En Argentina y en mundo se pueden encontrar numerosas anécdotas e historias de robos que, si bien no tuvieron botines millonarios ni víctimas fatales, tuvieron un desenlace bastante particular. Incluso, a veces, el protagonista no es ni siquiera el ladrón original, sino el objeto robado que trasciende a la historia.
El misterioso salvador de la reliquia de Juan Pablo II robada a una basílica argentina
La historia del robo a la reliquia de Juan Pablo II a la Basílica del Santísimo Sacramento transcendió gracias a un salvador anónimo.
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Este es el caso de una de las reliquias mas importantes de la religión católica, que se encontraba en una basílica en Retiro, Ciudad de Buenos Buenos, cuando un hombre misterioso la robó de las paredes de la iglesia. Su valor, más que monetario, era histórico, ya que guardaba una parte del Papa Juan Pablo II ¿El héroe del crimen? Un anónimo que la devolvió a los pocos meses.
El día que robaron una reliquia del papa Juan Pablo II en Argentina
El robo ocurrió a fines de julio en la Basílica del Santísimo Sacramento, ubicada cerca de la Plaza San Martín. La reliquia sustraída era un relicario que contenía una gota de sangre del papa San Juan Pablo II, enmarcada en un cuadro que incluía el escudo papal en bronce y la inscripción “Totus tuus”, su lema episcopal. La pieza estaba colgada debajo de un cuadro con la imagen del pontífice, que quedó intacto tras el incidente.
El padre Rafael Cáceres Olave, párroco de la basílica, no presentó una denuncia formal ante la policía, desalentado por la falta de receptividad cuando comentó el hecho a un policía de la zonal. Sin embargo, la pérdida generó una gran preocupación tanto en la Congregación del Santísimo Sacramento, a cargo de la iglesia desde 1928, como en el Grupo de Oración Hijos Espirituales de Juan Pablo II, quienes se reúnen allí mensualmente.
En las semanas siguientes al robo, el padre Cáceres Olave recorrió ferias y casas de anticuarios buscando rastros de la reliquia, temiendo que fuera reducida por el valor del bronce en el escudo.
Cómo se recuperó
Al poco tiempo de ser publicada la noticia informando del robo, un hombre misterioso se presentó en la basílica con una bolsa y un marco envuelto en papel. Detrás de todo el empaquetado, estaba el cuadro que contenía el escudo de bronce y la reliquia de Juan Pablo II. Según lo que contó el párroco, este anónimo compró la pieza por internet sin conocer su valor, viéndose atraído por la "florcita" que tenía en el centro. Cuando vio que se trataba de un bien religioso, decidió devolverlo a la iglesia.
Como medida preventiva, Cáceres Olave decidió guardar el cuadro y no exponerlo mas de manera pública, para prevenir que sucesos como este se repitan en el futuro.
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