15 de marzo 2025 - 12:30

Vendió dos veces la Torre Eiffel, engañó a Al Capone y casi destruye la economía de Estados Unidos: la increíble vida del estafador Victor Lustig

Dueño de un repertorio interminable de estafas Lustig encontró una forma alternativa para ganar millones.

Así vivió Victor Lustig, el mayor estafador de todos los tiempos.

Así vivió Victor Lustig, el mayor estafador de todos los tiempos.

Victor Lustig tenía mucho talento para jugar al billar. Pudo, incluso, haber sido un profesional. Sin embargo, tenía una técnica infalible para no solo ganar, sino también llevarse algo de dinero en apuestas; jugaba un par de partidas con la mano izquierda, apostando poco y asegurándose de perder por poco margen. Luego, proponía otra partida con una apuesta mucho mayor, esta vez jugando con la mano derecha como "desventaja", y se aseguraba un buen botín.

Poco más se conoce de la vida de Lustig, quien cosechó su fama por ser uno de los más grandes estafadores de la historia. Nacido el 4 de enero de 1890 en Hostinné, República Checa, dio todo tipo de declaraciones, que en muchas ocasiones se contradecían entre sí. Dueño de 47 alter egos y docenas de pasaportes, hablaba seis idiomas con fluidez y había comenzado a delinquir de joven.

El repertorio de Lustig

Con el tiempo fue ganando experiencia, y en sus interminables viajes por Viena, Praga, París y Londres aplicaba trucos diferentes para engañar a sus víctimas. Desde aristócrata hasta productor de Broadway, Lustig lograba convencer a las personas de casi cualquier cosa. Claro, a cambio siempre obtenía sumas de dinero.

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Cuando estalló la guerra en 1914, el comercio de transatlánticos se agotó, por lo que se instaló en Nueva York para nuevos "trabajos". Montó una iglesia falsa en el paseo marítimo de Manhattan, y pronunciando un sermón copiado conmovió tanto a su congregación que recaudaron más de 90 dólares en la colecta que siguió.

Al mismo tiempo, instaló una tienda de apuestas falsas, para la cual contrataba actores que hacían de apostadores y de relatores de carreras de caballos. El dinero seguía entrando. Otro de sus grandes trucos fue la "hucha rumana", un baúl de madera con diales y maquinaria de impresión que, según él, podía duplicar perfectamente billetes de cien dólares. Cuando se la presentaba a posibles compradores, hacía una "demostración" como un truco de magia, y una vez probada la fidelidad del producto lo vendía por más de 40.000 francos.

El 3 de noviembre de 1919, se casó y más tarde tuvo hijos, aunque su familia lo recordaba como un estafador devoto. También tuvo amantes, y nunca pudo sostener una relación en el tiempo. Asimismo, tenía una grave adicción por el juego, y lo que ganaba lo gastaba en apuestas.

La venta de la Torre Eiffel, su obra maestra

Durante los años 20' siguió con sus engaños, desde inmobiliarias hasta comercios inventados. En 1925, con la policía estadounidense acercándose, Lustig huyó a París, donde llevaría a cabo su obra maestra; en esa época, la Torre Eiffel era un monumento controvertido y tenía poca esperanza de vida. Por lo que Lustig se vistió de funcionario del gobierno, y en un hotel de lujo aseguraba que era el encargado de demoler la torre.

Falsificó membretes impresos y mantuvo reuniones con los candidatos a quedarse con el monumento, entre los que se destacó André Poisson, un recién llegado a París. El hombre se vio seducido por la oportunidad, las comidas caras y las reuniones de negocios, por lo que terminó pagando 1.200.000 francos (5,3 millones de dólares).

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Como si fuera poco, le pidió al chatarrero que pagara un soborno adicional para garantizar la oferta, y Poisson pagó otros 70.000 francos. Finalmente, con su equipo huyó a Viena, y esperó a que paren los rumores para poder volver. Luego de mucho tiempo, pensó que podía repetir la hazaña. Increíblemente lo logró, aunque una llamada de uno de los comerciantes a la policía hizo que tenga que erradicarse en Estados Unidos.

Detención, juicio y prisión

Una vez instalado en Chicago, fue por un pez gordo; si bien siempre quería estafar a ricachones, en esa ocasión apunto al líder mafioso Al Capone. Lo convenció de invertir 50.000 dólares en una estafa que estaba planeando y le prometió duplicar la inversión en 60 días, a lo que el gángster accedió.

Lustig escondió el dinero durante dos meses. Luego se lo devolvió a Capone, diciendo que su plan había salido mal, pero que estaba dispuesto a devolver el préstamo. La confianza que le tenía el estadounidense hizo que se quede con 5.000 dólares, lo que el checo esperaba desde un principio.

Después de cumplir con esa riesgosa tarea, en 1930 expandió su negocio al incursionar en la falsificación de billetes. Junto a William Watts, un maestro falsificador, crearon billetes muy auténticos, incluidos los de 100 dólares, que eran los más escrutados. La operación fue un éxito, y los mensajeros empleados desconocían que el dinero era falso. La calidad de los billetes falsos era tan alta que el Servicio Secreto temió que pudiera acabar con el sistema económico estadounidense.

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A pesar de ser perseguido e incluso detenido constantemente por la policía norteamericana, Lustig siempre les sacaba ventaja. Sin embargo, si bien impecable en materia criminal, el estafador no pudo controlar su vida personal; cuando su nueva esposa Billy Mae Scheible descubrió que estaba saliendo con otra mujer, hizo una llamada anónima a la policía, revelando su ubicación en Nueva York. En la primavera de 1935, los agentes lo localizaron y encontraron en su cartera una llave de una taquilla que contenía $51,000 en billetes falsos y las planchas de impresión utilizadas para fabricarlos.

Lustig debió esperar al juicio en el Centro Federal de Detención de Manhattan, una penitenciaría federal que a pesar de su indudable seguridad no lo pudo contener. Durante el tiempo de ejercicio, descendió en rapel hasta la calle utilizando una cuerda hecha de sábanas anudadas y dejó una cita de "Los Miserables" en su celda antes de desaparecer.

Sin embargo, su libertad duró poco, y el 28 de septiembre de 1935 fue perseguido, capturado y sentenciado a 20 años de cárcel en Alcatraz. En la famosa cárcel, Lustig fue registrado bajo el alias de Robert V. Miller, y todas las miradas estaban alertas ante cualquier movimiento suyo. Presentó la insólita cifra de 1,100 solicitudes médicas durante su estancia, aunque en 1947 una fue cierta. Fue trasladado a un centro médico de seguridad, donde murió el 11 de marzo debido a complicaciones derivadas de una neumonía.

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