28 de septiembre 2024 - 10:00

Burlaron 10 niveles de seguridad y se llevaron 100 millones de euros en diamantes: el increíble robo que aún avergüenza a Bélgica

Un equipo ideal de expertos en la materia y un plan perfecto de robo. Nada podía salir mal, excepto por un pequeño detalle que dejaron al descubierto.

Cómo se gestó el robo más famoso de Bélgica que se cayó por un increíble error.

Cómo se gestó el robo más famoso de Bélgica que se cayó por un increíble error.

Por lo general solemos encontrarle un atractivo inusual a las historias de robos, ya que si bien solemos condenar la acción, quedamos maravillados ante los métodos inauditos de los ladrones. Esta es una de esas historias, aunque no terminó como los protagonistas esperaban.

Leonardo Notarbartolo era un diseñador de joyas turinés que en la década de 1990 fue reconocido por su habilidad en el negocio de diamantes y joyas. Pero había una faceta suya que nadie había descubierto: era un gran ladrón, con numerosos robos que concluyeron de forma exitosa y sin levantar sospechas de nadie.

Sin embargo, el italiano sentía que le quedaba un capítulo más en su vida. Quizás, el mejor capítulo de todos. Se mudó a Bélgica con un solo objetivo: robar el Antwerp World Diamond Centre o el Centro Mundial de Diamantes de Amberes. Y es que, según cuenta la leyenda, dos años antes del robo, en un café de la Hoveniersstraat, Notarbartolo tuvo una extraña conversación con un hombre mayor, que se le acercó y le preguntó:

-¿Aceptaría un pago de 100 mil euros si me responde una única pregunta?

-Hágame la pregunta -se sorprendió el italiano.

-¿Es posible robar el Centro de Diamantes de Amberes?

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Sí, era posible, y de hecho lo iba intentar. Después de mudarse en 2001, estudió por dos años la bóveda. Claro, para eso antes tuvo que alquilar una caja de seguridad de las 189 que había en el edificio.

Cómo fue el robo al Centro Mundial de Diamantes, en Amberes, Bélgica

Una lapicera y un papel. Con eso le bastó para hacer un análisis exhaustivo del lugar. 10 sistemas de seguridad extrema, entre los que destacaban alarmas, cámaras de vigilancia y sensores. Una puerta con una cerradura simple, un código de cuatro dígitos, un sensor magnético que se activaba al abrirse sin autorización de un guardia y un sensor sísmico en las paredes.

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Atrás la puerta circular había otra enrejada a través de al cual se veía el interior de la bóveda. Allí, cuatro sistemas de vigilancia: sensores de luz, calor, movimiento y otra cámara más.

El Centro Mundial de Diamantes no es un lugar común; alberga el 80% de los diamantes que dan vueltas por el mundo. Es por eso que, para enfrentar esta difícil tarea, Notarbartolo necesitó de una pequeña ayuda de sus amigos: contrató a El Genio (especialista en sistemas de alarma y vigilancia), a El Monstruo (el mejor en la materia de cerrojos), a El Rey de las Llaves (no hace falta explicarlo) y para tener a alguien de confianza, a su amigo Speedy.

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Luego de que todos tengan una gran base de conocimiento de la bóveda, el grupo bautizado como La Escuela de Turín dio inicio al golpe. El líder eligió las fechas del fin de semana de San Valentín, entre el 14 y 16 de febrero de 2003, para ejecutar el plan. El primer paso lo dio él mismo, ya que fue al lugar y roció con spray para fijar el pelo el sensor de calor, que estaba sincronizado al de movimiento.

Después, Notarbartolo abandonó el lugar y se reunió con el equipo. En la madrugada del 15 llegaron todos a un edificio que compartía patio trasero con el Diamon Center en un Peugeot 307 alquilado. Todos salvo él se pasaron al establecimiento de joyas, una vez pasado otro sensor de calor. ¿Cómo lo hicieron? Con fijador, telgopor y cinta adhesiva. Sencillo.

Adentro del Peugeot, Notarbartolo escuchaba la frecuencia policial y mientras se comunicaba con Speedy. Los otros tres llegaron a la bóveda sin problemas, ya que en fin de semana de descanso, ningún seguridad miraba las cámaras. Luego de cinco sensores atravesados y la clave introducida, solo restaba confirmar si la llave duplicada por El Rey funcionaría y si podrían bloquear el sensor magnético.

Respecto a la llave, la tarea fue más que sencilla. Al lado de la bóveda había un cuarto donde el guardia dejaba la llave original, así que no tuvieron que usar la suya. El Genio se encargó del sensor, con una placa de aluminio y desconectó los sistemas. El Monstruo forzó el enrejado. Por último, desactivaron con un taladro el sensor sísmico, que podía entrar en acción una vez que abrían las cajas de seguridad.

La insólita forma en la que se resolvió el robo

El tiempo era escaso y el equipo, en medio de la desesperación, guardó absolutamente todo en las bolsas, incluyendo diamantes, papeles, escrituras, documentos y otros artículos de poco valor.

Notarbartolo y Speedy se fueron en el Peugeot para Italia con todo lo robado, pero diferían en la forma de deshacerse del resto del material que no fuera diamante. A pesar de que Leonardo quería quemarlo en Francia, Speedy lo convenció de meterse en un campo y quemarlo ahí mismo. Cuando encendieron el fuego, el dueño del lugar escuchó ruidos y salió, por lo que ellos escaparon y dejaron abandonada la basura.

Sin embargo, el granjero denunció a la policía que le estaban tirando basura en su lugar, por lo que cuando llegaron quedaron desconcertados por lo que habían encontrado. Los papeles del Diamond Center, un ticket y un sandwich por la mitad, una factura por una compra de una cámara portátil, entre otras cosas. Toda esa basura significó el fin del plan maestro de Notarbartolo.

Fernindano Finotto (El Monstruo) y Elio D´Onorio (El Genio) fueron capturados. Un registro de llamadas permitió identificar a Pietro Tavano o Speedy. A pesar de esto, Notarbartolo decidió volver a Amberes para no levantar sospechas y para devolver el Peugeot. Lo que no sabía era que la policía encontró pruebas del robo en su departamento en Turín.

Así fue como el cabecilla del plan fue atrapado y condenado a 10 años de prisión, de los cuales cumplió seis, fue liberado, pero por no compensar a sus víctimas fue devuelto a la cárcel en 2011 hasta cumplir sentencia. El Monstruo fue arrestado en noviembre de 2007 y condenado a 5 años. El ADN recuperado de un pedazo de cinta adhesiva le costó a El Genio una pena de 5 años. Las llamadas le valieron a Speedy 5 años de prisión y El Rey de las Llaves nunca fue descubierto.

A día de hoy, Notarbartolo tiene 70 años, está libre al igual que sus compañeros y nunca se supo cuál fue el paradero de todo el botín que se robaron.

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