Universidades: necesarias, pero no suficientes

Universidad pública, universidad privada; presupuestos de subsistencia, presupuestos dispendiosos, la Argentina entró en una discusión que siempre es buena y en la que todo pareciera estar abierto al cuestionamiento. Todo menos una cuestión: ¿Para qué nos sirven las Universidades; son realmente una inversión -a futuro- o simplemente un gasto que beneficia a unos pocos?

La educación terciaria no esta sirviendo al crecimiento del país. Los países con un menor numero de graduados universitarios, triplicaron su PBI per cápita en lo que va del siglo XXI, Argentina apenas lo incremento 79%.

La educación terciaria no esta sirviendo al crecimiento del país. Los países con un menor numero de graduados universitarios, triplicaron su PBI per cápita en lo que va del siglo XXI, Argentina apenas lo incremento 79%.

Por puro populismo, moda o un auténtico convencimiento la cuestión de la supervivencia de la Universidad pública, en mayor o menor escala, pareciera estar zanjada, la Universidad pública es un bien que los argentinos “queremos”, y queremos preservar.

Dejemos de lado la siempre subjetiva cuestión de la vocación -y si existe o no un derecho a la educación en este sentido y su alcance-; lo maravilloso de la educación es que nos da más herramientas para desarrollar nuestro potencialidades y así ser “más humanos” y servir mejor a los otros y a nosotros mismos.

En principio no hay discusión: más y mejor educación hacen mejor a las personas y mejores personas (mayor “capital humano”) mejoran la sociedad. ¿Pero, será siempre así?

La palabra de los Premios Nobel

La hipótesis clásica es la de Robert E.Lucas (On the Mechanics of Economic Development, 1988), premio Nobel 1995, quien teorizó que la abundancia de personas bien educadas iba de la mano de un incremento de la productividad laboral, y por ende del crecimiento económico.

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Robert E. Lucas, el primer economista que comenzó a estudiar seriamente el rol de la educación en el desarrollo económico de los países

Robert E. Lucas, el primer economista que comenzó a estudiar seriamente el rol de la educación en el desarrollo económico de los países

Esto lo levantó Robert J. Barro determinando, en un trabajo inmenso, que existía una relación empírica entre el crecimiento de los países y su fertilidad, expectativa de vida, gasto del estado, respeto legal, inflación, etc. y en particular el nivel educativo de la población (Determinants of Economic Growth: A Cross -Country Empirical Study”, 1991). Curiosamente en su análisis el grado de democracia no influía, lo que posiblemente le ha costado hasta hoy ser un perennemente frustrado premio Nobel

Para 1996 Barro, junto a J. Wha-Lee comenzaron a hacer una distinción entre el tiempo y la calidad del estudio, identificando que esto último era lo que más se relacionaba con el crecimiento económico (International Measures of Schooling Years and Schooling Quality).

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Robert J.Barro, el gran impulsor de la idea de la educación como fuente del crecimiento económico. Con el tiempo fue girando de “la cantidad” a “la calidad”.

Robert J.Barro, el gran impulsor de la idea de la educación como fuente del crecimiento económico. Con el tiempo fue girando de “la cantidad” a “la calidad”.

En 2000 Hanbushek y D.D.Kimko encontraron que el efecto de las “habilidades cognitivas” de la población -que van más allá de la educación formal y se podía recoger por test como el PISA - sobre el crecimiento, eran inmensamente más significativo que los años de estudio (“Schooling, Labor-Force Quality, and the Growth of Nations”).

Con el cambio del siglo, se marca un quiebre en la comprensión de la relación entre la educación y el crecimiento económico, pasando de un análisis cuantitativo a uno cualitativo: ya no es más la cantidad de personas ni los años de escolaridad lo que marcan la diferencia (el input), sino la calidad educativa y la capacidad de aprendizaje de la población (el output).

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Daron Acemoglu, Simón Johnson y James Robinson, quienes acaban de ganar el premio Nobel en economía, no encontraron que la educación fuera uno de los factores determinantes del crecimiento económico de los países.

Daron Acemoglu, Simón Johnson y James Robinson, quienes acaban de ganar el premio Nobel en economía, no encontraron que la educación fuera uno de los factores determinantes del crecimiento económico de los países.

En esta línea están Daron Acemoglu, Simón Johnson y James Robinson, quienes acaban de ganar el premio Nobel en economía por su contribución a “los estudios sobre cómo se forman las instituciones y afectan la prosperidad (de los países)”, sintetizado en su “Why Nations Fail: The Origins of Power, Prosperity, and Poverty" de 2012.

Es interesante que la educación no está de manera directa entre estas instituciones que identifican como claves del crecimiento, si bien la reconocen como uno de los determinantes de la calidad democrática (From Education to Democracy?, 2005), que dependiendo de si se trata de democracias “autenticas” o nominales conllevan la resolución/generación de muchos de los problemas que afectan al crecimiento (Democracy Does Cause Growth”, 2019). De esta manera resolvían el cuestionamiento a Barro.

