La Administracion Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA) emitió una señal de alerta por una perturbación en el campo magnético de la Tierra que podría llegar a tener impacto en la Argentina. La misma fue registrada precisamente entre América del Sur y el suroeste de África.
La NASA emite una alerta por una anomalía magnética que podría afectar a la Argentina
Una perturbación registrada entre Sudamérica y África encendió las alertas de la NASA. Se trata de un fenómeno que podría tener consecuencias tecnológicas en Argentina.
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La anomalía magnética en el Atlántico Sur es un 30% más débil, lo que podría dificultar la comunicación entre satélites.
La Anomalía Magnética del Atlántico Sur (AMAS) es una irregularidad en el campo magnético de la Tierra que intriga a la comunidad científica desde hace décadas. Aunque no representa una amenaza directa para la vida humana, sí puede impactar de manera significativa en los sistemas espaciales, lo que motivó a la NASA a emitir una advertencia.
Este fenómeno ocurre debido a variaciones en los flujos de metales líquidos en el núcleo externo terrestre, lo que provoca una debilitación del campo magnético en ciertas zonas. En el caso de la AMAS, esta debilidad se ubica entre América del Sur y el suroeste de África. Como consecuencia, “los cinturones de radiación de Van Allen se acercan más a la superficie del núcleo y permiten que las partículas solares de alta energía penetren más profundamente en la atmósfera”, explicaron desde la NASA.
El principal problema radica en que los satélites y naves espaciales que atraviesan esta región pueden sufrir fallos en sus sistemas electrónicos. Por eso, los especialistas piden mantener un monitoreo constante e implementar medidas preventivas. Según los estudios más recientes, Argentina se encuentra dentro del área más afectada por esta anomalía, lo que implica una vigilancia reforzada por parte de las agencias científicas.
Cuándo se descubrió este fenómeno
Descubierta en 1958 por geofísicos de la NASA, la AMAS volvió a ser foco de atención en 2020, cuando se detectó que se estaba dividiendo en dos núcleos distintos. A partir de ese hallazgo, las investigaciones se intensificaron con el uso de satélites como ICON y Swarm, que recogen datos en tiempo real sobre los cambios en la intensidad del campo magnético.
Aunque no se trata de una amenaza inminente para las personas, este fenómeno obliga a repensar las estrategias de protección de la tecnología espacial. Como destacan los expertos, conocer su evolución es clave para anticiparse a posibles inconvenientes y preservar el funcionamiento de los sistemas que dependen del espacio exterior.
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