En la historia empresarial de Méxicohay nombres que trascienden generaciones, no solo por su impacto económico sino también por su lucha social. Uno de esos casos es el de la refresquera Pascual Boing, cuyo origen se remonta a una pequeña fábrica de paletas en la colonia Anáhuac de la Ciudad de México. Lo que comenzó como un emprendimiento modesto de Rafael Víctor Jiménez Zamudio terminó convirtiéndose en un verdadero imperio nacional que hoy produce millones de litros de bebida con sabores típicamente mexicanos.
Fundó una empresa de paletas en Anáhuac, se volvió millonario y ahora es un imperio refresquero de México
Entérate cuál es la historia de esta compañía de paletas que destacó en México, convirtiendo en millonario a su creador.
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Conoce a la empresa que supo arrasar en el mercado mexicano.
Durante más de ocho décadas, la marca conquistó el paladar de millones con sus jugos y refrescos a base de fruta, como mango, guayaba o tamarindo. Pero detrás del éxito comercial, también existe una historia de lucha obrera y transformación que marcó un hito en el modelo cooperativista del país. A pesar de haber enfrentado una huelga prolongada, quiebra financiera y disputas legales, Pascual Boing logró reinventarse gracias a la resistencia de sus trabajadores.
Actualmente, la empresa es considerada una de las cooperativas más emblemáticas de América Latina y un símbolo de soberanía laboral. Emplea a más de 2,000 personas, tiene presencia en todo México y exporta a ciudades de Estados Unidos y Centroamérica. Su modelo se estudia en universidades y su historia es reconocida como un ejemplo de resiliencia colectiva.
La historia de Pascual Boing, la refresquera que fundó Rafael Víctor Jiménez Zamudio
Rafael Víctor Jiménez Zamudio fundó la empresa en la década de 1940, luego de un breve paso por el mercado de paletas heladas. Su visión fue clara desde el principio: crear bebidas refrescantes con fruta natural. Así surgieron las primeras aguas embotelladas y, más adelante, los refrescos Pascual. En la década de 1950, ya instalada en la colonia Tránsito, la empresa comenzó a consolidarse con productos como Boing!, Lulú y Mexi-Cola.
El icónico “Pato Pascual” y la frase “Fruta en su refresco” se volvieron parte del imaginario popular. A lo largo de los años, la marca fue incorporando nuevos sabores, técnicas de producción y procesos certificados, incluyendo la eliminación de ingredientes transgénicos en respuesta a una solicitud de Greenpeace en 2005. Hoy, Pascual consume 20 mil toneladas de fruta al año y 24 mil toneladas de azúcar, promoviendo al mismo tiempo una economía local sustentable.
La crisis de 1982 representó un punto de inflexión. El gobierno decretó aumentos salariales obligatorios que la empresa no pudo sostener, lo que llevó a una huelga de tres años. Con el respaldo de líderes sindicales como Demetrio Vallejo, los trabajadores adquirieron los activos de la empresa y fundaron la Sociedad Cooperativa Trabajadores de Pascual S.C.L. Desde entonces, han defendido con firmeza los terrenos donde nacieron, incluso enfrentando litigios por los pozos de agua que abastecen a la planta.
Gracias a su modelo solidario y su compromiso con lo social, Pascual Boing no solo sigue vigente, sino que también continúa creciendo como un referente de independencia económica, sabor nacional y lucha colectiva.
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