No sorprende entonces que no parecería existir una relación significativa entre el nivel educativo de los países y el grado de democracia o autarquismo (Do Democracies Provide Better Education? Revisiting the Democracy–Human Capital Link”; S.Dahlum y C. H.Knutsen; 2017) y por ende el de su crecimiento económico

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No todos los países son iguales, ni todos los sistemas educativos lo son, así que la relación entre la educación y el crecimiento económico esta lejos de ser evidente y directa. Incluso se puede armar el caso que es inversa (línea muestra tendencia lineal)

No todos los países son iguales, ni todos los sistemas educativos lo son, así que la relación entre la educación y el crecimiento económico esta lejos de ser evidente y directa. Incluso se puede armar el caso que es inversa (línea muestra tendencia lineal)

El problema es que, así como no todas las democracias son iguales, los países, los sistemas educativos y su efecto sobre la sociedad tampoco lo son.

La evidencia sugiere que el mayor efecto sobre el crecimiento, en los países menos desarrollados, se vincularía con la mejora de la educación primaria (The Contribution to Economic Growth: A Review of the Evidence, with Special Attention and an Application to Sub-Saharan Africa”, P.Glewwe et.al), en los países de un nivel medio -como el nuestro- con la educación secundaria (“What level of education matters most for growth? Evidence from Prtugal.”, J.Pereira & M.St.Aubyn) y en los países más desarrollados, donde la innovación y la tecnología son la clave del crecimiento, con la educación terciaria (“The Economic Impact of Universitos: Evidence from Acrosss the Globe”, Valero y Van Reenen).

Argentina, su apuesta por la educación

Los gobiernos tienen dos funciones: la principal es asegurar el bienestar de la gente y, en la medida que puedan, su felicidad.

La educación, como vimos, tiene que ver de manera indirecta con el resultado de la primera de estas obligaciones y de manera directa con la segunda.

Según los últimos datos de la UNESCO, en lo que va del siglo -si bien de manera decreciente- Argentina viene destinando a la educación algo más que las otras 188 regiones del mundo: una media anual de 4.88% del PBI, frente a 4.13%, o 14.52% del presupuesto, frente al 14.11%.

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A pesar de gastar mas dinero en todos los niveles de la educación que el promedio del mundo, los argentinos están entre quienes obtienen los peores resultados académicos.

A pesar de gastar mas dinero en todos los niveles de la educación que el promedio del mundo, los argentinos están entre quienes obtienen los peores resultados académicos.

En lo que es educación primaria viene asignando una media de 1.61% del PBI contra 1.39% mundial, en la secundaria la diferencia es aún mayor, 1.90% del PBI frente a 1.50%, y si bien en la terciaria el margen es menor, 1.00% frente a 0.81%, sigue mostrando que la apuesta por la educación -de todos los gobiernos- ha sido significativa.

La matrícula en el nivel primario está dentro del 11% más elevado del mundo, la secundaria dentro del 26% más elevado y la terciaria… solo Turquía, Grecia y Macao exhiben en función de su población un número mayor de estudiantes universitarios (insisto, son datos de la UNESCO).

Sobre este último punto, históricamente el número de profesores en el nivel terciario ha estado ligeramente arriba de la media mundial (12.9 alumnos por profesor frente a un promedio mundial de 15.4) y la porción del presupuesto educativo que se les destina está entre las más elevadas del mundo (86.5% del presupuesto contra un promedio de 59.8%).

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Argentina gasta mas en el pago de los profesores, que los paises con los peores y los mejores resultados de las pruebas PISA

Argentina gasta mas en el pago de los profesores, que los paises con los peores y los mejores resultados de las pruebas PISA

En condiciones “normales” y en función del número de graduados terciarios (entre el 17% y el 22% de la población) nuestro PBI per cápita -en dólares corrientes- debería de haber crecido desde el año 2000 cerca del 250% (y no menos del 100%), cuando apenas aumentó 79%, siendo el séptimo que menos se incrementó entre los 95 países que sigue la OCDE

Sin dudas el Estado argentino tiene y ha tenido muchas falencias, pero plata en educación ha colocado. La pregunta es si esto rinde frutos o, dicho de otra manera, si la educación que está generando la argentina le “sirve” a la sociedad.

Argentina, un país “mal educado”

Como vimos, más escolaridad -en gasto, tiempo y ampliación social- no necesariamente significa mejor y mayor aprendizaje. Ahora, aunque cueste, dejemos por un rato de lado cualquier referencia a la -mala- educación de nuestros dirigentes.

Sea cual sea el test al que se someta la educación argentina, los resultados, a pesar de la propaganda sobre que tenemos los mejores docentes, las mejores Universidad y los científicos más reputados del mundo-, son malos.

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Solo cuatro países gastan más en educación que la Argentina, con peores resultados.

Solo cuatro países gastan más en educación que la Argentina, con peores resultados.

