Una de las imágenes más impactantes que dejó hasta el momento el feroz temporal que azotó a la ciudad de Bahía Blanca salió de la sala de Neonatología del Hospital Interzonal Dr. José Penna, donde las enfermeras de turno tuvieron que trabajar contrarreloj para rescatar a los bebés recién nacidos, mientras el agua avanzaba y destruía todo a su paso. “El agua nos llegaba a la cintura y las chicas estaban moviendo a los bebés”, contó hoy durante una entrevista radial Luciana, una de las improvisadas rescatistas del centro de salud bahiense.
El angustiante relato de una de las enfermeras que rescató a los bebés recién nacidos en Bahía Blanca
“El agua nos llegaba a la cintura y las chicas estaban moviendo a los bebés”, contó Luciana, una de las improvisadas rescatistas del centro de salud bahiense.
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El Hospital Penna de Bahía Blanca, afectado por el temporal
A tres días de la tormenta y posterior inundación en territorio bahiense, Luciana describió el panorama desolador que se encontró cuando pudo llegar a su lugar de trabajo. “Salí un poco más tarde porque mis compañeras no podían llegar. Algunas venían llorando y con ataques de pánico. Salimos a tomar el colectivo y (calle) Laínez ya era un río”, recordó este lunes la enfermera, en diálogo con el medio La Brújula 24.
El angustiante relato de una de las enfermeras que rescató a los bebés recién nacidos en Bahía Blanca
Frente a este desesperante escenario, Luciana regresó al hospital. Una vez allí junto a otras colegas, bajaron al subsuelo y, con el agua que les llegaba a la altura de la cintura, se las ingeniaron para auxiliar a los bebés prematuros que descansaban en las incubadoras. “Subimos a despertar a las mamás que estaban en la residencia para que bajaran a buscar a sus hijos. Los que podían, se quedaron arriba con ellas. Los más complejos, de un kilo o kilo doscientos, los llevamos a Pediatría, al primer piso, donde había algo de agua, pero menos. La bebé más chiquita empezó a perder temperatura, así que la mantuvimos en contacto piel a piel”, relató Luciana.
Una vez que los bebés estaban a salvo, el próximo desafío era dejar el hospital. Y esa tarea se complicó más de lo pensado: “Primero nos iba a buscar un camión del Ejército, pero como tardaba, salimos en el auto del jefe de servicio, aunque no pudimos pasar por el nivel del agua. Finalmente, logramos trasladar a los bebés en un camión militar y el auto de otro médico. Fueron momentos muy duros, sin comer nada en todo el día, sin saber cuánto tiempo más íbamos a estar ahí”.
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