Dormir mal es una costumbre cuyas consecuencias no se suelen mencionar. Según un estudio, más del 50% de los argentinos no duerme adecuadamente y uno de los grupos más afectados son las mujeres. Existen explicaciones que ayudan a entender por qué es necesario mejorar la calidad del sueño.
Falta de sueño: la mitad de los argentinos duerme mal y existe un dato revelador sobre el descanso de las mujeres
Es una costumbre que afecta más a los centros urbanos. Los expertos advierten sobre la necesidad de cambiar hábitos y también se relaciona a causas biológicas y hormonales.
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![La cantidad de horas es individual y depende del estilo de vida de cada uno, Sin embargo, se recomienda cierta cantidad de horas.](https://media.ambito.com/p/9f3171e19a0ec609862828eccd9e94ab/adjuntos/239/imagenes/041/733/0041733251/sueno-insomnio-dormir-despertar.jpg)
La cantidad de horas es individual y depende del estilo de vida de cada uno, Sin embargo, se recomienda cierta cantidad de horas.
Según una encuesta realizada por la Asociación Argentina de Medicina del Sueño, más del 50% de los argentinos no duermen adecuadamente. Este dato coincide con un estudio del Observatorio de Psicología Social Aplicada de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Este, realizado en 2023, indicó que el 45% de los participantes de la encuesta -en 3141 casos relevados- señalaron algún tipo de problema para dormir.
Falta de sueño
Entre quienes reportaron trastornos del sueño, el 28,9% dijo tener dificultades para iniciarlo, el 29,6%, para mantenerlo y el 30% aseguró que se despierta antes de lo que quisiera. En el 48% de los casos citaron las preocupaciones y los pensamientos nocturnos como causantes.
Demográficamente, se observan diferencias significativas: las mujeres presentan mayores niveles de dificultad para dormir, junto a personas de más de 60 años y quienes se autodefinen de clase baja.
“Una de las razones más comunes está relacionada con las largas jornadas laborales que muchos deben afrontar, sumando la presión social y económica. Vivir en una sociedad que valora la productividad y el rendimiento puede llevar a que muchas personas descuiden su descanso, priorizando el trabajo y las obligaciones”, subrayó Agustín González Cardozo, neurólogo de la Unidad de Medicina del Sueño del Hospital Fleni a La Nación.
Luz artificial y vida nocturna
El director de la Clínica del Sueño del Hospital Universitario Austral, Daniel Pérez Chada, también advirtió que la mayoría de los argentinos, al igual que los habitantes de muchos otros países occidentales, no duermen lo necesario. Las explicaciones pasan por el estilo de vida, pautas culturales, como las salidas nocturnas, entre otras.
Los horarios comerciales y laborales extendidos tampoco ayudan. En otros casos, el factor determinante reside en la necesidad de tener más de un trabajo para sostenerse económicamente. La exposición a pantallas en horas de la noche, el estrés y los horarios irregulares conforman un combo nocivo.
Por su parte, Silvana Malnis, neumonóloga y médica del Laboratorio de Sueño del Hospital Alemán, indicó al diario que en las grandes ciudades se duerme menos horas que en poblados pequeños. “El cambio más rotundo de la modernidad se puede atribuir al reloj 24/7 de la luz artificial. La cultura moderna de tener estímulos más allá de la hora que baja el sol, desde mi punto de vista, es la clave”, enfatizó.
La falta de descanso adecuado se denomina deprivación de sueño y puede ser aguda o crónica. Malnis explica que es posible que las personas duerman mal una noche aislada y esto dificulta mantenerse despiertos, concentrarse y provoca cambios en el estado de ánimo como irritabilidad o ansiedad e incluso somnolencia.
Pero aclara que la deprivación crónica de sueño es la más peligrosa para la salud ya que genera un conjunto de síntomas como ansiedad, aumento de peso, depresión y somnolencia excesiva diurna, entre otros.
Las fallas de memoria y la mayor propensión a tener accidentes también se visibilizan en los consultorios cuando llegan pacientes que no logran dormir. Pérez Chada aporta que en los casos más serios se pueden desencadenar problemas a largo plazo, como enfermedades cardiovasculares, hipertensión, alteraciones cognitivas y trastornos metabólicos.
¿Cuánto hay que dormir?
Los especialistas coinciden en que no hay una cantidad establecida a la vez que enfatizan que el sueño es un patrón individual y no es posible hacer generalizaciones. Sin embargo, sí existe una recomendación o sugerencia que varía según la edad. Pérez Chada plantea que lo aconsejable para un adulto es dormir entre siete y ocho horas; a los más chicos 12 horas de sueño o más y en adolescentes no menos de nueve horas.
“La necesidad de horas de sueño es individual y depende del estilo de vida de cada uno, es decir, de la alimentación, la cantidad de horas de ejercicio que realiza la persona, las actividades que lleva a cabo, el tipo de trabajo, la madurez afectiva, entre otras cuestiones. Sí se aconseja completar cuatro ciclos de sueño como mínimo, de 90 a 120 minutos”, añadió a LN.
Pérez Chada señaló que uno de los aspectos más determinantes es el proceso del flujo glinfático. “Mediante este mecanismo el cerebro es capaz de eliminar sustancias tóxicas que se acumulan durante la vigilia y se depuran durante las horas de sueño. Además, se realiza la reparación de tejidos, se refuerza el sistema inmunológico, se consolida la memoria y se equilibran las hormonas", concluye.
El sueño en las mujeres, una diferencia de la que no se habla
Un mito que es cierto es que las mujeres necesitan dormir más y tiene su fundamento en razones biológicas y hormonales. Malnis afirma que las hormonas sexuales como la testosterona, la progesterona y los estrógenos son también hormonas neuronales. “Es sabido que el cerebro femenino es diferente funcionalmente que el masculino, y esto sugiere que sean necesarios algunos minutos más de descanso para el femenino”, señala.
En ese sentido, Pérez Chada asegura que las mujeres suelen percibir que tienen una peor calidad de sueño que los hombres. Y esto se explica justamente por los cambios hormonales que ocurren durante el ciclo menstrual, el embarazo o el climaterio. Los estrógenos y la progesterona impactan en la regulación del sueño. “A estos factores fisiológicos se suman las responsabilidades laborales, sociales y familiares”, sostuvo.
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