Cuando comparamos el gasto con los resultados académicos (reconociendo sus falencias, tomo las pruebas PISA por ser las más conocidas) a nivel secundario solo cuatro países gastan más que Argentina obteniendo peores resultados, Brasil, Jamaica, Marruecos y Uzbekistán.

La Universidad de Buenos Aires, la más prestigiosa del país, que sigue teniendo una excelente reputación (35 a nivel global según el QS World University Rankings) ha dejado de generar conocimiento hace ya mucho tiempo (puesto 702 por trabajos publicados). A nivel mundial se ubica entonces en el puesto 264 según el Shanghai Ranking; 366 según el U.S. News Best Global Universities, 382 según el CWUR, 425 según el World University Rankings, etc. Apenas algo más que mediocre (según los rankings), se convirtió en una máquina de “fabricar graduados”, lejos de ser un faro de la inteligencia mundial.

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El incremento del gasto y el crecimiento del estudiantado superior no han hecho de la argentina ni un país más democrático ni uno más justo.

El incremento del gasto y el crecimiento del estudiantado superior no han hecho de la argentina ni un país más democrático ni uno más justo.

Podría argumentarse que nuestro sistema educativo ha servido para hacer más democrática a la sociedad, y que sobre esto -cuyo efecto es más sutil- se montan los beneficios que percibe Argentina por el esfuerzo de “bancarlo”.

El problema es que el gran salto democratizador en Argentina se dio en los primeros años de la administración de Raúl Alfonsín y desde entonces es poco lo que se ha avanzado, si bien la matriculación terciaria prácticamente se cuadruplicó y el gasto en educación como porcentaje del PBI se triplicó (estadísticamente no encontramos ninguna relación significativa).

Una educación para el control de la sociedad

Desde “Pedagogia do Oprimido” de Paulo Freire en 1968 hasta el más reciente -del mes pasado- "Teachers or Parents: Who is Responsible for Raising the Next Generation?" de Joanna Williams, son innumerables los estudios que desde las posiciones más distintas, hablan sobre el control de la sociedad a través de la educación (que afortunadamente, como demuestran los movimientos revolucionarios -de izquierda a derecha-, nunca alcanza a ser total ni permanente).

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George Orwell (1984) & Aldous Huxley (Un Mundo Feliz). Dos maneras del control de la sociedad, entre las que oscilamos permanentemente.

George Orwell (1984) & Aldous Huxley (Un Mundo Feliz). Dos maneras del control de la sociedad, entre las que oscilamos permanentemente.

En “Brave New World” (mal traducido como “Un mundo Feliz”) Aldous Huxley nos presentaba en 1931 un mundo donde el poder controlaba la sociedad a través del placer, el consumismo, la distracción, la ausencia de sentimientos y el acondicionamiento biológico y mental.

Dieciocho años más tarde tras la explosión del comunismo y el nazismo, George Orwell nos relataba en “1984” como el control se ejercía mediante la vigilancia permanente de las personas, el temor, los castigos, la propaganda, la censura y el manejo del idioma.

Es casi como que Huxley nos habla del control por lo que amamos y deseamos, mientras para Orwell el control esta dado por lo que odiamos; por eso en el mundo de Huxley la idea de la rebelión es prácticamente impensable, mientras para Orwell su semilla es omnipresente.

De eso no se habla

¿Por qué el sistema educativo argentino no ha servido ni para impulsar el crecimiento, ni generar personas más educadas, ni democratizar la sociedad? Para responderlo podríamos plantear dos escenarios: Los argentinos somos “tontos” y nuestro sistema educativo no es capaz de compensar esto, o somos “geniales” y el sistema educativo no es bueno (en función de lo que se gasta). Fuere cual fuere el caso, el problema pasa por el sistema educativo.

Desde la vuelta de la Democracia, gobierno tras gobierno, todos hablan de la necesidad de una Reforma Judicial, una Reforma Impositiva, una Reforma Laboral, etc. para encausar el país en la senda del crecimiento…, pero ninguno se atreve a tocar la vaca sagrada de la educación y hablar de la necesidad de una verdadera Reforma Educativa.

Esto se entiende cuando vemos que hasta los lideres más democráticos tienen un fuerte incentivo para mantener el “status quo” que los llevó al poder (que no se modifique el pensamiento -la educación- de la sociedad), mientras los autócratas, luego de asegurarse el cambio del sistema educativo a su favor, se resisten a cualquier nueva modificación.

La educación en Argentina es cara, mala, y no le sirve a la sociedad. Lo que necesita el país no son más alumnos y graduados, sino mejores alumnos y graduados, aun al costo de que sean menos -lo que no tiene por qué ser-.

En enero de 1849, Jean B. A. Karr escribía en Les Guepes (Las Avispas) “plus ça change, plus c'est la même chose” (“cuanto más cambian las cosas, más permanecen iguales”). Hasta que la argentina no logre un cambio profundo y real de sus sistema educativo… elija usted de qué lado quiere estar: del gobierno, de los profesores y estudiantes, o de una reforma que sirva a la Nación.

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