Cuando Jorge Bergoglio se convirtió en Francisco, el primer papa latinoamericano, todas las miradas volvieron al barrio porteño de Flores que lo vio crecer. Allí, se conoció la historia de su vecina Amalia Damonte, quien habría sido pareja del exarzobispo de Buenos Aires.
La historia del gran amor del papa Francisco: quién fue Amalia Damonte
La mujer fue vecina de Jorge Bergoglio durante la infancia de ambos, en el barrio porteño de Flores. "Era una maravilla", llegó a expresar ella.
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Amalia Damonte habría sido la pareja del papa Francisco en su juventud.
Los Damonte vivían cerca de los Bergoglio. "Crecimos juntos, jugábamos con los hermanos", contó Amalia en una nota allá por 2013. "Era una maravilla, un chico correcto, buen amigo", describió la mujer.
Amalia recordó cuando en la década de los '40, cuando ninguno de los dos superaba los 12 años, Jorge la miró con otros ojos: "Un día, me mandó una cartita diciéndome que me iba a hacer una casita cuando nos casáramos".
Sin embargo, la mujer recordó: "Yo tuve la desgracia que mi mamá me la pescó. Fue la única (carta) que me dio y me costó una buena paliza de mi padre".
"Si no me caso con vos, me hago cura", fue lo que le habría dicho Bergoglio, algo que finalmente terminó ocurriendo. Bergoglio fue ordenado sacerdote el 13 de diciembre de 1969 y, tras un breve paso por la docencia, inició una carrera eclesiástica que culminaría el 13 de marzo de 2013 con su designación como sucesor de Benedicto XVI.
"Creo que él es muy sensato, y yo soy así también. Soy muy humilde. Tal vez, en ese sentido, podríamos ser almas gemelas. Como somos muy humildes, amamos a los pobres", aseveró entonces Amalia, que también lo describió como "atento y de gran corazón".
Amalia Damonte falleció el 24 de enero de 2015, luego de mantener durante años una amistad epistolar con su vecino, a quien el resto del mundo conoció como el Papa.
Quién es Carmela, la "señora de las flores" que despidió al papa Francisco en el velatorio privado
"Gracias a todos. Veo a una señora con las flores amarillas, qué bien", fueron las únicas palabras que dijo el papa Francisco el 23 de marzo desde la ventana de la clínica Gemelli tras pasar 38 días internado con una neumonía bilateral. La persona a la que vio a la distancia entre todos los presentes fue a Carmela Mancuso, una mujer argentina de 79 años que durante años asistió semana a semana a las audiencias del Santo Pontífice y este martes fue la única persona laica, por fuera de los cardenales, que accedió en la capilla para despedirlo con sus habituales flores amarillas.
Durante los últimos seis años, Carmela asistió a cada celebración y audiencia con un ramo y había logrado establecer una relación con el obispo a partir de la entrega de estas flores. Siempre eran amarillas, simbolizando el color de la luz.
Mientras estuvo internado, la mujer asistió a la clínica doce veces para rezar por su recuperación. Fue reconocida como "la mujer de las flores amarillas" el día que el Papa la distinguió entre la multitud luego de su recuperación. Cuando el religioso se mejoró, mientras volvía a Santa Marta, frenó en la Basílica de Santa María la Mayor, donde será sepultado, para rezar y pidió que depositaran allí las flores de Carmela a los pies de la Salus Populi Romani.
“No sé qué decir. Gracias, gracias. Gracias al Señor y al Santo Padre. No me creía tan ‘vista’”, dijo la mujer conmocionada aquel día luego del reconocimiento del Papa. “El Santo Padre tenía que dar la bendición y en su lugar vio mi ramo de rosas. Le deseo una pronta recuperación y que vuelva como antes entre nosotros”, agregó.
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