21 de septiembre 2024 - 14:07

Claves de la ciencia para prevenir el alzheimer y mantener sano el cerebro

La actividad física sostenida y el aprendizaje –especialmente en la edad adulta– fortalecen el cerebro y permiten prevenir el daño cognitivo aun cuando existan marcadores fisiológicos de la enfermedad de alzheimer.

Según el informe The New Age of Alzheimer’s publicado este año por el Foro Económico Mundial de Davos, la enfermedad hoy representa la séptima causa de muerte en el mundo

Según el informe The New Age of Alzheimer’s publicado este año por el Foro Económico Mundial de Davos, la enfermedad hoy representa la séptima causa de muerte en el mundo

El cerebro es muy diferente a un músculo, pero sus funciones también dependen de que se mantenga activo y mejoran con el ejercicio. Tanto es así que en el caso de la enfermedad de alzheimer (que en la Argentina afecta a unas 300.000 personas y en el mundo a 44 millones), hacer ejercicio y emprender actividades distintas puede hacer que los síntomas se desaceleren o incluso no aparezcan, aún cuando en el sistema nervioso se haya desatado el proceso de la enfermedad.

La principal causa de deterioro cognitivo en personas relativamente jóvenes no es el Alzheimer sino el daño vascular, es decir: la obstrucción progresiva –o rotura– de las pequeñas arterias que irrigan el cerebro, conocida anteriormente como arteriosclerosis. Pero a partir de los 65 años, la prevalencia del alzheimer se duplica en cada década de vida, hasta superar a las demencias vasculares: “Una de cada ocho personas de más de 65 años tiene Alzheimer; a los 75, dos de cada ocho; y a los 85, cuatro de cada ocho”, señaló el Dr. Fernando Cáceres, médico neurólogo argentino, especialista en neuro rehabilitación y director del Instituto de Neurociencias Restaurativas (INERE).

A diferencia de las demencias vasculares, cuyas causas se conocen y son prevenibles, se sabe que en el alzheimer el daño cerebral se relaciona con la proliferación de dos proteínas –las llamadas tau y amiloide–, pero no se sabe qué desencadena ese proceso ni cómo evitarlo.

“Hoy se prueban nuevas terapias basadas en anticuerpos monoclonales, que apuntan sobre todo a reducir la concentración de la proteína tau, pero serán tratamientos preventivos y es dudoso que funcionen en casos avanzados”, informó el especialista.

Sin embargo, hoy existen suficientes evidencias de que ciertos hábitos de estilo de vida son muy eficaces tanto para prevenir el deterioro cognitivo relacionado con alzheimer, problemas vasculares y otras afecciones neurológicas relacionadas con la edad, como para retrasar la progresión de la enfermedad cuando ya existe algún daño.

En eso se basan los nuevos abordajes en salud cognitiva y neuro rehabilitación: “Los criterios para preservar la reserva cognitiva frente al Alzheimer son los mismos que para otras formas de deterioro cognitivo relacionado con la edad, y para las personas adultas de todas las edades”, explicó la Dra. María Laura Saladino, médica neuróloga directora del instituto de Neuro Rehabilitación Ambulatoria (INERE Martínez).

Las claves biológicas de nuestro cerebro

Un estudio de seguimiento de más de 15 años realizado en los EE. UU. con casi 700 mujeres de más de 75 años reveló en 2002 que las más activas, emprendedoras, estudiosas y proclives a socializar y desarrollar habilidades expresivas eran las menos propensas a sufrir deterioros cognitivos. Este famoso “Estudio de las Monjas” de Minnesota mostró que muchas de las que no habían sufrido en vida deterioro cognitivo presentaban los típicos marcadores fisiológicos de la enfermedad de alzheimer.

¿Por qué? Según sabemos hoy, explica el Dr. Cáceres, “hay actividades cognitivas capaces de estimular la creación de nuevos circuitos de conexión entre las neuronas e incluso producir neurogénesis –generación de nuevas neuronas– a cualquier edad”.

Esto, sumado al hábito sostenido de la actividad física que favorece la angiogénesis cerebral, es la base para preservar nuestra reserva cognitiva con la edad y para la neuro rehabilitación cuando ya hay un deterioro neurológico”, destacó la Dra. Saladino.

Para estimular esa neuroplasticidad adaptativa natural, tanto ante el Alzheimer como tras un ACV, explica Cáceres, “Se trata de utilizar las áreas cerebrales sanas para estimular en ellas nuevas funciones que reemplacen a las dañadas”.

En el centro ambulatorio INERE Martínez la rehabilitación se aborda de manera interdisciplinaria y con foco en la adaptación del paciente a su entorno familiar y social: “Esa una estrategia individual y también grupal, a través de un programa personalizado de actividades que pueden ir desde escribir en papel hasta el uso de tecnologías, para propiciar la socialización que favorece, a su vez, la rehabilitación, que es coordinada por una especialista en neuropsicología”, detalla la Dra. Saladino.

Viajar, conocer otras culturas, iniciar nuevas amistades, aprender a tocar un instrumento, a bailar u otro hobby relativamente complejo puede ser la llave de la calidad de vida en la edad adulta: “El cerebro es un órgano social que requiere estimulación e interacción con otros; tiene que afrontar desafíos diferentes porque así se crean nuevos circuitos neuronales”, sostiene Cáceres.

Esa reserva cognitiva capaz de preservarnos del daño en la edad adulta no se estimula con actividades rutinarias a las que estamos acostumbrados, sino con actividades nuevas, que nos representen desafíos”, señaló Saladino.

Siempre activos

“Decenas de estudios muestran que la actividad física aeróbica sostenida como hábito en el tiempo estimula la angiogénesis y además produce cambios en los circuitos cerebrales y neurogénesis, y aún en personas con alzheimer se enlentece la progresión del daño cognitivo con la actividad física”, sostiene Cáceres.

El especialista destacó, en síntesis: “El envejecimiento no es sinónimo de deterioro cognitivo, y hoy no existe el concepto de demencia senil. A las personas mayores que piensan que ya no están en edad de estudiar hay que decirles que todo lo que hoy conocemos sobre cómo preservar la reserva cognitiva y prevenir el Alzheimer y otros trastornos muestra que, justamente, es una edad en la que ponerse a estudiar algo nuevo les puede dar grandes beneficios”.

La enfermedad de Alzheimer como “fantasma”

El Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa que causa el deterioro progresivo de las funciones cognitivas, comenzando generalmente por la memoria, la orientación y la capacidad de aprendizaje, a diferencia de otros trastornos neurológicos como el parkinson, que afecta primero a la capacidad motora, o los daños vasculares, que comprometen funciones muy diferentes según la zona del cerebro que sufra la lesión.

Según el informe The New Age of Alzheimer’s publicado este año por el Foro Económico Mundial de Davos, la enfermedad hoy representa la séptima causa de muerte en el mundo, asciende en prevalencia por el ascenso de la expectativa de vida de las poblaciones y representa un costo global de 3.000 millones de dólares en gastos sanitarios.

Si bien la enfermedad de alzheimer aparece como el gran fantasma asociado a la imagen de la vejez en personas más jóvenes, y es muy difícil predecirlo –apenas menos del 1% de los casos puede considerarse heredado, y es difícil conocer si un antecedente familiar de demencia relacionada con la edad fue realmente Alzheimer u otra causa–, hoy no hay dudas de que la actividad física adecuada y el desarrollo cognitivo sostenidos a lo largo de la vida, sin importar la edad, son claros factores de prevención, y la mejor garantía posible para disfrutar de una vejez sana.

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