La colección de joyas de la Corona francesa se exhibe en el Museo del Louvre, en París, convirtiéndola en una de las salas más visitas. Allí, se muestran rubíes, esmeraldas, diamante, alhajas y todo tipo de piedras preciosas que pertenecieron a la familia real. Todas están cargadas no solo de un alto valor económico, sino también histórico.
Fue robado en 1792 pero apareció una nueva pista: la historia del Diamante Azul, la joya perdida de la corona francesa
Tras su robo, no se supo nada más por dos siglos, pero la aparición de un diamante azul del cual no se puede establecer su origen, trajo esperanzas.
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Pero hay un gran ausente en la exhibición: el Diamante Azul, conocido como Bleu de France (Azul de Francia). Esta pieza de orfebrería fue una de las insignias del rey Luis XIV y su sucesor, Luis XV. Pero, esta preciada joya pasó de mano en mano en los tiempos de revolución, para finalmente, ser robada en 1792.
Tras perder su rastro, no se supo nada más del legendario tesoro. Hasta que el siglo XXI, hace un par de años, apareció un diamante azul, suponiendo una posible pista. ¿Qué hay acerca de Hope, el diamante que apareció sin que nadie pueda establecer su origen?
El Diamante Azul, la joya de la realeza francesa
En 1668, Jean-Baptiste Tavernier, un aventurero y comerciante francés, arribo a Versalles con una serie de diamantes de gran valor que había adquirido en Golconda, la India. El mayor de ellos era una pieza de 115 quilates (unos 20 gramos) y un tono azulado, el cual llamó la atención de Luis XIV, el rey. Pese a que, por ese entonces, los diamantes de color se consideraban impuros, el tamaño y las características de esta pieza la convertían en una excepción.
El Rey Sol pagó 220.000 libras (equivalente a 150 kilogramos de oro puro) por ella, y la añadió al llamado "Gabinete de curiosidades" del castillo de Saint-Germain-en-Laye. En 1671, el monarca entregó el diamante a Jean Pittan, el joyero de la corte, quien lo insertó en un broche de oro que el rey lucia en las grandes ceremonias y bailes.
Al heredarlo, su hijo, Luis XV le dió una nueva vida a la joya. Ya que tras ser nombrado caballero de la Orden del Toison de Oro en 1749, el rey hizo insertar la gema en la insignia de la institución. Para esto, el joyero Pierre-Andre Jacquemin, ideo un complejo diseño de topacios, rubíes y otras piedras preciosas, teniendo al Diamante Azul como pieza principal.
Pero, la historia de esta joya real cambió con el inicio de la Revolución. Todas las alhajas fueron trasladadas desde Versalles al Garde-Meuble, el depósito de los bienes de la realeza, en el Hotel de la Marine, un edificio cercano a la actual plaza de la Concordia.
Robo del tesoro real
Thirrey Ville-d’Avray era un ayudante del rey Luis XVI y fue el responsable del traslado de las joyas de la Corona. Pero, su rápido enriquecimiento levantó sospechas. Es así, que la Asamblea realizó un inventario de las piezas custodiadas y descubrió que, el ahora intendente del Garde-Meuble, se había quedado con nueve cofres con gemas del joyero real, que guardaba en su casa.
Tras la detención y encarcelación de Ville-d’Avray, las joyas fueron reintegradas al Garde-Meuble. Allí permanecieron hasta que, el 11 de septiembre de 1792, unos delincuentes sortearon la vigilancia de la Guardia Nacional, forzaron las puertas traseras y robaron el tesoro real.
Los ladrones repitieron esta operación varias noches consecutivas: nueve mil joyas, que incluían la espada cubierta de brillantes de Luis XVI, la chapelle del cardenal Richelieu, y gemas como el diamante Sancy y el Diamante Azul fueron robadas.
Los principales responsables fueron arrestados, pero un cuestionable y generoso juicio hace sospechar si no hubo una mano interesada en provocarlo. Una de las dudas sin respuestas, es si sobre este robo fue una maniobra para conseguir fondos con los que financiar la guerra.
Una nueva pista que devela su paradero
En 1793 se recuperó parte del botín. Algunas de las piezas importantes aparecieron, como el diamante Regent que se localizó en un granero de París. Pero, aún, no había rastros del Diamante Azul. Algunas investigaciones sugieren que la gema permaneció bajo el poder de Guillot, un cadete que estuvo presente en el asalto, y que tras huir a Inglaterra e intentar venderlo, fue encarcelado.
Pero una nueva esperanza aparece vente años después del robo. En 1812, apareció en las manos de Daniel Elianson, un negociante de diamantes londinense, un diamante azul de 45,5 quilates y forma oval, cuyo origen nadie podía establecer. La pieza fue comprada coleccionista Thomas Hope, quien dio su nombre al "nuevo" diamante.
Sus dueños lucieron el Diamante Hope en la Gran Exposición Universal de Londres de 1851 y en la Exposición Universal de Paris de 1855. Fue entonces cuando Charles Barbot, el gemólogo francés, relacionó por primera vez esta joya con la preciada gema desaparecida. Afirmando que podría ser el Diamante Azul perdido.
En 1901 fue adquirida por Simon Frankel, quien se la llevó a Nueva York. Allí, fue subastada de nuevo en distintas ocasiones, hasta acabar en manos del coleccionista Harry Winston, quien la donó en 1958 al Museo de Historia Natural de la Smithsonian Institution de Washington, donde permanece en la actualidad.
Pero en el siglo XXI, estas especulaciones toman un carácter más real. Tras años sin evidencia que lo comprobara, en 2007, el mineralogista Francois Frarges, quien estaba a cargo del Museo de Historia Natural de París, descubrió un molde de plomo del Diamante Azul que estaba olvidado en los almacenes de la institución.
Según Frarges, al superponerlos, el Hope encaja perfectamente en el molde del brillante colgado del collar del Toison. Los ladrones habrian retallado la gema de Luis XIV, de aspecto triangular, para darle una forma oval. Tres años después, junto con el joyero Herbet Horovitz, presentaron una réplica de la alhaja.
Así, desvelaron la historia y paradero de este diamante único que, durante dos siglos, estuvo perdido.
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