La galería MCMC inauguró la semana pasada “María Martorell/ Ary Brizzi. Geometrías en paralelo”, una exhibición que brinda la oportunidad de conocer a dos artistas cuya trayectoria atraviesa la historia de la abstracción argentina. La vida de Martorell fue larga y fecunda, cruzó todo el siglo XX: nació en 1909 en Salta y murió a los 101 años. Si bien sus padres, inmigrantes españoles y dueños de un almacén de ramos generales, se ocuparon de su educación, fue su marido quien brindó impulso a su carrera artística. Primero, desde 1941 hasta promediar esa década, con los cursos de pintura de Ernesto Scotti. Los paisajes figurativos de entonces se expusieron hace justo diez años en la retrospectiva del Museo de Bellas Artes de Salta, “La energía del Color”, muestra que llegó al Centro Cultural Recoleta, acompañada por un buen libro.
María Martorell: una pionera cuya vida atravesó el arte abstracto
La pintora salteña, que vivió 101 años, es exhibida por la galería MCMC en conjunto con obras de Ary Brizzi en “Geometrías en paralelo”.
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En los años 40 Martorell comenzó a viajar a Buenos Aires para ver el arte que aquí se hacía y, ella misma contaba: “Atrajeron mi atención los artistas del Movimiento Arte Concreto Invención y Madí. Sus propuestas me llevaron a una profunda reflexión. Los sábados concurría a las charlas de Ver y Estimar cuya alma mater era Jorge Romero Brest”. Habían pasado alrededor de 15 años cuando Romero Brest la invitó a participar de la muestra “Ocho Artistas Constructivos”, en el Museo Nacional de Bellas Artes y, de este modo, legitimó su obra y su presencia constante en las exhibiciones de los abstractos.
Efervescencia
Martorell estaba donde hay que estar y recibía en Salta la revista “Ver y Estimar”. A pesar de la distancia, experimentó la efervescencia provocada por un arte cuyo punto de partida ya no estaba en la mímesis o la contemplación de la naturaleza, sino más bien en el mundo de las ideas. Los aires renovadores de la vanguardia movilizaban a Buenos Aires con sus manifiestos. El único ejemplar de “Arturo. Revista de Artes Abstractas”, se publicó en 1944. En 1945 se fundó el movimiento de Arte Concreto Invención; en 1946, el de Arte Madí y, en 1947 surgió el Perceptismo. Martorell expuso en el Salón Nacional de 1946 y en 1949 le otorgaron el Primer Premio en el Salón de Pintura de Salta (el jurado lo integraba Lino Enea Spilimbergo) y también el primer galardón en el Salón Amigos del Arte.
Como tantos artistas de su tiempo, viajó durante años a Europa, cuna de las vanguardias. Además, el clima que vivían los artistas argentinos no era el mejor. “Ahora, los que fracasan, los que tienen ansias de posteridad sin esfuerzo, sin estudio, sin condiciones y sin moral tienen un refugio: el arte abstracto, el arte morboso, el arte perverso, la infamia del arte”. El ministro de Educación Oscar Ivanissevich, inauguró con este discurso el Salón Nacional de Artes Plásticas de 1949 en el Palais de Glace. Y acusó: “…tratan de quitarle al pueblo hasta el último refugio espiritual, el de la belleza”. Los términos se inspiraban en la gran exposición de “Arte Degenerado”, organizada por el doctor Goebbels.
En 1952, Martorell se radicó en Madrid y dos años más tarde en París. Allí conoció la Galería Denise Renée, dedicada a la abstracción y el cinetismo, y trató artistas como Georges Vantongerloo, Jesús Soto y Víctor Vasarely. Sus estudios fue-
ron constantes. En la Sorbona cursó Sociología del Arte con Frankastel y viajó a Ámsterdam, enfrentó la revolución de Mondrian, sus pinturas con líneas rectas y colores puros. “Comprendí”, fue su breve y tajante respuesta. En sus pinturas comenzaron a aparecer los juegos con rectas, círculos, rectángulos; las geometrías modificaron conceptualmente las obras y ópticamente también.
En los vibrantes años 60 cobró impulso la carrera de Martorell. En Nueva York conoció el pop-art, los happenings y el conceptualismo. Surgieron en esa década los colores radiantes (turquesa, celeste, lila, violeta, verdes; magenta, rosa, rojos) y la atractiva pintura con forma de bandas onduladas que se desplazan por las telas como las mareas. Rítmicas y por momentos sinuosas, sus abstracciones son inconfundibles y su belleza inocultable. En 1961 realizó una exposición individual en la Collector Gallery de Nueva York y su primera muestra de tapices en Salta. Las exposiciones se suceden desde entonces. En la galería MCMC hay un tapiz formidable con la imagen constructivista de una araña gigantesca. En 1967 expuso en la galería porteña El Sol los tapices ejecutados por artesanos de Cafayate.
La muestra despierta el deseo de ver los diseños de los llamativos carteles y la obra gráfica. El interés que suscita Martorell en la actualidad, se vuelve único al descubrir que su obra está emparentada con artistas de la generación de los 90 como Fabián Burgos, Sergio Avello o Jorge Gumier Maier. Sus descendientes disfrutarán sin duda de la vivacidad y el dinamismo de las pinturas. A partir de los años 60, llegaron las muestras consagratorias como “Más allá de la geometría” en el Instituto Torcuato Di Tella, entre muchas otras. En los 70 expuso en la galería Bonino y en Arvil de México, en diversas instituciones de Caracas, Bogotá y en la OEA de Washington.
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