Muchos analistas suelen subirse a la manada de la ola alcista y otros, ya con un fuerte rally en las espaldas, auguran el trillado estallido de una burbuja, pero al fin de cuentas ambos grupos no quieren quedar en “off side” con los inversores hambrientos de ganancias. Sin embargo, otros, como Michael Cembalest del J.P. Morgan vieron venir el ajuste del mercado.
Wall Street: el estratega que la vio, dice que no es momento de comprar aún
El estratega del J.P. Morgan, Michael Cembalest, navegó contra la corriente tras el triunfo electoral de Donald Trump. Pero su pronóstico se cumplió. Sin embargo, cree que todavía no es momento de volver a entrar en el mercado.
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En contra de la corriente imperante en Wall Street tras la victoria electoral de Donald Trump, que pronosticaba otro año positivo para las acciones estadounidenses, Cembalest se posicionó en la vereda de enfrente. La mayoría de los estrategas de Wall Street sostenía que las amenazas arancelarias de Trump eran posiblemente una táctica de negociación y que los inversores deberían centrarse en la agenda de crecimiento del presidente.
En cambio, Cembalest consideró, en dicho momento, que sería prudente tomar en serio la palabra de Trump porque, de lo contrario, los inversores corrían el riesgo de sufrir daños colaterales en 2025. En ese contexto, Joseph Adinolfi de MarketWatch recuerda que, según Cembalest, ante el riesgo de que los aranceles de Trump u otro aspecto de su agenda política pudieran incitar una rebelión bursátil, recomendó anticipar una corrección de entre el 10% y el 15% en algún momento de 2025. "Van a romper algo, pero aún no sé qué", escribió Cembalest en aquel momento sobre Trump y su equipo, recuerda Adinolfi en referencia al pronóstico que el estratega del J.P. Morgan publicó a principios de enero pasado.
En vista de los recientes acontecimientos, el escepticismo de Cembalest resultó ser profético, ya que, de hecho, la volatilidad que anticipaba se materializó más rápido de lo que él mismo esperaba. Pero en lugar de cantar victoria, Cembalest utilizó la introducción de su último informe, publicado el miércoles pasado, para recordar a los lectores que incluso alguien tan poderoso como el presidente no puede controlar el mercado. Señala MarketWatch: “Lo interesante del mercado de valores es que no puede ser procesado, arrestado ni deportado; no puede ser intimidado, amenazado ni acosado; no tiene género, etnia ni religión; no puede ser despedido, suspendido ni desfinanciado; no puede ser sometido a primarias antes de las próximas elecciones intermedias; y no puede ser confiscado, nacionalizado ni invadido”.
“Es la máquina de votación definitiva, que refleja las perspectivas de crecimiento de las ganancias, estabilidad, liquidez, inflación, impuestos y un estado de derecho predecible”, explica Cembalest, quien agrega que es posible que las políticas pro-mercado de la administración Trump, como la desregulación y los recortes de impuestos, tarden un tiempo en impactar en el ánimo de los inversores. Pero si las acciones siguen cayendo, Cembalest recomendó empezar a recortar una vez que el S&P 500 haya caído entre un 12% y un 15% desde su máximo del 19 de febrero pasado. MarketWatch destaca que el jueves pasado, el S&P 500 entró en territorio de corrección por primera vez desde fines de 2023. Una corrección se define como una caída del 10% o más desde un máximo reciente; en este caso, el cierre récord del índice el 19 de febrero. Aunque las acciones se recuperaron el viernes, el S&P 500 aún registró su mayor caída de cuatro semanas desde octubre de 2022.
Vale recordar que días atrás, el secretario del Tesoro, Scott Bessent, declaró que la economía estadounidense necesita pasar por una “desintoxicación” antes de que se puedan hacer realidad los beneficios a largo plazo de la agenda de Trump. A lo que Cembalest respondió que si bien le gustaría creer eso, confiar en la capacidad de la administración para gestionar la economía podría ser complicado por algunas razones. La administración Trump ya ha presionado para crear una reserva estratégica de criptomonedas, un aparente esfuerzo por recompensar a una industria que apoyó vehementemente a Trump durante la campaña. Y si Trump hablara en serio sobre revivir la industria manufacturera estadounidense, no atacaría con un hacha la Ley de Chips de la era Biden.
Cembalest también recordó al presidente favorito de Trump, William McKinley, para destacar los posibles peligros del enfoque de la administración respecto de los aranceles, que han ayudado a provocar la venta masiva de acciones estadounidenses. Cuando se introdujeron por primera vez, los aranceles de McKinley gozaron de gran popularidad. Pero rápidamente provocaron un aumento repentino de la inflación, lo que contribuyó a la derrota republicana en las elecciones intermedias de 1890.
Cembalest, cuenta Adinolfi, también cuestionó parte de la retórica de Trump en torno a un supuesto subsidio anual de u$s200.000 millones a la economía canadiense. Tras descartar el efecto de las importaciones de energía de Canadá, Cembalest señaló que, de hecho, Estados Unidos mantiene un superávit comercial con su vecino del norte. EEU. incluso depende de Canadá para las importaciones de zinc, telurio, níquel y vanadio, esenciales para la industria. Y aunque hasta ahora los datos económicos duros parecen mantenerse, un puñado de indicadores adelantados han enviado mensajes preocupantes: las pequeñas empresas han recortado sus planes de inversión de capital, según una encuesta de la Federación Nacional de Empresas Independientes; las expectativas de inflación de los consumidores se han disparado; y el indicador del Instituto de Gestión de Suministros (ISM) para nuevos pedidos, menos inventarios, vuelve a ser negativo.
Todos estos datos sugieren que la economía estadounidense podría encaminarse hacia una contracción, afirmó Cembalest. Según comenta Adinolfi, Cembalest opina que, si bien es posible que los aranceles a la industria automotriz en Canadá y México no se apliquen finalmente, los gravámenes globales a otras importaciones de automóviles llegan en un momento ya difícil para la industria. La producción y el empleo se han debilitado recientemente, y hay motivos para esperar que la situación empeore, en lugar de mejorar, tras la aplicación de los aranceles.
En cuanto a la productividad en la industria siderúrgica estadounidense, Cembalest recordó que disminuyó después de que Trump impusiera aranceles al acero importado en 2018, mientras que la producción solo experimentó una modesta mejora.
Mientras tanto, los precios de los lavarropas vendidos en EEUU aumentaron después de que Trump impusiera impuestos a los electrodomésticos en 2018. Un documento citado por Cembalest calculó el costo agregado para los consumidores por cada empleo creado debido a esos aranceles y descubrió que el público pagó u$s817.000 por empleo.
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