30 de octubre 2024 - 18:04

Pago a los bonistas, dólares y pesos: ¿cómo es el movimiento monetario que propició el Gobierno?

El Gobierno le compró al BCRA u$s2.701 millones para garantizar el vencimiento de capital de enero. El movimiento contrae la cantidad de pesos, pero Luis Caputo quiere darle margen al Central para expandir por compra de divisas.

Las implicancias del guiño a los tenedores de deuda en dólares.

Las implicancias del guiño a los tenedores de deuda en dólares.

Ignacio Petunchi

El Gobierno avanzó este miércoles en la compra anticipada de los u$s2.701 millones al Banco Central para cumplir con la amortización de capital de los bonos soberanos que vencen enero, tal como anunció el martes el secretario de Finanzas, Pablo Quirno.

Se trata de un nuevo guiño a los bonistas con el objetivo de apuntalar la baja del riesgo país. Al mismo tiempo, implica una serie de movimientos monetarios que generaron preguntas en los diálogos de la city.

Compra de dólares y reservas

Por un lado, el hecho de no haber esperado a cerrar el acuerdo con bancos internacionales por el préstamo repo que está en negociación implica que la compra de los dólares se realiza contra reservas netas, que ya de por sí eran negativas en casi u$s6.000 millones (si se descuentan los vencimientos de Bopreales de los próximos doce meses).

Sin embargo, los funcionarios se apuraron a reafirmar que la gestión por el repo sigue en pie. “Esta operatoria no reemplaza el repo que el BCRA analiza como parte de su estrategia de administración de reservas”, enfatizó Federico Furiase, director de la autoridad monetaria. El crédito en cuestión el equipo económico busca que sea a tres años, que tenga una tasa de un dígito y que se apoye en algún activo del Central como colateral (¿oro?, ¿títulos del Tesoro que la entidad que preside Santiago Bausili tiene en su cartera?).

Esto implica que en el primer movimiento de la compra de divisas del Tesoro al BCRA se perderán otros u$s2.701 millones de reservas netas. Pero, una vez que se concrete el repo, estas se recuperarían. Aunque, claro, el BCRA pasaría a tener un nuevo pasivo a tres años.

Movimiento monetario

Por otro lado, como parte de la operatoria, existe un movimiento monetario a tener en cuenta. La copra anticipada de los dólares el Tesoro la realizará con parte de los pesos que tiene depositados en su cuenta en el BCRA. De los $13,26 billones que tiene el Gobierno como colchón de liquidez, se utilizarán $2,67 billones, según precisó Quirno.

¿Qué implicancias tiene eso? Como esos depósitos del Gobierno son considerados como parte de la base monetaria amplia, junto con el stock de LEFI en poder de los bancos y la base monetaria propiamente dicha, la compra de divisas implicará una contracción de la cantidad total de dinero.

Lo cierto es que en julio el BCRA definió un tope para la base monetaria amplia: $47,7 billones, un nivel en torno al cual se mantuvo desde entonces. Además, el presidente Javier Milei dijo en varias oportunidades que apunta a que se elimine el sobrante de dinero antes de remover el cepo cambiario, es decir, que haya una remonetización de la economía tal que la base monetaria converja con la base amplia. Esto implica que se vayan reduciendo tanto los depósitos del Gobierno como el stock de LEFI en poder de los bancos.

¿Esto significa que ahora se reducirá el tope definido para la base monetaria amplia? No. Caputo explicó que, con la disminución actual de la cantidad de dinero, el BCRA tendrá ahora un margen mayor para comprar dólares en el mercado oficial “sin violar la meta de base amplia ya fijada”. Ocurre que, cuando el Central compra divisas, emite pesos como contraparte.

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Esto implica que, para sostener la regla monetaria autoimpuesta, el BCRA no tendrá que salir a vender inmediatamente dólares en el mercado de los dólares financieros para esterilizar pesos porque el tope estará ahora un poco más lejano.

De todas maneras, casi la totalidad de los analistas y agentes económicos interpretó el anuncio de esterilización de pesos a través del mercado de bonos (CCL o MEP) como un eufemismo para legitimar la intervención directa sobre la brecha cambiaria en un momento del año en el que las tensiones financieras se habían activado. Hoy, con la brecha comprimida y la calma cambiaria ya más consolidada, la bala de la intervención directa vuelve a la cartuchera.

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