Patitos de goma perdidos en el mar revolucionaron la ciencia

De animales de goma a saber cómo funcionan las corrientes marinas. El aporte a la ciencia que hicieron los juguetes de bañera cayendo en el océano.

Los animales de goma que realizaron un aporte a la ciencia.

Los animales de goma que realizaron un aporte a la ciencia.

El 10 de enero de 1992, un buque portacontenedores procedentes de Hong Kong con destino a Estados Unidos fue sorprendido por una fuerte tormenta en el Océano Pacifico Norte.

Debido a los fuertes vientos y las altas olas, varios contenderos cayeron por la borda. Al menos uno se abrió y vertió su carga en el mar: patitos, castores, tortugas y ranas. Casi 30.000 animales de plástico para la bañera flotaban en el mar.

La historia que podía terminar en tragedia pero que fue un aporte para la ciencia

La historia podría haber terminado en ese momento, pero en realidad recién comenzaba. Impulsados por el viento y las corrientes, los animales de bañera emprendieron su viaje. Llegaron a diversas costas, fueron recogidos por los paseantes en las playas y finalmente se convirtieron en objeto de investigación científica.

Los lugares donde fueron encontrados permitieron reconstruir sus rutas y tiempos de viajes, por lo tanto, obtener numerosos datos sobre las corrientes marítimas.

La información fue principalmente recogida por el oceanógrafo estadounidense Curtis Ebbesmeyer, que ya está retirado.

Años después, Ebbesmeyer había recopilado información científica de un accidente de barco similar, en el que más de 60.000 zapatillas Nike se perdieron por la borda y llegaron a la costa oeste de Estados Unidos y Canadá en los meses siguientes.

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Los patitos ayudaron a estudiar las corrientes marinas. 

Los patitos ayudaron a estudiar las corrientes marinas.

La creación de Ebbesmeyer para la ciencia

Ebbesmeyer creó una red de buscadores de objetos en playas, que le suministraban datos sobre todo tipo de hallazgos. Luego del accidente en el Océano Pacífico, los recolectores le volvieron a informar del encuentro de los animales de goma. A través de los datos del fabricante grabados en los juguetes fue posible constatar el origen de los mismos.

"El accidente de los animales de goma aportó un verdadero tesoro a la investigación", destacó Johanna Baehr, oceanógrafa de la Universidad de Hamburgo. "De pronto había millas de puntos de datos. No hubiésemos podido contar nunca con tantos instrumentos de medición científica a la vez" apuntó.

La idea de investigar las corrientes oceánicas con la ayuda de dispositivos de medición flotantes no es nueva. El uso de los llamados "drifters" (cosas que flotan sin rumbo de un lugar a otro), es uno de los métodos más antiguos de investigación marina", afirmó el oceanógrafo Jörg-Olaf Wolff, de la Universidad de Oldenburg.

Ya en 1864, el investigador Georg von Neumayer, del entonces Observatorio Naval Alemán de Hamburgo, hizo arrojar una botella con un mensaje por la borda de un barco frente al Cabo de Hornos. En el mensaje Neumayer pidió que se le informara dónde y cuándo se había encontrado la botella. La misma fue encontrada posteriormente en Australia.

"Esto fue hace más de 150 años y ayudó a comprender mejor las corrientes marítimas a gran escala", señaló Wolf.

Las investigaciones hoy en día

Hoy en día, los investigadores utilizan dispositivos de medición más precisos equipados con un Sistema de Posicionamiento Global (GPS) y que pueden registrar datos como la temperatura, la salinidad del agua o la presión del aire y enviarlos por radio a los satélites.

“También hay dispositivos de flotación, que se hunden repetidamente desde la superficie hasta profundidades de uno y dos kilómetros, y van recogiendo datos a medida que avanzan”, explica Wolff.

En comparación con estos, los “drifter”, como los animales de goma para la bañera, solo proporcionan datos muy imprecisos.

“Pero es mejor que nada, sobre todo porque los datos se generaron de forma gratuita”, señala el oceanógrafo alemán, y acota que los aparatos de medición digitales son caros y no pueden utilizarse en un número elevado.

El viaje de los animales de goma

¿Por dónde viajaron los animales de goma? Tras analizar los datos se descubrió que primero se movilizaron en sentido contrario a las agujas del reloj en la corriente del Pacífico Norte. Circularon desde Sitka, en la costa de Alaska, a lo largo de las islas Aleutianas, pasando por la península de Kamchatka y, finalmente, volvieron a cruzar el Pacífico recorriendo la costa occidental de Estados Unidos hasta Alaska.

En 1994, 1998, 2001 y 2003 recibió Ebbesmeyer datos de hallazgos en Sitka, lo que sugiere que los patitos y demás habían dado algunas vueltas en círculos. Otros escaparon del vórtice y llegaron hasta Hawái y Australia.

“Quizá uno de los hallazgos más emocionantes es que los juguetitos se desplazaron desde el Pacífico hasta el Atlántico Norte”, señala Baehr. “Esto ya había sido pronosticado anteriormente mediante modelos, pero los animales demostraron que es algo que sucede realmente”, añade.

Así, a principios de la década del 2000 se encontraron ejemplares en la costa oeste de Estados Unidos, así como en Escocia e Inglaterra. Los bañistas se habían desplazado a través del estrecho de Bering hacia el océano Ártico, hasta Groenlandia, en el Atlántico Norte. No se sabe si se congelaron o permanecieron encima de los témpanos.

“Esta ruta fue una confirmación interesante de que allí hay una corriente superficial que recorre tal distancia”, apuntó Wolff.

El destino actual de los animalitos de goma no está claro. “No creo que aún haya alguno circulando. Treinta años de viento, olas y radiación solar convierten el plástico en un material frágil, por lo que presumiblemente se hayan desmenuzado en microplásticos”, detalló el oceanógrafo Wolff.

Johanna Baehr, por su parte, no descarta la posibilidad de que uno u otro pato aparezca en algún lugar, por ejemplo alguno que haya quedado atascado en el hielo. “Los patos de goma tienen una vida útil espantosamente larga, como todo el plástico que acaba en el mar”, comentó.

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