenso político o shocks externos —"cisnes negros"— podrían alterar el optimismo actual y presionar a los mercados.
O como bien indica Di Napoli, el principal riesgo para esta historia es un fuerte descenso de la popularidad del Gobierno, que debilitaría la credibilidad del ancla fiscal. “Una crisis política que -en el contexto de un tipo de cambio fuerte- desencadene un brusco salto cambiario y descarrile la inflación”, lo que, con un empeoramiento de la situación fiscal, implicaría mayores probabilidades de una reestructuración de la deuda.
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